sábado, 31 de octubre de 2020

Solicitudes de cambio de domicilio electoral

 El 1 de noviembre se abren las solicitudes de cambio de domicilio electoral para elecciones de 2021



El trámite se realizará de forma online con Clave Única. De lunes a viernes también podrá ser realizado en las Direcciones Regionales de Servel.

Desde el 1 de noviembre y hasta la medianoche del 21 del mismo mes, quienes necesiten realizar la solicitud de cambio de domicilio electoral para las elecciones de abril de 2021 podrán realizarlo en línea con su Clave Única.
El trámite, que no es obligatorio, sino solo para quienes lo necesiten también podrá realizarse de lunes a viernes, sin clave única, manera presencial en las Direcciones Regionales de Servel y otros organismos como Registro Civil y Chile Atiende.

El cierre del proceso de cambio de domicilio es con miras al proceso electoral del año 2021, no para las Elecciones Primarias de Gobernadores Regionales y Alcaldes del 29 de noviembre de 2020. El 21 de noviembre se realiza el cese de las actualizaciones del Registro Electoral de la ciudadanía (nombres, domicilios electorales e inhabilidades legales, entre otros), para posteriormente generar un nuevo padrón.

Por domicilio electoral se entiende aquel situado dentro de Chile, con el cual la persona tiene un vínculo objetivo, sea porque reside habitual o temporalmente, ejerce su profesión u oficio o desarrolla sus estudios en él. En el caso de los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren en el extranjero, el domicilio electoral es aquel situado fuera de Chile, declarado como tal por el elector.

Revisa cómo obtener o recuperar tu Clave única aquí.

Fuente : Servel Noticias, 29 de Octubre 2020

viernes, 30 de octubre de 2020

Nueva Constitución y su principal peligro

 CLAUDIA HEISS, CIENTISTA POLÍTICA: "EL PELIGRO PRINCIPAL DE ESTE PROCESO ES QUE LAS ELITES TRATEN DE COOPTARLO"

Por Claudia Alamo, The Clinic





Claudia Heiss ha seguido el paso a paso de este proceso político que se cristalizó en el plebiscito del pasado 25 de octubre, pero que viene desde mucho antes y que se fue expresando primero como un malestar hasta estallar como una crisis social. Fue así que se abrió la opción de avanzar hacia una nueva Constitución como salida institucional. Probablemente, la noche del 15 de noviembre en que se llegó a ese acuerdo, pocos habrían apostado a un resultado tan rotundo: el 78% de la ciudadanía marcó la opción de aprobar una nueva carta magna.

Ahora viene otra etapa. Para la jefa de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, esta segunda fase del proceso es muy compleja y requerirá de los guiños que haga la élite para ceder poder. Y dependerá, dice, de la codificación que haga la clase política para revincularse con la sociedad.

La politóloga ya venía procesando el cambio. De hecho, representó a Revolución Democrática en la mesa técnica que trabajó la reforma constitucional y escribió el libro “¿Por qué necesitamos una nueva Constitución?”. Hoy, Claudia Heiss, al igual que varios otros cientistas políticos, mira con especial atención el armado que tendrá la Convención Constituyente, órgano que deberá redactar la nueva carta de navegación del país  ¿Qué rol van a jugar los independientes? ¿Cómo está leyendo la élite política y económica la estela que deja el plebiscito? Ella lo responde aquí:





El triunfo del Apruebo fue rotundo. ¿Cuáles son las principales conclusiones que se deben considerar?

-Lo primero es que la altísima votación que tuvo el plebiscito puede considerarse como una señal de que el proceso constituyente sí canaliza el estallido social. Esa era la gran pregunta que estaba detrás: ¿Cuánta participación habría? Si participaba poca gente, significaba que no había correlación entre el estallido y el proceso constituyente. No fue así. Tuvimos una participación muy alta. Pero ésta era la elección fácil, como escribió el cientista político Juan Pablo Luna.

-¿Fácil?

-Claro. Lo fácil es la parte “destituyente”. Decir: “esto no me gusta”. Pero la pregunta ahora es cómo vamos a pasar de esta masiva destitución a construir una fuerza propositiva. El otro dato clave es que la votación fue una señal súper clara contra el sistema político.

¿Grafica la desconfianza hacia la política?

-Exacto. Fue una señal directa contra los parlamentarios y los partidos. La diferencia que hubo entre la Convención Constituyente y la Mixta no sólo fue enorme, sino que muy elocuente.

¿No es ambivalente también? Por un lado, la política trazó el camino que canalizó el estallido. Pero por otro se evidenció un rechazo brutal al mundo político. ¿No es raro?

