miércoles, 21 de octubre de 2020

La trascendencia histórica del plebiscito del 25 de octubre 2020


 

Por El Mostrador, 21 de Octubre 2020

No cabe duda que la historia no perderá de vista el hecho de que se trata de un acto fundante de la sanadora legitimidad de origen que debe tener una Constitución Política, la “casa común”, en un país como el nuestro, aquejado de tantas divisiones y fracturas. En materia de legitimidad de origen, no empatan políticamente los aciertos con los errores y, por lo tanto, no se vota por el pasado sino por el futuro. En el punto en el cual el país se encuentra, a pocos días del plebiscito, se hace necesario denotar y destacar que las élites, hasta ahora erráticas y casi ausentes, por fin parecen haber empezado a transitar en una dirección más coherente y positiva con el proceso constituyente que se inicia.

Por primera vez en la historia de Chile, la más amplia mayoría de los ciudadanos está convocada a emitir su preferencia y dictar su mandato político acerca de una nueva Constitución, que rija la vida institucional y política del país. Es el primer acto soberano destinado a construir una legitimidad de origen para la Constitución Política que nos regirá y es el punto de partida para dar vida al principio más caro a las democracias modernas, cual es que la soberanía radica en el pueblo, quien la expresa de manera libre a través de su voto en elecciones, sufragios y plebiscitos libres y válidamente ejecutados, ajenos a toda presión y de cualquier naturaleza.

Poco se ha insistido sobre las tres características señaladas más arriba. En general, la imaginación de la élite política ha estado más capturada estos últimos meses por el juego binario del Apruebo/Rechazo y menos por la conciencia de que el hecho quedará grabado para la posteridad como un acto social en sí, producto y consecuencia del potente accionar de varios millones de ciudadanos anónimos que remecieron el letargo institucional del país a partir del denominado “estallido social”, haciendo posible que ello ocurriera. La asistencia a votar será la cristalización de este esfuerzo.

No cabe duda que la historia no perderá de vista el hecho de que se trata de un acto fundante de la sanadora legitimidad de origen que debe tener una Constitución Política, la “casa común”, en un país como el nuestro, aquejado de tantas divisiones y fracturas. En materia de legitimidad de origen, no empatan políticamente los aciertos con los errores y, por lo tanto, no se vota por el pasado sino por el futuro.

Seguramente la historia tampoco soslayará la esencia constituyente del acto, lejos de cualquier ejercicio delegado por algún poder ya constituido o extraño a la democracia. Este proceso constituyente, que empezará formalmente este domingo 25 de octubre, se abre y se cierra de manera plebiscitaria, es decir, con la aprobación final de la ciudadanía a los contenidos. Es cierto que la elaboración de estos requerirá de cuerpos colegiados más pequeños, pero el resultado final se verá y aprobará en un plebiscito de salida, lo que le aportará una legitimidad incuestionable.

Después de doscientos diez años de fundada la República de Chile, sus ciudadanos por primera vez tendrán la oportunidad maravillosa de participar de manera masiva y democrática en la construcción de un mandato político, que brinde un marco jurídico y político a un proyecto de país socialmente más integrado e igualitario, y con más oportunidades de desarrollo.

En el punto en el cual el país se encuentra, a pocos días del plebiscito, se hace necesario denotar y destacar que las élites, hasta ahora erráticas y casi ausentes, por fin parecen haber empezado a transitar en una dirección más coherente y positiva con el proceso constituyente que se inicia.

La dicotomía Apruebo/Rechazo que se apoderó de los mensajes políticos pareció llenarse de un lenguaje de fantasmas y de miedos, más propios de la superstición política o el radicalismo intransigente, que de una racionalidad orientada a un nuevo pacto social. Pero ello ha empezado a declinar, afortunadamente, con más diálogo y cautela en el accionar político.

