sábado, 12 de junio de 2021

Pase de movilidad

 Pase de movilidad: Cómo obtener el documento y qué se puede hacer con él en cuarentena

Revisa aquí lo que se puede hacer y lo que no con este documento.



Por Scarlet Stuardo


Desde las 5:00 horas de este sábado comenzó la cuarentena total en toda la región Metropolitana. Esto significa que están prohibida las reuniones, la circulación sin permiso temporal y el traslado a otras regiones, según indica el plan Paso a Paso.

No obstante, a diferencia de otras cuarentenas totales que ha enfrentado la zona capitalina, en esta oportunidad las personas podrán utilizar su pase de movilidad para trasladarse en algunas situaciones.

¿Qué permite el pase de movilidad?

Para las ciudades que están en Fase 1 (Cuarentena), el pase de movilidad permite el desplazamiento de quien lo posea, pero sólo dentro de la comuna, para ir a otra comuna se necesita de un permiso temporal que se puede obtener en Comisaría Virtual y que tiene una duración de dos horas máximas.

En tanto, los viajes interregionales se mantienen prohibidos.

Para el resto del país, y las comunas que están en Fase 2 (Transición), este documento entregado por el Gobierno permite los viajes interregionales a comunas que se encuentren en la misma etapa o superior.

El pase de movilidad está disponible para quienes hayan completado su proceso de vacunación contra el covid-19, ya sea recibiendo las dos dosis o una, dependiendo de la vacuna con la que se haya inoculado.

¿Cómo se saca?

Para obtener el documento, también se exige que se hayan cumplido dos semanas desde la última inyección del fármaco. Quienes tengan una sola dosis no podrán acceder a la obtención del pase de movilidad.

Finalmente, quienes deseen obtener el pase de movilidad deberán acceder a la página Mevacuno.gob.cl en donde podrán acceder con un usuario o usando la Clave Única.

Ahí, se debe actualizar su perfil y luego ingresar los comprobantes de vacunación que certifiquen la inoculación del usuario. El portal también ofrece una encuesta para indicar efectos adversos tras la vacunación.

Hay que recordar que, según indica el calendario de vacunación contra el covid-19, la próxima semana (entre el 14 y 20 de junio) podrán vacunarse las personas de 20 y 21 años. Los rezagados y la población vacunada con la primera dosis entre el 17 y 23 de mayo, también pueden asistir (al igual que embarazadas con más de 16 semanas de gestación).

Fuente: ADN Radio, 12 de Junio 2021

jueves, 10 de junio de 2021

Nueva Constitución: 100 propuestas

 UNIVERSIDAD DE CHILE PRESENTÓ  "100 PROPUESTAS PARA EL PAÍS QUE QUEREMOS"

Por El Mostrador


Enfocadas en la creación de valor público, presentación de propuestas contó con los constituyentes electos Cristina Dorador, Benito Baranda y la presidenta del Senado Yasna Provoste.

A través de una ceremonia en línea, la Universidad de Chile lanzó hoy la publicación “100 propuestas para el país que queremos”, que resume el trabajo realizado por la iniciativa Propuesta de Acuerdo Social (PAS), convocada por el rector Ennio Vivaldi en medio de la crisis social y política de octubre de 2019.

El coordinador de la instancia, Juan Gabriel Valdés, director de Relaciones Institucionales, explicó que las 100 propuestas tuvieron su origen en la solicitud de distintos actores sociales para que, en medio de la crisis, la Universidad de Chile pudiera contribuir al encuentro de visiones.

"Las personas que se sumaron a esta iniciativa eran diferentes entre sí, pero compartían un punto de vista en común: una plena consciencia de la magnitud de la crisis que vivía la sociedad chilena y la oportunidad de generar un cambio social", comentó Valdés.

Por más de un año y medio, organizándose en nueve mesas temáticas, más de 80 personas trabajaron sobre la propuesta del valor público, es decir, buscando aquel sentido que las personas le dan a los servicios del estado y lo común.

Cristina Dorador, quien fue electa convencional constituyente el pasado 13 de mayo y fue integrante de la mesa de Medio Ambiente, Cambio Climático y Biodiversidad, destacó en el lanzamiento que "reflexionar y pensar permite abrir miradas y contextos (...) Tenemos la responsabilidad de pensar el Chile del futuro junto a toda la diversidad que vive en los territorios"

Una de las conclusiones de la publicación tiene que ver con los pueblos indígenas y el reconocimiento de la diversidad que habita Chile. Al respecto, Celeste Painepán, de oficio retrafe e integrante de la mesa de Culturas, Artes y Patrimonios, apuntó que "la democracia chilena debe reconocer y hacer válidos los derechos de los pueblos originarios, incorporar su cultura e historia en el proceso educativo y a sus organizaciones y representantes en el proceso político bajo fórmulas que supongan autonomía y autodeterminación".

El rector Ennio Vivaldi, en tanto, destacó que "En Chile se ha hecho una apología del egoísmo. Eso que hemos vivido como sociedad y es a eso a lo que reacciona la gente, que quiere expresar el anhelo de volver a encontrarse, buscar el bien común, ser parte de la sociedad. Eso es lo que queremos expresar desde la Universidad y desde lo público"

Al respecto, la presidenta del Senado, Yasna Provoste, comentó: "Estos agitados meses ha brotado una auténtica voluntad republicana y democrática que nuestro pueblo ha recogido con responsabilidad cívica. (...) Esta ventana maravillosa es también una posibilidad que tenemos construir con generosidad, desprendimiento de la pérdida de poder e influencia".

El valor público en el futuro del país

A través de 226 páginas y 9 capítulos temáticos, que a su vez representan las nueve mesas en las que trabajaron los más de 80 integrantes de PAS, se formulan decenas de líneas gruesas de reflexión y 100 propuestas concretas para que el valor público sea base del país futuro.

En ese sentido, la integrante de la mesa de Modernización del Estado, Claudia Bobadilla, relevó que "entre las conclusiones que tuvimos como mesa hay una que es central: el compromiso de avanzar todos a un estado que ponga en el centro a sus ciudadanos, que escuche sus inquietudes y responda a las necesidades e intereses de la ciudadanía de manera oportuna"

El también convencional constituyente electo Benito Baranda, quien integró la mesa de Territorio, explicó que "uno va construyendo sus imágenes del mundo a partir de la experiencia. Y si el mercado y el estado condicionan esas experiencias y te hacen vivir segregado y excluido, en ghettos de todo tipo, tu experiencia es pobre (...) Se rompen las comunidades y generan los grandes abismos”.