-Justamente. Y ése es el dilema que convierte esta salida en algo frágil. Estamos transitando un camino muy frágil y eso me preocupa. ¿Las élites políticas, que son las llamadas a conducir este proceso, tienen conciencia de su propia fragilidad?

¿Pero de qué fragilidad debiera tomar nota la elite?

-No toda la gente que está protestando -y que fue la que motivó el estallido social- se queda tranquila con el proceso constituyente. Lo más probable es que la tensión social va a continuar en los próximos dos años. O sea, vamos a hacer el proceso constituyente en un marco de efervescencia social.

-¿Y cómo dirías que esos sectores que no creen que una nueva Constitución pueda cambiar las cosas? ¿Pesimistas? ¿Desafectados?

-Hay sectores que creen que no hay salida política posible. Hay sectores que perciben el daño que les ha hecho este modelo como algo tan grande que ni siquiera esperan una respuesta del sistema político. No tienen ninguna expectativa de que el cambio constitucional mejore sus vidas. Es un sector muy desafectado. Ahora, hay otro sector que está en una posición un poco más intermedia y que dicen: “La Constitución la van a hacer los mismos de siempre”. Este rechazo a las élites es políticamente transversal. Y ahí hay algo por atender.

CEDER PODER

-A un año del estallido y con el resultado en la mano, ¿la elite estará leyendo lo que dijo la ciudadanía en el plebiscito?

-La gente no sabe leer aquello que no le conviene. Ese es el problema que hemos tenido. Cuando tienes poder, no lo vas a ceder a menos que te veas forzado a cederlo. Y estamos en un punto tal que las circunstancias fuerzan a los partidos a ceder poder. Eso es lo que ocurrió con el acuerdo del 15 de noviembre.

-Pero algunos sectores políticos cedieron a la fuerza, sin convicción. ¿Cómo influye eso ahora?

-Evidentemente, hay sectores de la UDI que hubieran preferido no cambiar la Constitución. O quizás hubiesen preferido hacer un autogolpe. O llamar a las Fuerzas Armadas, reprimir la movilización social y mantener todo igual. Finalmente, el cálculo fue que el costo era tan alto que no era posible usar esa salida. Yo espero que ese mismo cálculo lo tengan hoy día los partidos políticos respecto de abrir la participación a la ciudadanía y proponer mecanismos de representación que sean realmente más inclusivos.

-¿Ve esa disposición?

-Es que si no lo hacen, ellos mismos se van a volver irrelevantes. Y van a terminar perdiendo más de lo que creen que pueden ganar. Sí quiero decir que sería bueno despejar el discurso moral del debate. Ni las élites son peores que la gente ni la gente es peor que la élite. Lo que pasa es que la élite hace más daño porque tiene más poder.

-¿Te refieres a todo el arco político, incluida la centro-izquierda?

-Los grupos más defensores del status quo son el empresariado y la derecha, pero evidentemente la centro-izquierda tiene una responsabilidad en el inmovilismo en el que estamos. La centro-izquierda no puede decir que hizo todo lo que pudo. Profundizó el modelo neoliberal. En general, no puso toda la energía que pudo haber puesto en cambiar las cosas.

-¿Por qué crees que no lo hizo?

-Porque se acomodó a la estructura del poder político. De alguna manera, fue cooptada por los intereses empresariales, por los intereses de la derecha. Así funciona la política. El tema es que esa misma cooptación van a tratar de hacerla ahora en el proceso constituyente.

-¿Y lo ves posible?

-O sea, la pregunta es si van a ver el peligro que encierra el tratar de actuar dando apariencias de un cambio para tratar de mantener las cosas tal y como estaban. Por eso digo: el peligro principal de todo este proceso es que las élites traten de cooptarlo. Ese sería el fracaso del proceso constituyente.

-Cuando hablas de la fragilidad del proceso, ¿lo pones en directa relación con el rol de la elite? ¿O la ciudadanía también debe cuidar este proceso?

-La fragilidad depende mucho más de la inconsciencia de las élites. La ciudadanía lo único que pide es reglas del juego más equitativas, capacidad de incidir a través de la política, menos desigualdad y más justicia social. Esa es la demanda ciudadana.

-¿Y qué pasa si este proceso constituyente no va respondiendo a esas demandas? ¿Se viene rabia?

-Estamos en un momento frágil y depende mucho de lo que hagan las élites. Los que tienen que ceder poder son las élites. Hasta ahora, la demostración de que el proceso constituyente sí contribuyó a calmar las aguas es que bajó mucho la confrontación. La gente confió en el plebiscito y lo más importante es que votaron los jóvenes de sectores bajos que antes no votaban.

-Ese es un buen punto. ¿Por qué crees que los jóvenes decidieron ir a votar? ¿Qué los habrá movilizado? ¿La esperanza?