Es el caso del Gobierno que, pese a las dificultades para manejar los brotes de violencia asistémica e irracional de grupos minoritarios y las deficiencias institucionales del país en materia de seguridad interior, ha empezado a adoptar una actitud de equilibrio y austeridad, indispensables para poner al país en un escenario de gobernabilidad. Sobre todo con vistas a los meses posteriores al plebiscito de este domingo y al intenso escenario electoral que le sigue.

En este sentido, ha resultado positivo que el Presidente de la República no se haya involucrado directamente –como acostumbra a hacerlo– en la vocería pública de los hechos de violencia y sobre el manejo de los temas más candentes de la agenda política del país, sino que los haya dejado a la conducción sectorial.

Es entendible que, en un momento tan crucial como este, las emociones personales de generaciones enteras afloren de manera fuerte y a veces se desborden, pero se debe evitar a toda costa que se utilicen para justificar una violencia irracional que en todas sus manifestaciones, institucionales o de brote social, resulta resabio de una época que basó la vigencia del poder político solo en la humillación y el miedo de la gente.

Este domingo 25 de octubre, tenemos como país una oportunidad única para reivindicar la cultura de la paz y empezar a construir una sociedad más estable e integrada. Basta solo una raya en la papeleta, y punto. Es lo que implica ir a votar.

Fuente : El Mostrador, 21 de Octubre 2020

martes, 20 de octubre de 2020

¿ Será Chile un ejemplo de verdadera democracia ?

 


Opinión: ¿Será Chile un ejemplo de verdadera democracia?

Michael Albertus

La constitución de Pinochet necesita una reforma profunda, pero el proceso no está exento de riesgos.

El 25 de octubre, los chilenos votarán para rechazar o aprobar el comienzo de la creación de una nueva constitución. Los ciudadanos de más países deberían hacer lo mismo. La actual Constitución chilena, escrita durante el régimen autoritario del dictador Augusto Pinochet, ha protegido intereses conservadores y al ejército, y ha reprimido la disidencia política durante 40 años.

La lucha de Chile con su pasado autoritario no es única. Los países con democracias recientes, como Birmania, Corea del Sur y Turquía, se han regido por constituciones autoritarias durante años o incluso décadas. Mi investigación indica que más de dos terceras partes de las transiciones políticas a la democracia desde la Segunda Guerra Mundial —en más de 50 países— han ocurrido bajo constituciones escritas por el régimen autoritario saliente. En algunas naciones, como Argentina, que han oscilado una y otra vez entre la democracia y la dictadura, varias transiciones democráticas han sido guiadas por constituciones redactadas por gobiernos autoritarios.

La persistencia del autoritarismo por vía constitucional en una democracia es una receta para la desigualdad y el descontento democrático. Las democracias con constituciones promulgadas en épocas autoritarias tienen sistemas de transparencia y rendición de cuentas frágiles y una participación ciudadana insuficiente en la formulación de políticas. Además, sus sistemas políticos favorecen a las élites vinculadas al antiguo régimen y no a los ciudadanos de a pie.

La desigualdad en Chile está en un nivel similar al de la época de Pinochet en tanto que el tráfico de influencias por parte de los ricos —algunos de los cuales adquirieron sus fortunas por medio de conexiones con Pinochet y la privatizaciones de empresas estatales— es ubicuo.

Esta mezcla tóxica explotó hace un año desatando manifestaciones callejeras generalizadas que trastocaron la reputación que el país se había forjado como un modelo de estabilidad y progreso en América Latina a lo largo de cuatro décadas de economía de mercado. Desde entonces, la reputación de Chile solo ha empeorado debido a la respuesta deficiente del país a la pandemia. Incluso dentro de una región gravemente afectada por la COVID-19, Chile no tardó en destacar como un foco de contagio, con tasas de infección per cápita entre las más elevadas del mundo.