Fuente: El Mostrador, 10 de Junio 2021

martes, 8 de junio de 2021

Jinetes del Apocalipsis

 Los cuatro jinetes modernos del Apocalipsis

Por Manuel de La Iglesia-Caruncho

Jinetes del Apocalipsis. / RR SS
 Jinetes del Apocalipsis. / RR SS
¿Se mantienen las plagas en la actualidad como los grandes azotes de la humanidad o, más bien, los principales problemas que enfrentamos han cambiado?

Los cuatro jinetes del apocalipsis representaban las plagas que azotaban a la humanidad a comienzos de la era cristiana. Cada uno montaba un caballo de color diferente: el rojo o alazán, representaba la guerra, portando el caballero una gran espada; el negro, montado por un jinete con una balanza -para pesar el pan durante las hambrunas- representaba el hambre y la pobreza; el bayo o amarillento, la enfermedad y la muerte, cargando quien lo cabalgaba con una guadaña o un tridente. El cuarto caballo, blanco, podría simbolizar la salvación: el jinete porta arco y flechas, lo que aludiría a la evangelización de pueblos lejanos. Aunque suene extraño, pues fue escrito a fines del siglo I, el Apocalipsis de San Juan admite una lectura profética.

La pregunta es: ¿se mantienen estas plagas en la actualidad como los grandes azotes de la humanidad o, más bien, los principales problemas que enfrentamos han cambiado? Y otra pregunta: ¿cómo estamos en cuanto a soluciones?

LA GUERRA

Nadie en su sano juicio negaría que la guerra es uno de los grandes flagelos que sigue padeciendo la humanidad. Con tan sólo enumerar los conflictos que ha habido desde de la II Guerra Mundial, la lista sería interminable. Y todavía hoy es larga: Siria, Sudán, Afganistán, Irak, Libia, Yemen...

Ahora bien, no puede hablarse de guerras sin hacer referencia al armamentismo, una de primeras causas. Según el “Instituto Internacional de Estudios para la Paz” el mundo, en 2020, se gastó 1,98 billones de dólares en armamento. EE UU, 730 mil millones, el 38% del total, seguido por China con 260 mil (el 14% del total). Muy de lejos, India (el 3,7%) y Rusia (el 3,4%). Compárese con la Ayuda Oficial al Desarrollo: 170 mil millones; ni la décima parte.

Otra cifra espeluznante: las ojivas nucleares activas se estiman en 13.865 -el 90 por ciento en manos de EE UU y Rusia-. De ese total, casi 4 mil están listas para su lanzamiento. Cada una cuenta con una capacidad destructiva 80 veces mayor que la arrojada sobre Hirosima, la cual causó la muerte a cien mil personas.

El negocio que mueven las armas es enorme. Las cinco empresas que encabezan el ranking de fabricantes de armas, todas de EE UU (Lockheed Martin, Boeing…), declararon en 2018 unas ventas de 148 mil millones de dólares. La capacidad de sus lobbies de “cañonear” con millones a quienes deberían decidir la reducción del armamentismo, es letal. Biden no ha dicho ni una palabra sobre la política armamentística. Aquí, business as usual.

El negocio de las armas es perverso, pues necesita guerras o amenazas, reales o imaginarias, que lo justifiquen. La invasión de Irak, con la excusa de las “armas de destrucción masiva”, o la OTAN, que nació para hacer frente a la URSS y que pervive treinta años después de la caída del Muro de Berlín, son buenos ejemplos.

¿Alguna luz al final del túnel? Una, aunque demasiado mortecina: en enero de este año entró en vigor el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares. Cada estado firmante se compromete a no fabricarlas, adquirirlas o poseerlas y a no permitir su despliegue en su territorio. No lo han firmado ni las potencias atómicas ni los países de la OTAN, pero su entrada en vigor debería aumentar la presión para que se reduzcan los arsenales.

EL HAMBRE Y LA ENFERMEDAD

Si la Covid-19 se ha llevado ya a más de 3 millones de personas y sigue causando estragos y si, por otra parte, se estima que alrededor de 800 millones de personas padecen hambre crónica, estas lacras deberían quedar incluidas entre los cuatro jinetes actuales del apocalipsis. Basta con pensar en los millones de niños y niñas que sufren malnutrición y raquitismo.

Sin embargo, el rápido descubrimiento de las vacunas y la noticia de que probablemente -debido sobre todo a la posición de EE UU- se liberarán las licencias para que se produzcan las suficientes en un corto espacio de tiempo, permite otear una luz al final del túnel para esta pandemia. Las grandes compañías farmacéuticas se resistirán aunque hayan recibido grandes aportes de los gobiernos para desarrollarlas, pero confiemos en que prevalecerá el interés público sobre el privado.

En lo que respecta al hambre, ha bajado casi a la mitad desde 1990, aunque ahora haya un repunte coyuntural debido, entre otros factores, a la pandemia. De acuerdo a la FAO, la tasa de desnutrición en los países más pobres se ha reducido del 40% al 26% en los últimos quinquenios. La meta hambre cero, incluida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), no parece una quimera, aunque suponga todo un reto. Y hay otros, como lograr una producción y un consumo de alimentos más sostenible.

LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD

Si creemos al Banco Mundial, la pobreza extrema afectaría ya sólo al 9 por ciento de la población, unos 700 millones de personas -aunque en 2020, por los efectos de la pandemia, hay que añadir otros 100 millones a esa cifra. Sin embargo, esos números han sido contestados por Philip Alston, hasta hace poco relator especial sobre extrema pobreza y derechos humanos de Naciones Unidas, quien sostiene que la disminución de la pobreza ha sido muy escasa. Alston considera que unos ingresos equivalentes a 1,9 dólares al día, la cifra que el Banco Mundial utiliza como línea de pobreza, sólo sirve para “asegurar una subsistencia miserable”.

Así que, la realidad puede contarse de otra manera: casi la mitad de la población mundial, 3.400 millones de personas, viven con menos de 5,5 dólares diarios. Tal vez den para pagar el coste de una canasta de alimentos, pero no cubren una vivienda digna ni el acceso a una buena salud y educación. Y esa cifra no ha disminuido desde 1990.