-Buena parte de los jóvenes que participaron de la revuelta social se sienten protagonistas de este cambio político. Sienten que ellos forzaron al sistema político a generar esta apertura. Tienen una cierta dosis de esperanza de que este camino constitucional permita cambiar las condiciones de vida de la mayoría de las personas. Si esa esperanza se ve frustrada, claro que puede fracasar el intento de canalización institucional.

-Entonces, ¿cómo les debiera responder la política?

-Cediendo poder. Ya vimos que la gente va a votar cuando siente que votar le va a significar algo. No quiere empoderar a otros. Quieren hablar ellos. Por eso digo que redistribuir poder, acercar la decisión a la gente a través de la descentralización, de nuevos mecanismos de participación de democracia directa, esa es es una manera de recuperar la legitimidad del sistema político en general.

-¿Y cómo se hace?

-Bueno, se tendrá que avanzar en reducir el poder presidencial, en aumentar los mecanismos de consultas ciudadanas vinculantes, de iniciativas de democracia directa y descentralizar el poder.

-En esa línea, ¿quiénes deberían estar en la Convención Constituyente? ¿Cualquiera? ¿O deben ser los expertos?

-Esa idea tecnocrática de que deben ser puros abogados constitucionalistas los que discutan sobre la Constitución es también una artimaña para disfrazar el elitismo y mantener las cuotas de poder. La discusión constitucional es una discusión política. Todos los ciudadanos y ciudadanas estamos habilitados para la política. Todos podemos determinar qué nos parece justo y qué injusto. Y si hay alguien que no entiende cómo está formulado un cierto tema, bueno hay asesores técnicos que pueden traducir en lenguaje sencillo y explicarlo. Pero esta idea de que la Constitución sólo la pueden hacer expertos, no solamente es poco democrática, sino que además está refutada.

LOS MIEDOS

-Como cientista política que vienes observando hace rato este proceso, ¿qué esperas ahora?

-Tengo la esperanza de que el sistema político entienda que su supervivencia depende de abrirse a la participación y recuperar sintonía con la ciudadanía. También espero que este proceso realmente sirva para canalizar la disputa social. Pero eso requiere –insisto- que haya una real distribución de poder. Y lo reitero porque uno ve que hay sectores que están tratando de mantener las cosas como están y minimizar el efecto transformador del proceso constituyente. Nos van a tratar de decir: “Ya, les vamos a dar derechos sociales, pero codificados de manera tal que no cambien mucho las cosas”.

En el fondo, ¿que parezca una discusión constituyente, pero que se cocine por abajo?

-No me cabe duda que hay sectores políticos que entienden así el proceso constituyente. Y tampoco se les puede culpar. Es la forma en la que han hecho política por 30 años. Ahora, la incorporación de la paridad de género, de los escaños reservados, de los independientes, son una señal de que hay una cierta conciencia de que ya no se puede funcionar así. Pero no sé si ven la magnitud del peligro que acecha a todo el sistema político. 

Si la calle se ha empoderado y el mundo político está deslegitimado. ¿Cómo se avanza?

-Por eso decía que es un momento muy frágil. No es evidente que esto vaya a salir bien, en absoluto. Puede salir mal si es que no logramos conservar el pluralismo, conservar la diferencia legítima de opiniones en el proceso constituyente.

-Juan Pablo Luna decía que el camino constituyente es importante, pero no resuelve todo. Que la elite debe sentarse a negociar…

-Estoy totalmente de acuerdo. Por eso llegamos donde llegamos. Es inaudito que un país que ha tenido el nivel de desarrollo y crecimiento de Chile, haya estirado la cuerda hasta este punto. Es inaudito que la elite haya sido tan ciega, sorda y muda a la realidad social. Es inaudito que hayamos tenido que tener 30 personas muertas y 400 mutilados oculares para reaccionar. Realmente la tozudez de nuestra dirigencia es impresionante. Y ahí hay una responsabilidad de todos los sectores políticos. No sólo de la derecha. La derecha evidentemente es la más reacia a hacer los cambios, pero la centro-izquierda tampoco vio la gravedad de la situación a la que estábamos llegando. 

-Entonces, ¿no toda la responsabilidad de lo que ha pasado la tiene la Constitución?

-Si la centro-izquierda hubiera estado peleando con uñas y dientes para cambiar el sistema de pensiones, esto no hubiera ocurrido. La gente no es tonta. El clivaje “nosotros-ellos” se superpuso al clivaje “izquierda-derecha” y en buena parte eso fue porque tanto la izquierda como la derecha dejaron de representar alternativas reales. ¿Por qué los empresarios aman al gobierno de Ricardo Lagos? Porque la centro-izquierda dejó de ser una amenaza para los intereses económicos.