Este hecho refleja una vez más cómo Sebastián Piñera, el multimillonario presidente empresario de Chile, está sumamente desconectado de la manera en que viven la mayoría de los chilenos. La pandemia ha devastado barrios pobres donde la gente vive hacinada, los servicios de salud son limitados y los ciudadanos no pueden darse el lujo de refugiarse en casa.

El plebiscito para convocar una convención constituyente en Chile podría derivar en un nuevo documento que acerque más el liderazgo al pueblo con una descentralización del sistema político y la introducción de mecanismos formales de consulta ciudadana y referendos. También podría ampliar los derechos de los sindicatos, consagrar la atención médica y la educación como derechos fundamentales, garantizar la igualdad para las mujeres y otorgar mayor autonomía a los pueblos indígenas.

El gobierno de Piñera está consciente de esto y está tomando medidas para oponerse a un cambio político radical. Los activistas informan que el gobierno ha usado la pandemia como un pretexto para intensificar la represión y callar a la oposición. Apenas la semana pasada, se difundió un video que mostraba a un policía empujando a un adolescente hasta hacerlo caer de un puente durante una protesta, lo cual provocó una indignación generalizada. Esto se suma a las agresiones brutales que las fuerzas de seguridad ya habían ejercido en contra de los manifestantes en otoño del año pasado.

Chile es un ejemplo de cómo los dictadores que redactan constituciones pueden dejar de lado los intereses del pueblo. La Constitución chilena protegió a los militares y a sus aliados del régimen autoritario cuando entregaron el poder en 1990. Les concedió a los altos mandos del ejército escaños en el Senado, les otorgó a los militares la autoridad de elegir al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y desvió el 10 por ciento de los enormes ingresos del cobre de Chile al presupuesto del ejército. También les brindó amnistías a Pinochet y a otros generales, estableció un sistema electoral diseñado para sobrerrepresentar a los partidos conservadores y prohibió la participación de los partidos de extrema izquierda.

Con el correr de los años, ha habido varias reformas constitucionales. En 2005, se fortaleció el control civil sobre la milicia y se eliminaron los escaños vitalicios designados en el Senado. Aun así, los umbrales de mayoría cualificada para las reformas han protegido muchos de sus elementos básicos.

La mayoría de los manifestantes chilenos y sus simpatizantes están motivados por cuestiones de primera necesidad, como mejores salarios, igualdad de género, mayor acceso a los servicios de salud y atención médica de calidad, reforma de las pensiones, más derechos para los pueblos indígenas, acceso a transporte público asequible y educación pública gratuita. Sin embargo, también quieren tener una voz política y ser respetados por las instituciones de gobierno, que desde hace mucho se han enfocado en equilibrar presupuestos, atraer inversión y preservar la estabilidad.

Los manifestantes consideran que una nueva constitución es la clave para satisfacer estas demandas. El statu quo está extremadamente desacreditado: los índices de aprobación del Congreso y del presidente son significativamente bajos. Una convención constituyente puede llenar el vacío de liderazgo actual al incluir a los ciudadanos en un proceso de consulta para dirigir al país hacia el futuro y enaltecer sus principales intereses para dar nueva forma a su liderazgo político.

El proceso de reforma no necesariamente tiene que descarrilar el estatus de Chile como una fuerza económica en la región. Un sistema político más inclusivo que promueva los intereses de la mayoría de sus ciudadanos también puede beneficiar a los empleadores mediante estabilidad política y una fuerza laboral más feliz y saludable. Algunas de las democracias más antiguas y desarrolladas del mundo, como Suecia y Dinamarca, anularon sus constituciones autoritarias y se embarcaron en un camino rumbo al éxito.

No obstante, el proceso conlleva riesgos. En vista de que el plebiscito inicial programado para abril se pospuso y el debate continúa, se ha incrementado el riesgo de que grupos radicales de la izquierda o la derecha se apropien del discurso.