Al igual que no puede hablarse de las guerras sin referirse al armamentismo, tampoco puede hablarse de la pobreza sin referirse a la desigualdad. Según la ONG Oxfam, el 1% de la población mundial ya supera en riqueza al 99% de la población restante; y según un reciente artículo recogido en The New York Times, los jefes ejecutivos de las grandes compañías norteamericanas ganan como promedio 320 veces lo que un trabajador medio, una proporción que hace treinta años era de 60 a 1. Incluso para personas conservadoras estas cifras resultan escandalosas. Que los jefes ganen diez, veinte, treinta veces más si se quiere, que el promedio, no lo ven mal, pero… ¿320?

La solución para evitarlo sería contar con sistemas impositivos más progresivos, como defienden, entre otros, el premio Nóbel Joseph Stiglitz y Thomas Piketty, uno de los autores que más ha estudiado el fenómeno de la desigualdad. Cuando los impuestos a los ricos caen, como ha sucedido desde los años 70, la desigualdad se acelera.

No obstante, hay problemas complicados de resolver. El primero, esos paraísos fiscales que esconden siete billones de dólares, en buena parte procedentes de beneficios que ocultan las grandes empresas multinacionales. Una evasión que podría suponer una pérdida en la recaudación fiscal de los distintos gobiernos de 600 mil millones de dólares al año. Y no se trata sólo de las islas Caimán o las Bermudas, sino también de Suiza; o de países que, como Luxemburgo, Holanda, UK e Irlanda, establecen tasas impositivas muy bajas para que las grandes empresas establezcan allí sus sedes y declaren allí los beneficios que en realidad logran en otros lugares. Y los países que no son paraísos fiscales han reducido también sus tasas, para no perder más inversiones.

El segundo: por increíble que parezca, las tasas reales -efectivas- de impuestos son menores para los ricos que para las clases medias. Según detallan Sáez y Zucman en El triunfo de la injusticia, las 400 personas más ricas de EEUU pagan un tipo efectivo real inferior al promedio de la clase trabajadora. Así que, un milmillonario, paga menos en proporción a sus ingresos que una profesora o un médico. Y el tercer problema: la imposición sobre las rentas del capital es mucho menor que las del trabajo, lo que sólo se explica por la presión que ejerce la clase más adinerada sobre el mundo político.

La desigualdad de ingresos no es la única; están también la de género, las étnicas... Todas ellas, además de injustas, tienen efecto en los ingresos, en las diferencias salariales entre mujeres y hombres, en la pobreza de los pueblos originarios, en la infantil y juvenil.

¿Alguna luz al final del túnel? La pandemia ha obligado a los gobiernos a efectuar gastos extraordinarios en salud y en el apoyo a personas y a sectores económicos muy golpeados, lo que necesariamente requerirá subir impuestos. Biden ya ha anunciado que su plan destinado a mejorar la educación, el cuidado infantil y la ayuda a las familias, debe financiarse en parte con un mayor aporte de los más ricos y las grandes compañías. Así que, el impuesto de sociedades en EE UU pasará del 21 al 28%. No es algo revolucionario, pues Trump lo había bajado del 35 al 21%, pero hay otras cosas no menos importantes: Biden se ha manifestado a favor de que las sociedades tributen donde consiguen los beneficios y no donde dicen que los generan y, también, a favor de un impuesto mínimo del 21% para las sociedades en todo el mundo -aunque ya lo ha rebajado, en cuestión de días, al 16%.

MEDIO AMBIENTE Y CAMBIO CLIMÁTICO

El problema que supone el cambio climático no está en la Biblia, pero si no se reducen drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero -como el CO2- será imposible evitar que el planeta se caliente más de 1,5 grados respecto a los niveles pre-industriales, un umbral que el mundo científico considera muy peligroso sobrepasar. No es ninguna broma: ya llevamos 1,1 grados de aumento y los efectos están ahí, palpables, en los incendios, sequías, inundaciones, olas de calor extremas, pérdidas de glaciales…

Es el umbral que se pactó no sobrepasar en el “Acuerdo de París”, un tratado aprobado por 189 países en 2015, aunque no se especificaron las metas de reducción que los distintos países debían cumplir. No obstante se sabe que mantener la temperatura por debajo de ese aumento de 1,5 grados requiere cero-emisiones de gases de efecto invernadero en 2050 y una reducción del 45% en 2030 respecto a 2010, es decir, de 7,6% al año. ¿Esperanzas en lograrlo? Los compromisos presentados hasta ahora por los distintos países son muy insuficientes, aunque dos factores pueden cambiar la situación: el mundo científico, que clama al cielo, y la conciencia cada vez mayor de la ciudadanía joven, que demanda actuaciones rápidas para no heredar un planeta inhabitable.

Aunque muy recientemente la Unión Europea ha decidido reducir las emisiones en un 55% para 2030, EEUU a la mitad en el mismo año, y China, aunque en menor medida, también se ha sumado a esas intenciones, está todo por demostrar. Cuando se celebró la Cumbre de Río en 1992, ya quedó clara la necesidad de reducir las emisiones y, sin embargo no han cesado de crecer -si bien a una tasa cada vez menor-. Los lobbies del sector petrolero y la agroindustria han financiado generosamente a candidatos políticos y han logrado retrasar toda regulación medioambiental. El reto es descomunal.

MIGRACIONES, DISCRIMINACIÓN, RACISMO

La población migrante se estima hoy en 270 millones de personas, una cifra similar a la de toda la población mundial hace dos mil años. Por otra parte, se calculan 26 millones de refugiados, 41 millones de desplazados dentro de los países y 3 millones que buscan asilo. Son números que seguirán incrementándose en cientos de millones en las próximas décadas, mientras persistan las guerras y aumenten las temperaturas.

Así que, se correrá el peligro de que aumente la xenofobia, aunque existen dos antídotos: mejorar las condiciones de vida de la población más desfavorecida de los países de acogida y desarrollar políticas de inmigración que regulen los desplazamientos humanos de manera que beneficien a todas las partes: migrantes, países de acogida y países de origen.