-Se ha cuestionado si en estos años hemos tenido una democracia sólida. ¿Dirías que hoy, después del plebiscito, tenemos más democracia?

-Definitivamente. Tenemos más democracia porque las instituciones de la Constitución del ’80 ya están agónicas. Estamos en un momento de empoderamiento de la mayoría y la democracia es el gobierno de las mayorías. Eso es algo que no hemos tenido en estos 30 años. La mayoría no ha podido hacer su voluntad. Fue frenada por todo este tramado institucional diseñado, justamente, para impedir que si llegaban a gobernar los adversarios, no pudieran hacer algo muy distinto de lo que ellos habrían hecho. Bueno… hemos pasado todos estos años haciendo algo no muy distinto de lo que la propia dictadura hubiera hecho en algunos temas estructurales.

-¿Tienes el temor de que, finalmente, no se pueda mover tanto el tablero constitucional?

-Si el proceso constituyente no produce transformaciones reales, el malestar va a seguir. Pero creo poco probable que no se produzcan transformaciones. Nada va a ser tan malo como la Constitución del ’80. Ya no vamos a tener la regulación de la propiedad privada como un bien supremo, que es como está puesto en la Constitución del ’80. Pero, además, esto no es solamente un tema de cómo quede en el texto, sino del ethos que está detrás del proceso constituyente.

-¿Cómo así?

-Creo que esto va a moderar el neoliberalismo, porque la fuerza que está detrás del proceso constituyente es reducir la desigualdad, fortalecer la protección social y redistribuir el poder.

-Por ahí van los miedos de una parte de la derecha: que una nueva Constitución cambie el derecho de propiedad, la autonomía del Banco Central…

-Es que no tengo para nada la impresión de que esto sea un movimiento para abolir la propiedad privada, ni que vaya por la ruta del socialismo ni mucho menos. Es un error leerlo así.

-Pero es un miedo que existe en algunos sectores…

-Entiendo que hay una derecha apanicada que cree que esto es contra el derecho de propiedad y que es para construir un soviet en Chile. Pero es un grupo minoritario. En el fondo, es una derecha que tiene miedo de que la nueva Constitución sea un programa político tal como ha sido, en cierta medida, la Constitución del ’80. Pero con la regla de los dos tercios, eso no tiene ninguna base en la realidad.

Fuente: The Clinic, 29 de Octubre 2020


jueves, 29 de octubre de 2020

Un mandato para una nueva Constitución


 

80/20  UN MANDATO PARA UNA NUEVA CONSTITUCIÓN Y UNA NUEVA POLÍTICA

Por El Mostrador

El contundente resultado del plebiscito orienta al Gobierno a ser prudente, austero en sus decisiones, y un facilitador ético y honesto del proceso constitucional que se ha iniciado, en lo que resta de su mandato. A no buscar ningún pretexto o formas poco cuidadas que lo entorpezcan o desvíen. También mandata a todas las fuerzas políticas del país a no intentar transformar la Convención Constitucional en un clon político del actual Congreso Nacional, o de uno ya pasado. La gente quiere ver rostros nuevos, de diversas procedencias, un debate no contaminado por pugnas partidarias y un amplio espectro de independientes, representantes de movimientos sociales y pueblos indígenas, para avanzar en una solución integradora de la actual crisis social. El país ha empezado a salir de la camisa de fuerza de la Constitución de 1980.

Los resultados del plebiscito del domingo 25 de octubre de 2020 son épicos, contundentes y un mandato inequívoco, ético y político hacia el futuro. Chile desea una nueva Constitución, elaborada por el pueblo como titular del Poder Constituyente. Y la quiere elaborada con rostros nuevos y amplia participación, no en un cenáculo autoconstituido o producto de un hecho de fuerza. Así, finalmente, el país desea iniciar con legitimidad de origen la elaboración de su nuevo Pacto Constitucional, por una Convención Constitucional o asamblea constituyente enteramente elegida por el soberano.

El resultado electoral emerge como expresión de una voluntad ciudadana con mucho sentido transversal de crítica a la política, tal como ella se ha instituido y rutinizado en el país. De ahí que la tarea de estabilizar la gestión del período y brindar normalidad en la dirección del sistema político y la administración del Estado, es un llamado de atención a toda la elite política para que no intente instrumentalizar esos resultados de manera mezquina en uno u otro sentido.

Ello mandata al Gobierno a ser prudente, austero en sus decisiones, y un facilitador ético y honesto del proceso constitucional que se ha iniciado, en lo que resta de su mandato. A no buscar ningún pretexto o formas poco cuidadas que lo entorpezcan o desvíen.