Muchos manifestantes actuales predijeron este riesgo desde un inicio, por lo que centraron sus esfuerzos en organizar miles de foros de debate para involucrar a sus vecinos, así como a través obras de arte gráfico y música para transmitir y difundir su mensaje. Otros, sobre todo las mujeres, se organizaron en grupos de decenas de miles en torno a una demanda amplia de inclusión para garantizar que sus voces sean escuchadas. Sin embargo, desde que las reuniones presenciales están restringidas por la pandemia, los foros en línea y las redes sociales han cobrado más relevancia y han subido el volumen de voces extremas pero bien financiadas.

Otras democracias que viven bajo el yugo de constituciones escritas por regímenes autoritarios deberían seguir el ejemplo de Chile. Esto no siempre es fácil. Birmania programó un referendo nacional para reformar su Constitución, promulgada por el ejército en 2015. No obstante, los militares, que habían conservado una cuarta parte de los escaños en el Congreso y fijado el umbral para enmendar la Constitución en más de tres cuartas partes, ayudaron a socavar los cambios más importantes y el referendo se pospuso de manera indefinida.

Otras naciones han obtenido mejores resultados. Colombia se deshizo de una constitución autoritaria en 1991 y apuntaló su democracia. Aunque en el país sigue habiendo desigualdad y problemas relacionados con la guerra civil, como la restitución de tierras, su Constitución ha proporcionado una plataforma para que hasta los ciudadanos marginados puedan proteger sus derechos básicos mediante un sencillo mecanismo legal conocido como acción de tutela. Túnez remplazó una Constitución autoritaria en 2014. Lo mismo sucedió en varios de los antiguos Estados satélite de la Unión Soviética, como Bulgaria, República Checa y Georgia (por desgracia, Viktor Orbán se ha apropiado del proceso de reforma en Hungría para atrincherar su poder político).

Si la reforma constitucional de Chile allana el camino hacia una democracia más auténtica, servirá de ejemplo para que otras nuevas democracias que enfrentan desafíos similares —como Indonesia, Guatemala y Perú— hagan lo mismo.

Michael Albertus es profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad de Chicago y autor de

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company

Fuente : Español Yahoo Noticias, 19 de Octubre 2020

lunes, 19 de octubre de 2020

El vandalismo presente este 18 de Octubre en Chile

 

El vandalismo también se hizo presente este 18-O con dos iglesias incendiadas, saqueos y ataques a comisarías

Los hechos más graves fueron los incendios en la Iglesia institucional de Carabineros de Chile en el sector de Parque San Borja, y de la Iglesia de la Asunción ubicada en Vicuña Mackenna con Pierre de Coubertin. En Puente Alto, un grupo de individuos atacó la 20ª Comisaría de Puente Alto, y en Melipilla un funcionario policial resultó herido tras recibir impactos de perdigones. Otros focos de conflicto se produjeron en Quilicura, Plaza de Maipú y La Granja.

Mientras decenas de miles de personas se congregaron pacíficamente en el sector de Plaza Baquedano para conmemorar el primer aniversario del estallido social, la otra cara de la moneda se vivió en las inmediaciones del epicentro de las protestas.

Los hechos más graves fueron los incendios en la Iglesia institucional de Carabineros de Chile en el sector de Parque San Borja, y la Iglesia de la Asunción ubicada en Vicuña Mackenna con Pierre de Coubertin.

Pasadas las 16:00, un grupo de encapuchados ingresó a la iglesia de Carabineros, que ya había sufrido un ataque incendiario en enero de este año, y luego armaron barricadas con objetos sustraídos en el lugar. Pasadas las 16:30 horas, la institución informó de 5 detenidos relacionados con estos hechos.

Encapuchados vandalizan la Iglesia San Francisco de Borja a un año del estallido social. Andrés Pina/Aton Chile

Más tarde, alrededor de las 19:30 horas, una turba atacó la Iglesia de la Asunción, sacando figuras religiosas y prendiendo fuego al recinto. Las llamas consumieron la edificación, provocando el desplome del campanario y destruyendo casi por completo la construcción que data de 1876. El recinto ya había sido vandalizado en una protesta en noviembre pasado.