No es tan difícil: los inmigrantes aportan a la economía, al fisco y a la seguridad social de los países receptores; compensan el envejecimiento de la población y contribuyen a que las sociedades sean más diversas y multiculturales. Todo ello, sin un impacto negativo apreciable sobre los salarios del país receptor. Para los países de origen, las remesas que envían, en torno a 550 mil millones de dólares al año, resultan vitales. Triplican a la Ayuda Oficial al Desarrollo. Son razones en favor de una inmigración ordenada a las que hay que añadir, cuando sea el caso, la solidaridad con quienes huyen de conflictos y el respeto a las normas internacionales sobre el derecho de acogida.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Junto a los grandes beneficios de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), se plantean también enormes retos. Uno de ellos es que solo la mitad de la población mundial goza de acceso a internet; y otro, también crucial, es la utilización de los datos proporcionados por los usuarios. Yuval Harari, autor de Sapiens y 21 lecciones para el siglo XXI, afirma que el mayor problema político, legal y filosófico de nuestra época es cómo regular la propiedad de los datos.

La información que fluye hacia las empresas tecnológicas a través de la web y el big data les permite conocer con exactitud las preferencias, costumbres, opiniones o estado de la salud de cada persona. De ahí a influir en sus decisiones de consumo o en sus preferencias políticas, y de vender información sensible -por ejemplo, a compañías de seguros sobre nuestra salud-, hay un pequeño paso que ya se está dando. Son problemas nuevos que si no quedan resueltos a través de una regulación para la que todavía no hay fórmulas, podrían convertirse en amenazas para una humanidad libre y consciente.

ENTONCES, ¿SE MANTIENEN LAS PLAGAS DE SIEMPRE?

La respuesta es sí: las lacras que padecía la humanidad hace dos mil años, el hambre, la enfermedad, la guerra, la pobreza, no han desaparecido. Y, aunque ya no se esclaviza a los vencidos, la discriminación que sufren las mujeres, la población afrodescendiente, los pueblos originarios o las personas migrantes sigue ahí, como una hidra de las siete cabezas eterna. Además han aparecido otras calamidades: el cambio climático, la desigualdad creciente y los retos todavía irresueltos que plantea la inteligencia artificial y el big data. Es cierto que algunas maldiciones, como el hambre y la enfermedad, están cerca de encauzarse pero, otras, como el armamentismo, la pobreza, la desigualdad o los retos de la inteligencia artificial, están fuera de control. Respecto al cambio climático, la pregunta de si lo mantendremos a raya está todavía sin despejar.

Sin embargo, hay una gran diferencia con los problemas del siglo I: los conocemos bien y disponemos de los medios técnicos y económicos para resolverlos.

Acabar con la pobreza, el hambre, combatir el cambio climático, mejorar los servicios de  salud y de educación, contar con sistemas de protección social mínimos y universalizar la conexión a internet, está a nuestro alcance. Son asuntos que forman parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible comprometidos por todos los países para alcanzarse en 2030.

Sin embargo, nunca se han acordado los recursos suficientes para lograrlos, a pesar de que bastaría con redirigir una parte significativa de los billones que cada año gastamos en armas, contar con políticas salariales más justas -un mejor reparto entre salarios, bonus y dividendos- y con sistemas impositivos progresivos. La recuperación de esos 600 mil millones de impuestos potenciales que se evaden cada año a través de los paraísos fiscales y la “fiscalidad verde”, complementarían los medios. Y lograr la equiparación de las tasas impositivas de las rentas del capital y del trabajo y, por otra parte, aumentar la imposición fiscal a las ganancias de las grandes empresas -con un impuesto mínimo para sociedades en todo el mundo- haría el resto. Además, una redistribución bien diseñada, que mejore la educación de la ciudadanía y que apoye a las pymes, al mundo emprendedor, no está reñida, sino al contrario, con la economía: aprovecha el talento y la energía de cada quien para el bien común.

Ahora bien, si es tan fácil la teoría, ¿qué se opone a ello en la práctica? Bueno, el primer obstáculo es el enorme poder de las grandes empresas y sus lobbies: la banca, la big pharma, el complejo militar-industrial, las petroleras, las tecnológicas, la agroindustria. Su capacidad para influir en las decisiones políticas es formidable, tanta como la influencia que ejercen a través del control de los medios de comunicación.

Así que, no se trata sólo de que las grandes empresas paguen los impuestos que les corresponden, sino también de otras cosas, como que se promulguen leyes de competencia antimonopólicas efectivas o se dificulten las pasarelas o puertas giratorias entre los altos cargos del sector público y el privado. Las regulaciones deben ser muy estrictas para la gran banca, capaz de provocar crisis globales por comportamientos irresponsables. Y, por cierto, otro gran reto que atañe al sector financiero es lograr que reduzca la financiación que otorga a los negocios relacionados con los combustibles fósiles -750.000 millones de dólares a empresas de carbón, petróleo y gas en 2020- y la destine a energías limpias.

La presión desde la ciudadanía organizada para acabar de una vez por todas con los viejos y nuevos azotes de la humanidad debe continuar. Presión contra el armamentismo y a favor del desarme nuclear; presión contra la discriminación y a favor de la igualdad; presión contra la falta de regulación efectiva sobre la banca, sobre las empresas tecnológicas, sobre las petroleras…; presión a los gobiernos y a las instituciones supranacionales, como la Comisión de la Unión Europea, para que cumplan con su deber de gobernar para el bien de todos y no se dejen comprar. La sociedad civil cuenta con numerosos aliados, parlamentos, gobiernos responsables, organismos de NN UU, sindicatos, municipios, empresas de sectores sostenibles, el mundo de la ciencia, universidades… y con el de la ciudadanía consciente. Ese es el camino y la esperanza. @mundiario


Fuente: Mundiario, 30 de Mayo 2021

domingo, 6 de junio de 2021

Neoliberalismo. ¿ El comienzo del fin ?

 Humanidades

Neoliberalismo. ¿El comienzo del fin?

El neoliberalismo se instauró en las sociedades el siglo XX. En Chile, su vigencia puede verse, por ejemplo, en la discusión sobre matrimonio igualitario, los derechos reproductivos y de acceso a recursos naturales. Cuatro especialistas revisan esta corriente de pensamiento, y dan una mirada a lo que ocurre en la actualidad.