También mandata a todas las fuerzas políticas del país a no intentar transformar la Convención Constitucional o asamblea constituyente en un clon político del actual Congreso Nacional, ni menos en la última feria de vanidades para el regreso de los viejos rostros políticos que adornaron los pasados 30 años de democracia, como reconstructores de un ciclo que ya terminó.

La gente quiere ver rostros nuevos, de diversas procedencias, un debate no contaminado por pugnas partidarias y un amplio espectro de independientes, representantes de movimientos sociales y pueblos indígenas, para avanzar en una solución integradora de la actual crisis social. El país ha empezado a salir de la camisa de fuerza de la Constitución de 1980.


Son muchas las cosas que se piden a una nueva Constitución, particularmente si deben enfocarse en rectificar una sociedad de abusos como la nuestra, para convertirla en una sociedad decente. Por lo tanto, el imperativo ético a la política, señalado más arriba, ayudará a encontrar un camino de efectivos acuerdos y disminuirá o eliminará la noción de negocio político que ha dominado el consociativismo y binominalismo de los actuales poderes constituidos en el país.

Después de doscientos años como República independiente y soberana, finalmente en Chile se está abriendo una puerta ancha a la participación del pueblo como sujeto activo de la soberanía popular, la cual no debe desaprovecharse. Esto creará las condiciones para una redefinición doctrinaria de lo que entenderemos y tendremos por derechos sociales y políticos, soberanía e integración nacional.

Por cierto, no se trata de conversaciones simples o ingeniería electoral fina. Se trata en esencia de empezar a buscar los contenidos políticos fundamentales que permitan estructurar acuerdos para una nueva Constitución, en un sistema electoral que sigue siendo estrecho para acoger la diversidad que expresa el 80/20 electoral del domingo, y que es la causa de la crisis de representación que exhibe el sistema.


Fuente : El Mostrador, 29 de Octubre 2020

miércoles, 28 de octubre de 2020

Nuevo retiro del 10% desde las AFP

 Nuevo retiro del 10% deja en jaque al Gobierno: en qué consiste y lo que viene ahora

Por Yessenia Márquez
La información es de Mario Vera


Con apoyo oficialista, la Comisión de Constitución de la Cámara aprobó la idea de legislar sobre tres proyecto de ley que guardan relación, entre otros, con un segundo retiro del 10% desde los fondos previsionales.

El Gobierno criticó el avance de la iniciativa, reiteró que impactará negativamente en las futuras pensiones, señaló que será incompatible con la Reforma Previsional, y adelantó que hará uso de la reserva de constitucionalidad.

Fue este martes en la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados y Diputadas -luego de una intensa discusión que se extendió por cerca de dos horas y media- que se aprobó, en general, los tres proyectos de ley relacionados con un nuevo retiro de los fondos de pensiones y que también busca sumar a jubilados de rentas vitalicias.

En primer lugar, de manera unánime y con 12 votos a favor, se aprobó la iniciativa que busca un retiro “forzoso” del 10% en caso de que las personas mantengan deudas por concepto de alimentos y así saldarlas, el cual se llevaría a cabo por un Juez de Familia.

El segundo, aprobado con 10 votos a favor y 2 abstenciones, contempla el retiro anticipado de los fondos de aquellos afiliados que hayan optado a la modalidad de Renta Vitalicia, con cargos a los flujos futuros de su compañía de seguros, es decir, sin recargo al pensionado.

El tercero, es el que busca un segundo retiro de las AFP donde se aplicaría una dinámica similar a la primera reforma pero, en esta ocasión, se establecería un pago por parte de las administradoras de hasta 30 días hábiles. La votación aquí fue de 11 a favor, incluido los parlamentarios de Chile Vamos, y sólo 1 en contra, que fue del diputado UDI Jorge Alessandri.

Sin embargo, como explicó el legislador, su rechazo a este punto se debió porque no quiere “que los chilenos utilicen sus ahorros previsionales”, agregando que “para eso está el Estado”, proponiendo la entrega de un bono equivalente a un retiro. Ejerciendo más presión al Gobierno.

Si bien también se registraron abstenciones, éstas fueron con el objetivo de estudiar la introducción de indicaciones a las iniciativas. Así lo explicó el militante de Renovación Nacional, Miguel Mellado.

En tanto, el ambiente que se respira en el Congreso Nacional es de una nueva derrota que encajaría el Gobierno.

De hecho el diputado de su propio sector, Andrés Celis, acusó una falta de alternativas del Ejecutivo frente a “una clase media que está angustiada, endeudada por los créditos hipotecarios, las colegiaturas, incapaz de afrontar los gastos de consumo”, por lo que sostuvo que “lamentablemente la única opción es recurrir a esos fondos”.