En el sector aledaño de la Plaza Italia también un grupo inició un incendio en el edificio de la  Mutual de Seguridad en Alameda. Además, se reportaron saqueos en el minimarket del servicentro ubicado en Diagonal Paraguay con San Camilo, en el supermercado Santa Isabel de Portugal con Diagonal Paraguay, y en la multitienda Hites en la Alameda con San Antonio.

Puente Alto

En el sur de la capital, otro foco de protesta se concentró en Protectora de la Infancia en Puente Alto. La convocatoria en este tradicional punto de manifestación en la comuna sector sur de la capital obligó a desviar el tránsito en avenida Concha y Toro y Metro cerró el servicio en esta estación correspondiente a la Línea 4.

Posteriormente, un grupo de individuos generó violentos desórdenes en el exterior de la 20ª Comisaría de Puente Alto, arrojando objetos contundentes a la unidad policial. El mismo recinto policial ha sido blanco de múltiples ataques desde que se produjo el caso de Anthony, el menor de edad lanzado desde el puente Pío Nono por un efectivo de Carabineros.

Otros focos de conflicto

En Melipilla en tanto Carabineros informó que un funcionario policial resultó herido tras recibir impactos de perdigones. Pese a no sufrir heridas de riesgo vital, fue trasladado hasta un recinto médico para su atención. Además, el supermercado de la comuna fue atacado por desconocidos.

En Padre Hurtado, en tanto, un grupo  atacó la subcomisaría con elementos contundentes.

Otros focos de conflicto se produjeron en Quilicura, que obligó al cierre de la estación Intermodal Vespucio Norte; en Plaza de Maipú; en el sector de Estación La Granja de la Línea 4-A, entre otros.

En regiones, un grupo de manifestantes saqueó dependencias de la Secretaría Regional Ministerial de Educación en La Serena, y armó barricadas con el material. Más al norte en Antofagasta también fue escenario de incidentes.

Fuente : El Mostrador, 18 de Octubre 2020

sábado, 17 de octubre de 2020

El Plebiscito y el fin de un ciclo


  Por Gabriel Gaspar

A inicios de la nueva década, es claro que el sistema político que rigió la transición a la democracia se agotó, los principales actores políticos de los 90 ya fueron. Surgió una nueva sociedad, más diversa, imposible de encasillar en dos bandos. Aumentó la escolaridad, se acrecentó la demanda por trasparencia, crecieron los sectores medios, las nuevas tecnologías permiten una comunicación instantánea y horizontal impensable 30 años atrás. A ello se suma la pérdida de legitimidad de las elites de todo tipo. Se acompaña de una ciudadanía sin paciencia. Emergieron nuevas problemáticas, propias del siglo XXI, en todo el planeta: inclusión, medio ambiente, derechos de minorías, entre otras. En suma, el traje quedó anticuado y estrecho. Corresponde construir los nuevos consensos y que emerjan los actores del siglo XXI.

El próximo domingo 25 de octubre los chilenos nos pronunciaremos sobre la necesidad de una nueva Constitución. Si la queremos y en qué forma deseamos se redacte.

Ese día, donde todo apunta a una amplia victoria del Apruebo, se cerrará un ciclo de la vida política del país. Curiosamente se inició con otro plebiscito, el del 5 de octubre de 1988, cuando la mayoría dijo No a Pinochet. Quería seguir gobernando 8 años más. Hoy algunos ven lejanos esos días. Otros sencillamente no los ven, porque eran muy pequeños o, sencillamente, porque no habían nacido.

La ciencia política define a una transición como aquel período que media entre un régimen y otro. Es un período en el que coexisten rasgos del viejo régimen con rasgos del nuevo. Y así fue. Tuvimos presidentes electos democráticamente, pero que convivían con un Congreso que tenía “senadores designados”, cosa que no solo se olvida sino que cuesta explicarlo a quienes no lo vivieron. Tuvimos prensa libre y tribunales cada vez más independientes que convivieron con comandantes en jefe inamovibles.