Por: Diario Concepción06 de Junio 2021
Fotografía: Carolina Echagüe

Por Ximena Cortés Oñate

El neoliberalismo ha sido recurrentemente criticado en nuestra sociedad, más aún luego del 18 de octubre de 2019, cuando el llamado estallido social lo puso en el centro de su ira. No siempre existe total claridad sobre el concepto, pero pareciera haber consenso en torno a que se trata de un modelo que genera desigualdades y sigue vigente en nuestra sociedad.

La socióloga Beatriz Cid explica que el neoliberalismo es una corriente teórica e ideológica y una práctica política, que revive, en parte, el liberalismo clásico. “En suma, propone la libertad económica como valor central y la reducción del tamaño del Estado”.
Como práctica política, señala la directora del Magister en Investigación Social y Desarrollo de la Universidad de Concepción, el neoliberalismo “remite a las transformaciones que apuntaron al desmantelamiento de los Estados de Bienestar, keynesianos, y estados de compromiso desde los años ’80”.

El economista Jorge Dresdner agrega que, como corriente de pensamiento, el neoliberalismo descansa en una filosofía política que busca hacer resurgir el ideario liberal, pero en una versión más moderna.

“Uno de los elementos destacados es que busca sustento en una corriente de la teoría económica que enfatiza el libre funcionamiento de los mercados. Pero, sus ideas básicas se derivan de la preeminencia de la libertad individual y el rol disminuido (subsidiario) que debe tener el Estado en la sociedad”, sostiene el Doctor en Economía y académico del Departamento de Economía de la Universidad de Concepción.

En tanto, el filósofo Cristóbal Friz prefiere cifrar en la transformación del mercado en garante del presunto funcionamiento autónomo del aparato económico, una de las consecuencias más evidentes del neoliberalismo.

Para el Doctor en Estudios Americanos, “esto supone, entre otras cosas, que lo que en una perspectiva democrática podemos considerar como derechos sociales (salud, pensiones y educación, por ejemplo), pasan a ser ponderados como bienes y servicios que se transan en el mercado privado. Al mismo tiempo, dejamos de ser concebidos como sujetos de derechos, para pasar a ser tratados como agentes económicos: oferentes, productores, consumidores, etc”.

Algo similar señala Dresdner, al asociar el neoliberalismo con “la histórica disolución de los lazos comunitarios fuertes que caracterizaban a las sociedades más avanzadas hasta comienzos del siglo XX, y la generación de una conciencia fuerte sobre la importancia de la individualidad”. Entonces, dice, “creo que se basa en un cambio importante que se produjo en las sociedades humanas durante el siglo XX y que actualmente aún está vigente, por ejemplo, en la discusión sobre matrimonio igualitario y derechos reproductivos. Por supuesto, como toda visión filosófica, es sólo una de las formas posibles de entender la individualidad”.

Cid, por su parte, es enfática en aclarar que neoliberalismo no es sinónimo de capitalismo. “Hay muchos tipos de capitalismos reales y el neoliberalismo, como ideología y como práctica, es un tipo de capitalismo”.

En 1944, explica, el científico social y filósofo Karl Polanyi realizó una importante crítica al liberalismo económico, por considerar los factores de producción -tierra, trabajo y capital- como mercancías comunes, sujetas a mercados autorregulados. El trabajo, dice Cid, “no es en realidad solo fuerza de trabajo (mercancía cuyo valor es el salario de mercado), sino la propia vida humana que se reproduce en los ciclos familiares. Asimismo, la tierra tampoco es una mercancía regular, sino la naturaleza que sigue sus propios ciclos de reproducción de la vida”.

En ese sentido, agrega, “Polanyi nos dice que reducir tierra y trabajo a la condición de mercancías sujetas a transacciones en mercados autorregulados – precio de la tierra y salario de mercado -, no permite garantizar sus condiciones de reproducción ni tampoco su calidad”.

Modelo desigual

Chile ha sido tildado de laboratorio de experimentación de las políticas neoliberales, recuerda Friz. En ese sentido, no le parece extraño la manifiesta incomodidad que se evidencia en la sociedad con respecto al neoliberalismo.

Según la abogada Amaya Alvez, “hoy la ciudadanía clama por un pacto social de corte igualitario, ante la evidencia del fracaso de las lógicas de mercado para la provisión de derechos sociales y la administración de recursos naturales, como el caso del agua”.

A juicio de la académica de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales UdeC, “es claro que el crecimiento macroeconómico ha acrecentado las desigualdades, depredando los recursos naturales y maltratado a las comunidades, ante lo cual ha emergido un profundo malestar social. Además, la ciudadanía ha impugnado el modelo de gobernanza impuesto por el neoliberalismo, reclamando un modelo más transparente y participativo, que logre transformar el modelo de vida y de convivencia que nos rige”.

Para Dresdner, la visión neoliberal se asume y se plasma en la sociedad chilena en una forma especial. “Ésta fue determinada por el momento político que vivía el país en los años 70 y 80 (dictadura militar) y la versión autóctona se genera cargada de muchas ideas conservadoras”.

A su juicio, su expresión más clara en el plano público está “en las políticas que inicia el gobierno militar que afectan el sistema de previsión social, la reforma de las relaciones laborales, la política educacional, y la privatización de la economía, entre otras”. Todas tienen un mismo acento, señala: aumentar el espacio de decisiones de la empresa privada y la reducción de la injerencia del Estado en la oferta de servicios públicos básicos para la población.

“Esto genera una redistribución de la riqueza enorme en el país que beneficia a ciertos grupos económicos, y redunda en grandes desigualdades en el acceso a servicios básicos como previsión, salud y educación. Parte del malestar que viven grandes sectores de la población están relacionados con la desigualdad que esta situación generó en la riqueza, ingresos, acceso a los servicios, y trato”, agrega el economista.

Teniendo esos antecedentes en cuenta, Friz señala que “el hecho de que los denominados gobiernos postdictatoriales mantuvieran y profundizaran estas políticas, en lugar de contravenirlas o revertirlas, me parece que es otra causa de descontento importante”. A esto agrega que el neoliberal es un modelo en el cual la profundización de las desigualdades no es una falla, sino parte de los resultados que se consideran espontáneos del orden de mercado.