La misma tesis fue utilizada por los diputados de la oposición. El independiente René Saffirio, afirmó que la situación de las familias chilenas ha empeorado.

Un análisis similar realizó el socialista Leonardo Soto, quien recordó las limitaciones económicas que han tenido y siguen teniendo los distintos trabajadores que han debido forzosamente cerrar o cesar sus negocios.

En el intertanto, mientras los parlamentarios realizaban sus intervenciones, La Moneda veía que no había resultado su último -y exigido- movimiento. ¿Cuál fue? La difusión de un documento elaborado por la Secretaría General de la Presidencia que mostraba los impactos negativos que tendría un segundo retiro.

Allí, se sostenía, entre otras cosas que, de avanzar la iniciativa, hasta 3.926.052 personas, es decir 1 de cada 3 afiliados al sistema, podrían quedar sin ahorros para sus pensiones. Nuevamente, dice el texto, se hace evidente la brecha de género, ya que mientras el 42,6% de las mujeres afiliadas podría quedar sin ahorros y sólo el 31% de los hombres quedaría sin ahorros para la pensión. Asimismo, se recalcó que unos 4,2 millones de afiliados quedarían con sus cuentas vacías, pero ninguna alerta funcionó.

La ministra del Trabajo, María José Zaldívar, acusó que una eventual aprobación del proyecto, impactará negativamente en las futuras pensiones y no será compatible con el avance de la Reforma Previsional, la cual se encuentra entrampada en la Comisión de Trabajo del Senado.

Por su parte, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, recordó lo señalado hace algunas semanas que, según sus estimaciones, un nuevo retiro será negativo para el Fisco que podría perder alrededor de 4 mil millones de dólares, principalmente por los menores recursos que recaudaría por la vía tributaria.

Asimismo, rechazó los dichos esgrimidos en la discusión donde acusaron al Gobierno de no llegar “a tiempo” con las ayudas estatales.

Una vez conocidos los resultados, la última jugada de La Moneda la reveló el subsecretario de la Segpres, Juan José Ossa, quien presentó una reserva de constitucionalidad para todos los proyectos. Es decir, los proyectos deberán tener una parada en el Tribunal Constitucional.

Pero, ¿Qué viene en lo inmediato? Las iniciativas continuarán tramitándose en la Comisión de Constitución porque ahora serán revisadas en particular y podrían ser despachadas recién a Sala en unas alrededor de 4 o 5 sesiones.

Para su avance desde la Cámara de Diputadas y Diputados hacia el Senado, en tanto, se necesita la aprobación de 93 legisladores. El proyecto podría estar listo en diciembre si se aprueba en su totalidad.

Fuente : Radio Biobío Chile, 28 de Octubre 2020

martes, 27 de octubre de 2020

Que no digan que no lo vieron venir



Por Germán Silva Cuadra

La señal de malestar que entregó la gente a la clase política fue clara y categórica. Los chilenos quieren una nueva Constitución elaborada por personas elegidas de manera democrática, independientes y que representen el espíritu y demandas que dieron inicio al estallido social. Sin embargo –y como si no hubieran entendido nada–, desde ayer lunes empezaron a circular los nombres que cada partido, sin excepción, quiere llevar al proceso constituyente. Exministros, alcaldes y parlamentarios que no pueden volver a repostular, rostros de la elite. Los de siempre.

El domingo comenzó a cerrarse, definitivamente, una parte de la historia de nuestro país. Esto, luego del triunfo arrollador de las opciones Apruebo y Convención Constitucional, que superó incluso los cálculos más optimistas. Cuarenta años regidos por una Constitución ilegítima, elaborada –literalmente– entre cuatro paredes y firmada por el dictador Augusto Pinochet Ugarte. Y aunque es cierto que ha sufrido varias modificaciones con el transcurso del tiempo, lo medular, su base y principios se mantuvieron intactos. De ahí que las manifestaciones masivas que se llevaron a cabo desde el 18 de octubre del año pasado en adelante, tenían una consigna común: cambiar la Constitución. La jornada histórica que vivimos –tan importante y emocionante como el triunfo del NO en 1988– tuvo un gran ganador: la ciudadanía.

La señal de malestar que entregó la gente a la clase política fue clara y categórica. Los chilenos quieren una nueva Constitución elaborada por personas elegidas de manera democrática, independientes y que representen el espíritu y demandas que dieron inicio al estallido social. Sin embargo –y como si no hubieran entendido nada–, desde ayer lunes empezaron a circular los nombres que cada partido, sin excepción, quiere llevar al proceso constituyente. Exministros, alcaldes y parlamentarios que no pueden volver a repostular, rostros de la elite. Los de siempre.