En fin, lo nuevo se entremezcló con herencias del viejo régimen y las llamadas leyes de amarre. Muchos se preguntan por qué no se avanzó más rápido y no se profundizó más pronto la naciente democracia. La respuesta la darán los historiadores. A muchos nos habría gustado que se avanzara con más decisión, pero también entendíamos que los grandes cambios requieren de grandes mayoría que los respalden. Y eso nos lleva al tema de la conformación de las mayorías.

Junto con los consensos de la transición, se estructuraron sus actores y entre ellos destacó la Concertación de Partidos por la Democracia. También su contrapartida de centroderecha, que en el Congreso tenía la mayoría al sumar a la bancada de los “designados”. Por allí se bloquearon buena parte de las iniciativas de cambio.


El sistema binominal –que venía con el modelo– le dio orden al sistema, pero aplastó a la diversidad y, de paso, facilitó que la minoría controlase a la mayoría. No solo eso, merced a la reelección perpetua (vigente hasta hoy) se fue conformando una “oligarquía parlamentaria”. Sucesivamente la reelección pasó a ser un objetivo de muchos y los partidos pasaron a ser controlados por los líderes del Congreso.

La cohesión programático-ideológica fue progresivamente reemplazada por diversos mecanismos clientelares y la emergencia de curiosas y nefastas prácticas en la vida de los partidos: los militantes “fichas”, los incumbentes, los lotes, “el que tiene, mantiene”, etc. El resultado es que progresivamente los partidos se alejaron de la ciudadanía y su sentir. También fueron cosechando un rotundo rechazo. Digamos que el propio sistema político fue limitando el pleno ejercicio de la democracia. Los gobernados empezaron a distanciarse y desconfiar de los gobernantes.

En el haber, los logros no fueron pocos. El país evitó una salida violenta (y sangrienta). La paz consensuada se instaló. La economía dio un salto. El retorno democrático coincidió con el fin de la Guerra Fría y con el inicio de una sustancial revolución científico técnica, que aún está en curso. Chile se modernizó, pero a costa de una mayor desigualdad. La pobreza disminuyó considerablemente y el PIB creció. Los chilenos tuvimos acceso a bienes de alta tecnología, pero muchas veces a costa de un elevado endeudamiento. La movilidad social radicó en gran medida en la masificación del crédito privado vía todo tipo de tarjetas. Resumiendo, el país creció, pero la desigualdad aumentó más aún.

Ideológicamente se instaló progresivamente un individualismo aspiracional que penetró a lo largo de todo el tejido social. La desigualdad se apreciaba mejor desde afuera, el propio Mario Vargas Llosa llegó a plantear que las elites chilenas eran “cavernarias”. El humor extranjero también recogía este sentir en los chistes sobre nosotros: “La mitad de los chilenos son muy conservadores… ¿y la otra mitad? Aaahhh, también son conservadores, pero se dicen socialistas”.




Cabe preguntarse cuándo finalizó la transición. ¿Cuándo terminó la Concertación? ¿Cuándo se murió Pinochet? ¿Cuándo se derogó el binominal? Tema para los historiadores, pero lo cierto es que los consensos y los actores del ciclo inaugurado con el plebiscito de 1988 ya cumplieron su cometido. El país es otro, la población es diferente y los desafíos de hoy son los del siglo XXI. A inicios de los 90, nadie había jubilado por el régimen de AFP, los estudiantes de educación superior eran una minoría en nuestra juventud, todo el mundo esperaba que la alegría llegase.