Friz considera, además, que el rechazo del modelo “hunde sus raíces en el hecho de que, llevado a sus últimas consecuencias, el proyecto neoliberal es antipolítico y antidemocrático: confiar el ordenamiento del orden social al presunto automatismo del mercado supone, en su extremo, negar la posibilidad de que la sociedad decida de forma consciente y autónoma sobre sus modos de vida”.

Cid va más allá. “Buena parte del siglo XX fue un ejercicio político y económico de rechazo al liberalismo global de la Pax Britannica del siglo XIX y de establecimiento de mecanismos de protección de estos factores productivos. Este rechazo tomó muchas formas: la experiencia de los socialismos reales, los capitalismos regulados, los estados keynesianos de compromiso y de bienestar, e incluso el fascismo, que ha sido visto como una forma de rechazo -bastante perversa- a la experiencia liberal”.

Hacia finales del siglo XX y en el contexto de la crisis, complementa, “encontramos una nueva ola de hegemonía liberal –neoliberal ahora- que se expresó en un consenso en torno al achicamiento del Estado, y el desarrollo de economías globales bastante desreguladas”. En su opinión, “gran parte de la crítica que Polanyi hace al liberalismo clásico aplica en el contexto contemporáneo: la desregulación y la ausencia de mecanismos de protección amenaza la sustentabilidad y las condiciones de reproducción de la vida económica (sus factores productivos), que no son otra cosa que la sociedad humana y su contexto natural”.

¿El comienzo del fin?

Frente a la crisis social y sanitaria que vivimos en la actualidad, las sociedades demandan formas de protección que aseguren su bienestar. Cid reconoce que estas demandas no siempre toman vías democráticas. “Si en el siglo XX ciertas formas de antiliberalismo encontraron expresión en el fascismo, el riesgo ahora son experiencias como el Trumpismo. Me gusta pensar, en todo caso, que debieran imponerse miradas y alternativas de carácter emancipador”.

Por su parte, Alvez pone el foco en la constante negativa del gobierno a implementar políticas de corte universal, en un momento extraordinario como el que vivimos, que ha generado angustia en miles de familias. “La focalización ha sido un mantra de las políticas neoliberales, pero ha chocado ante la carencia de registros sociales adecuados para comprender la realidad socioeconómica de las familias, que en muchos casos dependen de ingresos informales y viven agobiados por las deudas que el mismo modelo fomenta”.

Para ella, ha llegado el comienzo del fin del neoliberalismo como pacto social. Una notable evidencia, dice, es el proceso de vacunación. “Ha sido dirigido y orientado por el Estado a través de una lógica de universalidad, escalonado según vulnerabilidad, sin distinguir entre ingresos y sistemas de provisión de salud para la distribución de las vacunas. Ello demuestra que es perfectamente posible organizar los derechos sociales bajo una lógica pública”.

Desde su rol de Constituyente electa por el Distrito 20, Alvez señala que “la Nueva Constitución deberá sentar las bases de un modelo de Estado social de derechos, reencontrándose con la tradición republicana que fuera abruptamente rota con la imposición de la Constitución de 1980. Para ello, tendremos la oportunidad histórica de definir colectivamente las potestades públicas del Estado frente al mercado y la forma que asumirá nuestro modelo democrático”.

Para Friz, una alternativa real al neoliberalismo es el proyecto de una sociedad distinta, cuyos principios fundantes sean formulados en términos positivos. “Una sociedad propiamente política y democrática: una sociedad que decide sus destinos, sus modos de vida; que decide, por ejemplo, qué son derechos, por una parte, y qué son bienes transables en el mercado, por otra”.

Dresdner da una mirada distinta. “Lo que tenemos en el mundo son sociedades con distintos grados de `individualismo´ y `colectivismo´. La pregunta es cuánto estamos dispuestos a restringir las libertades individuales por el bien común”. Y pone un ejemplo: “la pandemia ha significado una restricción fuerte en la libertad para movilizarse. Lo podemos aceptar temporalmente por la emergencia, pero probablemente no vamos a estar dispuestos a aceptarlo en otras condiciones o en forma permanente. Entonces, la individualidad que proclama el neoliberalismo y su libertad de elegir, probablemente van a subsistir en una serie de áreas en la sociedad”.

Por ello, cree que es difícil pensar en una sociedad sin rasgos neoliberales en este sentido. Pero, “lo que caracteriza a las sociedades no son todos los elementos que contienen, sino las ideas centrales que la fundan. Y, probablemente, lo que va a surgir de la Nueva Constitución es una sociedad con menos rasgos neoliberales, donde áreas importantes de servicios básicos van a estar determinados por sistemas colectivos”.

Cid también se manifiesta convencida de que es indispensable pensar más allá del neoliberalismo. Para ello, propone observar las prácticas de cooperación que llevan a cabo comunidades hoy en día. “Estas son muchas veces experiencias reales -de pequeña y mediana escala- de producción de relaciones sociales, no mediadas por mercados autorregulados, sino por formas de protección y cuidado de las personas y del medio ambiente. Hay muchísimas de esas experiencias, desde las prácticas de ollas comunes, hasta empresas de carácter social; y creo que representan ejercicios a estudiar y buscar escalar”.

También recuerda las amplias y antiguas tradiciones del cooperativismo, mutualismo, economía social y economía solidaria. “Ya desde los orígenes del capitalismo moderno, grupos de trabajadores y personas se han organizado en forma autogestionaria. Hay ahí una tradición -fuertemente democrática, política y colectiva- de construcción de alternativas al neoliberalismo”.

Universidad y neoliberalismo

En su libro “La universidad en disputa. Sujeto, educación y formación universitaria en la concepción neoliberal”, Friz se refiere a los efectos de la implementación de las políticas neoliberales en la formación de estudiantes de educación superior.
Uno de ellos, quizás el más evidente, dice, es que el estudiante “deja de ser concebido como un sujeto portador de derechos, como un ciudadano que es instruido para hacer un aporte a su comunidad y es transformado en un cliente. La formación universitaria es enfocada como una inversión en capital humano, y el estudiante como alguien que gestiona, desde la elección vocacional misma, su carrera en términos de mercado”.

Lo anterior, señala, “repercute en los académicos, los que pasamos de ser formadores a ser prestadores de servicios educacionales. La investigación, por su parte, pasa a ser concebida como una labor competitiva: por ejemplo, los fondos fiscales son asignados, justamente, a quienes tienen las credenciales para, presuntamente, triunfar en el mercado”.