No cabe duda que la brecha entre la elite política y la gente quedó de manifiesto este 25 de octubre. Si algo caracterizó a las demandas ciudadanas, expresadas a partir del 18 de octubre del año pasado y luego para el retiro del 10%, fue la presión de la calle. El mundo político no tuvo más que aceptar, a regañadientes en el caso de la derecha, la voluntad popular. Pese a las promesas de cataclismo para el país, incluso el Presidente Piñera tuvo que olvidarse de vetar la ley. Sin embargo, las reacciones políticas de estas primeras horas han apuntado en el sentido inverso. Un Gobierno intentando –casi vergonzosamente– subirse a un carro ajeno, quiebre y recriminaciones cruzadas en Chile Vamos y la incapacidad de la oposición de emitir una señal de unidad, ni siquiera a la hora del triunfo.

El Presidente Piñera optó por la estrategia de jugar un rol en el proceso constituyente que vendrá, desplegando un relato que intentó apropiarse del origen del plebiscito. Más allá de que este argumento no le hace sentido a la gente, el Mandatario puso dos puntos en el debate.

El primero, su llamado a la unidad del sector, algo que se ve imposible considerando que, si la tensión ya era alta antes del 25 de octubre, desde esa misma noche vimos que los partidos de Chile Vamos tomaron caminos diferentes, y lo que se avecina es un evidente quiebre entre el ala más liberal y la derecha dura. A eso se sumará la decisión que tendrá que tomar Joaquín Lavín, cuya candidatura no se podrá sostener si no renuncia a la UDI, si es que antes no lo declaran “persona non grata”. Y en segundo lugar, intentó reforzar la idea de no a la página en blanco, argumento que de seguro no tendrá eco en el debate.

Si ya teníamos un Gobierno débil –ayer llegó a 15% en Cadem–, de aquí en adelante tendremos un Gobierno intrascendente. El Primer Mandatario cometió el error de ni siquiera hacer trascender su opción en el plebiscito, por lo que de seguro carecerá de legitimidad ciudadana para conducir políticamente un proceso tan complejo como el que se viene por delante.

Pero sí Piñera deberá hacer cambios en su Gobierno para la recta final. No es sostenible mantener un equipo de ministros que tenga tanta distancia con la voluntad mayoritaria expresada el domingo. Víctor Pérez tiene una actitud, conductas y posiciones del Chile que se enterró –junto a Pinochet– el domingo. Lo mismo en el caso de Allamand. Y la derecha tendrá que hacer una reflexión profunda de si, como afirmó Jacqueline Van Rysselberghe esa noche, “somos el 20%” y la UDI y Republicanos “mueren con las botas puestas”, o tratan de entender lo que el electorado expresó tan claramente.


Y otros grandes perdedores también deberán cuestionarse la distancia que tienen con la sociedad chilena y los nuevos tiempos. Evópoli, que –pese a la promesa de convertirse en un partido de derecha moderna– terminó sumido en las tinieblas de cambiarse al Rechazo a última hora y oponerse antes al 10%. Un sector del empresariado que volvió a pronosticar que el triunfo del Apruebo sería una tragedia para Chile. Algunos medios de comunicación, especialmente la televisión, que insisten en llevar a los mismos rostros que distorsionan la representatividad popular –como Marcela Cubillos, que pareciera vivir en otro país– y, por supuesto, José Antonio Kast, que cree que nuestra sociedad sigue pegada en el siglo pasado.

Y la oposición y su incapacidad crónica, que puede llevarlos a sacar un cálculo equivocado del resultado del plebiscito e interpretar que con esto tienen la carrera ganada. La noche del domingo, como estos dos años, no fueron capaces ni siquiera de ponerse de acuerdo para entregar una señal unitaria. Era fácil y simple y ellos lo convirtieron en difícil e imposible.

Sí está claro que enfrentarán el próximo año –con siete elecciones, incluidos(as) los(as) 155 constituyentes– divididos al menos en dos bloques: Unidad Constituyente y FA-PC. La falta de comprensión de lo que quiere la ciudadanía, a nivel de las cúpulas de los partidos, es tan dramática que fueron los alcaldes –de manera transversal– los que hicieron nuevamente un llamado a la unidad, sin resultados hasta ahora.

También es el momento de preocuparnos –ocuparnos, la verdad– por los dos países que emergieron el domingo. Uno que representa a unos pocos, se concentra en tres o cuatro comunas, que votó por que todo siguiera igual, y el resto de Chile. Porque si hay una forma de representar la desigualdad, es así.

Si nuestra elite política –toda, de Kast a Teillier– no entiende pronto la alerta enviada por el 78% de los chilenos, lo que vamos a tener es un proceso Constituyente capturado por los partidos, mientras la sociedad, los jóvenes –que votaron de manera masiva–, los grupos minoritarios, nuestros pueblos originarios, quedan como actores secundarios. En ese caso, la cuenta que pueden pagar será grande. Y ya no podrán decir "no lo vimos venir".