El fin de la era de los altos ingresos por el precio de las materias primas, unido a la instalación del Gobierno de Piñera II, exacerbaron las contradicciones: se le prometió al país el paraíso en la tierra ("los tiempos mejores"), se cosechó la descomposición de los restos de la Concertación-Nueva Mayoría y, de paso, no se advirtió el polvorín social que se gestaba. Se instaló una elite gubernamental con buena educación, buenos posgrados, inglés sin acento, pero que no sabía lo que pasaba al sur de Av. Matta.

El resto es historia conocida, estallido social, acuerdo de reforma constitucional, pandemia, Mañalich y sus bravatas de que todo estaba planificado desde enero. Y aquí estamos. A una semana del plebiscito.



A inicios de la nueva década, es claro que el sistema político que rigió la transición a la democracia se agotó, los principales actores políticos de los 90 ya fueron. Surgió una nueva sociedad, más diversa, imposible de encasillar en dos bandos. Aumentó la escolaridad, se acrecentó la demanda por trasparencia, crecieron los sectores medios, las nuevas tecnologías permiten una comunicación instantánea y horizontal impensable 30 años atrás. A ello se suma la pérdida de legitimidad de las elites de todo tipo. Se acompaña de una ciudadanía sin paciencia. Emergieron nuevas problemáticas, propias del siglo XXI, en todo el planeta: inclusión, medio ambiente, derechos de minorías, entre otras. En suma, el traje quedó anticuado y estrecho. Corresponde construir los nuevos consensos y que emerjan los actores del siglo XXI.

El nuevo ciclo se inaugurará con la voluntad ciudadana que se exprese el próximo 25 de octubre. Con la manifestación de la voluntad del soberano, se iniciará un cronograma institucional que culminará con una nueva Carta Fundamental, expresión jurídica del pacto social que los chilenos concordaremos para enfrentar nuestro futuro.

Tengo fe en Chile y su destino.

Fuente : El Mostrador, 17 de Octubre 2020

jueves, 15 de octubre de 2020

Seis comunas del Gran Concepción salen de cuarentena


 

Seis comunas del Gran Concepción salen de Cuarentena y pasan a Transición

Seis comunas que se encuentran en cuarentena en la región del Bío Bío dejarán la Fase 1 a partir del lunes 19 de octubre a las 05:00 horas.

Así lo informó la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell, durante el reporte de este jueves.



Las comunas que entrarán a transición (Fase 2 ) son:

-Hualpén
-Talcahuano
-Penco
-Chiguayante
-San Pedro de la Paz
-Concepción

Esto se da en el marco de otros anuncios, luego que se informara el avance y retroceso de otras comunas.



Recordemos que Penco pasó cerca de 45 días en cuarentena, mientras que Concepción, Hualpén, Talcahuano y Chiguayante iniciaron la Fase 1 el pasado 28 de agosto. La última en sumarse fue San Pedro de la Paz, el 11 de septiembre.

Las comunas de Tomé, Coronel y Lota se mantienen en cuarentena.

Fuente : Biobío Chile, 15 de Octubre 2020

miércoles, 14 de octubre de 2020

Vulnerabilidad de sistemas de seguridad digital

 

Vulnerabilidad de los sistemas de seguridad de Gobierno Digital permiten a hackers sustraer las Claves Únicas de todos los chilenos

Por Hector Cossio, 14 de Octubre 2020

La penetración ilegal a los servidores de la División de Gobierno Digital -dependiente de la Secretaría General de la Presidencia-detectada el viernes pasado permitió a los hackers la sustracción de la base de datos de la ClaveÚnica, que no es otra cosa que la identidad digital de todos los chilenos, algo que no fue informado a la ciudadanía. Esta herramienta de gestión almacena cientos de miles de datos sensibles y facilita a los usuarios la realización de más de 900 trámites con organismos del Estado. Pero no se trata solo de trámites personales, la ClaveÚnica permite además acceder al sistema Docdigital, la plataforma de comunicación oficial del Estado, donde se cargan los documentos de los diferentes organismos de la administración central del Estado, incluidos los de la Presidencia, Poder Judicial, Ministerios y subsecretarías, entre otros.