El filósofo aclara que las políticas neoliberales afectan a todas las universidades del sistema nacional, ya sean estatales, privadas tradicionales, o pertenezcan al grupo de universidades creadas con posterioridad a 1981 (cuando comienza la “neoliberalización” del sistema de educación superior chileno). “Todas deben competir como agencias en un mercado y legitimarse por los mismos criterios de calidad (un criterio de mercado), dictados por un poder ejecutivo que opera como garante del funcionamiento de la lógica mercantil”.

Para él, superar esta situación requiere de decisión política, que es justamente algo debilitado o neutralizado por la lógica neoliberal.

Amaya Alvez: “Es claro que el crecimiento macroeconómico ha acrecentado las desigualdades, depredando los recursos naturales y maltratado a las comunidades, ante lo cual ha emergido un profundo malestar social”.

Jorge Dresdner: “La expresión más clara del neoliberalismo en el plano público está en las políticas que inicia el gobierno militar que afectan el sistema de previsión social, la reforma de las relaciones laborales, la política educacional, y la privatización de la economía, entre otras”.

Beatriz Cid: “Si en el siglo XX ciertas formas de antiliberalismo encontraron expresión en el fascismo, el riesgo ahora son experiencias como el Trumpismo. Me gusta pensar en todo caso, que debieran imponerse miradas y alternativas de carácter emancipador”.

 

Cristóbal Friz: “Confiar el ordenamiento del orden social al presunto automatismo del mercado supone, en su extremo, negar la posibilidad de que la sociedad decida de forma consciente y autónoma sobre sus modos de vida”.

Libros recomendados

– Libertad de Elegir, Milton Friedman. 1980.
– Capitalismo y libertad, Milton Friedman. 1966.
– La universidad en disputa. Sujeto, educación y formación universitaria en la concepción neoliberal, Cristóbal Friz. 2016.
– Camino de servidumbre, Friedrich Hayek, 1944.
– Los fundamentos de la libertad, Friedrich Hayek. 1959.
– El ladrillo. Bases de la política económica del gobierno militar. Centro de Estudios Públicos, 1992.
– El otro modelo, Fernando Atria. 2020.
– El Estado Emprendedor, Mariana Mazzucato. 2019.

Fuente: Diario Concepción, 6 de Junio 2021

martes, 1 de junio de 2021

El rey sigue desnudo

 EL REY SIGUE DESNUDO: LA ÚLTIMA CUENTA DEL PRESIDENTE PIÑERA

Por Hernán Leighton y Nicole Martínez


El Presidente Sebastián Piñera rinde hoy su última Cuenta Pública sobre el estado de la nación, en medio del desmarque de los candidatos presidenciales de su sector y sindicado como el mayor responsable de la debacle electoral del oficialismo. El Mandatario llega desnudo –como en el cuento "El traje nuevo del emperador"–, pero pensando que viste finos ropajes. Siendo su última Cuenta ante el país, el Jefe de Estado somete al escrutinio ciudadano todo su segundo mandato, en el que destacan promesas de campaña incumplidas, como la de los "tiempos mejores", y desaciertos importantes como "el oasis", "la pizza", la declaración de guerra, la foto en Plaza Italia, y errores políticos de envergadura, como su prescindencia para encabezar el proceso que llevará al país a redactar la nueva Constitución, las violaciones de los derechos humanos y la tensión interinstitucional que generó entre los poderes Ejecutivo y Legislativo por su requerimiento ante el TC –cuya admisibilidad fue rechazada–, para oponerse al tercer retiro de fondos de pensiones. Pero, pese a ello, quienes conocen la interna de Palacio aseguran que el Jefe de Estado "está empecinado en intentar imponer su mirada de los hechos", una que chocaría no solo con la realidad sino también con la visión de personeros a su cargo y de su sector, que acusan al Presidente de ser incapaz de ver más allá de sus propios diagnósticos. Algo que tiene directa relación con los insumos que les pidió a sus ministros para sustentar su discurso, bajo una sola condición: que cumplieran con el requisito de enfocarse en lo que insiste y pretende que sea su legado.

Toda crisis trae consigo una oportunidad, se suele escuchar en los peores momentos, y en el caso del Presidente, Sebastián Piñera, esto claramente se desaprovechó. En esta, su última Cuenta Pública a la nación, el Mandatario cuenta con una larga lista de desaciertos, lecturas fallidas y oportunidades perdidas, que no dan cuenta solo de los errores políticos del último año, sino más bien de una buena parte de toda su gestión. La lista incluye desde el fracaso de hacer tangible su promesa de campaña de que vienen "tiempos mejores"; su cuestionada visión respecto a que Chile era "un oasis", pronunciada apenas semanas antes de que explotara el estallido social; las violaciones a los derechos humanos, más la penosa declaración de "estamos en guerra";  la "pizza" y la foto posada en Plaza Italia; su prescindencia para encabezar el proceso de transformación política y cultural del país a través de una nueva Constitución; el regateo para conceder beneficios sociales durante la pandemia y su respectiva crisis económica; el portazo que recibió del Tribunal Constitucional, que rechazó el requerimiento que pretendía evitar el tercer retiro del 10 por ciento de los fondos de pensiones. Y, últimamente, la desafectación de los aliados de Chile Vamos, en cuyo sector incluso hubo quienes recomendaron al Presidente quedarse callado, tras responsabilizarlo de los malos resultados electorales en la elecciones de los días 15 y 16 de mayo.

Con todo esto, fuentes del oficialismo y de la oposición opinan que el Jefe de Estado, más que dar una cuenta pública, "debería dar explicaciones al país". Aunque la evidencia de los hechos dice otra cosa, quienes conocen de cerca la personalidad del Presidente Piñera dan por hecho que el Mandatario no va a dejar pasar la concentración de miradas para insistir en una idea que ha generado bastante resistencia y que ha sido deslegitimada, principalmente desde su propio sector: se trata del legado.

A pesar de los múltiples cuestionamientos provenientes desde Chile Vamos a su gestión política, a la incapacidad que tuvo para ampliar su mirada luego de las dos mayores crisis, tanto política como social , el Primer Mandatario está empecinado en intentar imponer su mirada de los hechos, una que chocaría no solo con la realidad sino también con la visión de personeros a su cargo y de su sector, que acusan al Presidente de ser incapaz de ver más allá de sus propios diagnósticos.