Fuente : El Mostrador, 27 de Octubre 2020

 

lunes, 26 de octubre de 2020

Chile entierra la Constitución de Pinochet

 "CHILE ENTIERRA LA CONSTITUCIÓN DE PINOCHET" : LA REACCIÓN EN EL EXTRANJERO TRAS LA APLASTANTE VICTORIA DEL APRUEBO EN EL PLEBISCITO

Por El Mostrador, 26 de Octubre 2020



El histórico plebiscito del 25 de octubre no solo fue noticia en Chile. Medios internacionales destacaron la masiva votación que se produjo en las urnas, con la idea principal de que -con la redacción de una nueva Carta Fundamental- se desecha por completo la herencia del dictador Augusto Pinochet, quien promulgó esta norma en 1980. En Argentina, el diario Página 12 publicó en su página principal: "¡Viva Chile, Mierda!", y el medio público alemán Deutsche Welle destacó que el país dio un “carpetazo al último remanente de la dictadura con una contundente votación” y abre ruta para actualizar su democracia”. Mientras, la BBC subrayó que “tildar de histórico lo ocurrido este domingo en Chile no es un cliché: es la primera vez en la historia del país en que la Constitución será redactada por una asamblea completamente elegida”.

El 25 de octubre quedará registrado como un día histórico para Chile. Ese día, un 78 por ciento de los chilenos votó por redactar una nueva Constitución a través de una Convención Constituyente.

De acuerdo a datos del Servicio Electoral (Servel), 5.886.421 (78%) votó por la opción Apruebo, mientras que solo 1.634.107 (21,73%) eligió la alternativa del Rechazo.


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El histórico plebiscito no solo fue noticia en Chile. Medios internacionales destacaron la masiva votación que se produjo en las urnas, con la idea principal de que -con la redacción de una nueva Carta Fundamental- se desecha por completo la herencia del dictador Augusto Pinochet, quien promulgó esta norma en 1980.

El medio público alemán Deutsche Welle tituló “Chile entierra la Constitución de Pinochet y abre ruta para actualizar su democracia”, destacando que el país dio el domingo el “carpetazo al último remanente de la dictadura con una contundente votación”.

“Si bien Chile ha vivido treinta años en democracia, las reglas por las que se rige fueron establecidas todavía durante la dictadura, y la nueva realidad abierta tras el aplastante triunfo cosechado por la ciudadanía en el plebiscito termina de sepultar un régimen del terror que dejó más de 3.200 muertos y la violación sistemática de los derechos humanos”, destaca DW.

En BBC también pusieron el foco en lo que pasa en Chile y se preguntan “¿qué pasa ahora y por qué es un hito mundial?” esta abrumadora victoria del Apruebo.

BBC también subraya que “tildar de histórico lo ocurrido este domingo en Chile no es un cliché: es la primera vez en la historia del país en que la Constitución será redactada por una asamblea completamente elegida”.

En este contexto, destaca que el órgano encargado de redactar la nueva Carta Fundamental tendrá “una característica inédita en el mundo: estará compuesta por la misma cantidad de hombres y de mujeres. La paridad de género está garantizada”. Aunque, recuerda que “también habrá una cuota para los pueblos indígenas, pero esta aún no ha sido especificada”, en alusión a la discusión sobre los escaños reservados aún pendiente en el Congreso.

Las portadas del mundo

En tanto, el diario británico The Guardian tituló: "Celebraciones en Chile tras elegir por amplia mayoría desechar la Constitución de la era Pinochet".

Por su parte, el diario español El País destacó que "Una abrumadora mayoría de chilenos aprueba enterrar la Constitución de Pinochet".

La victoria de Apruebo también fue destacada por el diario peruano El Comercio. El titular fue: "Chile aprueba derogar la Constitución de Pinochet con un aplastante 78% de los votos".

 

El diario argentino Clarín, en tanto, recalcó: "Histórico plebiscito en Chile: arrollador apoyo al cambio de la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet".

También en Argentina, el diario Página 12 publicó en su página principal: "¡Viva Chile, Mierda!, destacando el contundente triunfo de la opción Apruebo, y recordando que el camino hacia el plebiscito fue "arrancado" al gobierno de Piñera gracias a las movilizaciones sociales del año pasado.

El triunfo del Apruebo también fue noticia en Colombia. Allí el diario El Tiempo tituló que "Los chilenos le dijeron adiós a la Constitución heredada por Pinochet".

Fuente : El Mostrador, 26 de Octubre 2020

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