Cuando desde el oficialismo se repara en lo difícil que le ha tocado a este Gobierno, considerando el estallido social del 18 de octubre de 2019, sumado a la pandemia y, por consiguiente, a la crisis social y económica, se sabe que ello solo aplica como una cortesía en público, pues luego de aquellas palabras viene consigo, en privado, un cuestionamiento pocas veces visto desde el propio sector gobernante para con su Presidente. Una manera poco sutil de intentar barnizar a una figura presidencial que, acusan, el propio Sebastián Piñera devaluó con su “tozudez”, provocando choques de alta tensión con otros poderes del Estado e instituciones, los que han tenido como resultado un daño a la institucionalidad del país “que se pudo haber evitado”.

La consecuencia más próxima, pero que varios pronostican de largo alcance, es la peor derrota electoral de la derecha en décadas, y que no solo tiene a la elección presidencial a la vuelta de la esquina –a la que se llega con un déficit considerable– sino que, además, dejó a su sector con una representación mucho menor de lo que se pensaba en la composición para escribir la nueva Constitución, hito republicano calificado por diferentes analistas como el más importante de la historia reciente de nuestro país.

Todo eso entrega el marco descriptivo para entender el contexto en el que la primera autoridad del país llega hoy a entregar su última Cuenta Pública, la que se espera ponga sus énfasis en lo que, en la interna más reducida de Palacio –aquel comité político sin experiencia que ha sido tildado de "juguete" o de directiva de centro de alumnos–, entienden como logros y sobre los cuales insisten en que “el tiempo les dará la razón".

Si en la última Cuenta Pública, que traía más de cerca la carga por acusaciones de violaciones de los derechos humanos durante el estallido, no hubo un mea culpa, menos se espera que en esta ocasión exista públicamente una mirada introspectiva respecto de cómo se han hecho las cosas, o el hacerse cargo de los múltiples cuestionamientos provenientes desde las dos almas del oficialismo: por un lado, la incapacidad de “leer lo que sucede en el país” y, por el otro, “la falta de claridad en posiciones que un Gobierno de derecha debiese entregar a su electorado”.

Diferentes personeros que han participado de diversas instancias privadas con el Mandatario tienen un diagnóstico en común, y este dice relación con que no creería en los análisis que se le presentan, sino más bien en su propia forma de entender la realidad. Esto ha arrastrado como consecuencia el distanciamiento con parte de su gabinete, donde hasta en los más duros ha existido “al menos la intención de abrir el foco para entender lo que está sucediendo”, aunque esto no alcanzaría para permear su posición.

Y ante la pregunta de cuál es su posición, la respuesta proveniente de distintas personalidades es la misma: “Sigue creyendo que lo está haciendo bien”, por lo que –advirtieron– no esperan ningún cambio o sorpresa en el actuar o devenir en los nueve meses que le quedan al mando del país.

La apuesta de La Moneda apunta a que lo que quedará en el inconsciente colectivo será la recuperación económica a la que aspiran ciegamente, razón que estaría detrás de la confusa comunicación de riesgo en esta etapa de la pandemia y que ha llevado incluso a abrir Fantasilandia, cuando mayo último ha sido el segundo mes con más altos contagios en lo que va de la pandemia. El otro tema –que ya ha cosechado cientos de detractores– es el contenido en la última declaración del ministro de la Segpres, Juan José Ossa, quien ha buscado instalar la “salida institucional” tras el llamado del 15 de noviembre a la paz, situación sobre la que existe consenso cerrado en que el Presidente nunca quiso y que se vio arrastrado por las circunstancias del momento. A esto se suma el proceso de vacunación, reconocido transversalmente como uno de los hitos más relevantes de su gestión.

Pero el haber tenido que desechar su programa de Gobierno una vez ocurrido el estallido, y también previamente, a través del desvanecido Plan Araucanía, o la apuesta por buscar interpretar a la clase media, sin haber logrado instalar un nuevo relato que sirviera de bandera para los suyos, lo lleva hoy caminando por sus medios y solo hasta el estrado ubicado en el hemiciclo del Parlamento.

De esta manera, desde RN aseguraron que eso en parte “es producto del ninguneo” que han sentido por parte del Ejecutivo, en situaciones como el retiro del 10% y la mejora de las ayudas sociales en medio de la pandemia, en lo que han sido duros críticos de La Moneda por la tardanza de las medidas.

Parlamentarios del sector subrayaron que a veces ni los mismos ministros tienen explicación para las decisiones del Mandatario, ya que este tiene una especie de obsesión con los temas económicos, que a veces no le permitiría ver la necesidad presente de la ciudadanía. Por ahí cree la mayoría que irá, de hecho, su Cuenta Pública: en la cantidad de dinero desembolsado por el Estado en la pandemia en comparación con otros países, además de la cantidad de vacunas e inoculaciones que hay hasta ahora.

De lo que se espera de su discurso, no hay mucha novedad, y pasaría, como tradicionalmente se hace, por el repaso de los avances de los proyectos de ley de cada una de sus carteras, en este caso, los proyectos calificados bajo el rótulo de “legado”.

Así al menos lo solicitó el Mandatario a cada uno de sus ministerios semanas atrás, los mismos a los que hace un tiempo les encomendó la tarea de seleccionar las iniciativas más relevantes que se pretende dejar plasmadas en el libro que contará la historia propia del segundo mandato del Jefe de Estado.

El analista político Tomás Duval se refirió al contexto que rodea al Gobierno, previo a la Cuenta Pública, señalando que uno de los temas que no puede faltar es la arista política del proceso constituyente, pero que no es posible ver esta instancia como una oportunidad para decir “mire, este es mi legado”, sino más bien abocarse a lo que se ha hecho el último año y lo que se hará en los meses que quedan, donde “el Gobierno tiene muy pocos tiempos políticos”.

Agregó que “siendo la última Cuenta Pública, yo creo que no llega en el mejor escenario para el Gobierno (…) primero, porque su sector político tuvo una derrota en la elección reciente. El Gobierno se encuentra también con una baja aprobación de la opinión pública, y la agenda no aparece muy clara en el último año”, sentenció.

Fuente: El Mostrador, 1 de Junio 2021

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