El pasado jueves 8 de octubre, la División Gobierno Digital, dependiente del Ministerio Secretaría General de la Presidencia (Segpres)  informó a través de un escueto comunicado que desconocidos habían ingresado ilegalmente al sistema digital del Gobierno y que, ante esta violación de seguridad, el Equipo de Respuesta de Incidentes Informáticos del Ministerio del Interior, junto a la división hackeada, hicieron la denuncia formal ante el Ministerio Público.

Sin dar mayores antecedentes sobre las consecuencias de este ataque informático, la Segpres informó que “se están investigando las causas y circunstancias en que estos hechos ocurrieron. Esperamos la mayor celeridad para encontrar a los responsables de este delito”. Desde la misma entidad añadieron que “la División de Gobierno Digital ha tomado medidas preventivas para resguardar la seguridad de la información que existe en sus servidores, y comunicará prontamente más antecedentes y acciones a seguir”.

Lo que no se informó, sin embargo, fue que la penetración no autorizada a los servidores de la División de Gobierno Digital permitió a los hackers la sustracción de la base de datos de la ClaveÚnica de todos los chilenos, herramienta que facilita a los usuarios la realización de más de 900 trámites con organismos del Estado. Pero no se trata solo de trámites personales, la ClaveÚnica permite además acceder al sistema Docdigital, la plataforma de comunicación oficial del Estado, donde se cargan los documentos de los diferentes organismos del Estado, incluidos los de la Presidencia.

Datos sensibles y documentación oficial

Una de las mayores preocupaciones, que ha hecho pasar estos últimos días momentos de máxima tensión a la Secretaría General de la Presidencia, radica en que el robo de la base de datos con las Claves Únicas -que no ha sido informada a la ciudadanía- vulnera la protección de cientos de miles de datos sensibles de la población, ya que, a través de este acceso se gestiona la tramitación de 927 trámites personales con el Registro Civil, Servicio de Impuestos Internos, todos los servicios de salud del país, Servicio Nacional de Aduanas y Fonasa. Entre una infinidad de trámites con otros organismos, a través de este sistema, se realizan también las denuncias ante la Comisión de Mercado Financiero y ante la Fiscalía Nacional Económica sobre atentados contra la libre competencia de los mercados.

Otros de las consecuencias graves de este hecho, es que la ClaveÚnica permite acceder y gestionar toda la información oficial que emana de los organismos de Estado y que facilita particularmente la comunicación entre estos, mediante la plataforma Docdigital. Ministerios, subsecretarías y la Presidencia, además de todas las otras entidades de la administración central, desde de 1 de julio de este año quedaron obligadas a realizar todos sus trámites, entre los que se cuentan cartas, memorandos, oficios y circulares- a través de esta metodología.

Fuentes de la Segpres, conocedoras del escándalo de esta violación de seguridad, señalaron que el Gobierno impartió una circular entre los diferentes organismos del Estado, en la que informa a los funcionarios que se iniciará un proceso para promover entre la ciudadanía la actualización de su ClaveÚnica, todo el marco del mes de la Ciberseguridad. Una estrategia -aseguran- que buscaría ocultar el impacto y envergadura de la sensible sustracción informática.

Fuente : El Mostrador, 14 de Octubre 2020

lunes, 12 de octubre de 2020

Una visión crítica de la conquista de América


Una continental “Campaña del Desierto”

Por Bernardo Veksler

El primer impacto fue el asombro, luego el miedo ante las armas de fuego y la fuerza mágica del hombre blanco cubierto con armaduras y montado a caballo. Los invasores aprovecharon el desconcierto y la superioridad tecnológica para dominar fácilmente a las sociedades americanas más desarrolladas.

La irrupción europea transatlántica tuvo una trascendencia  formidable. En pocos años se tuvo conocimiento de la dimensión planetaria, se posibilitaron nuevas rutas y el contacto con la diversidad humana; se potenció el comercio, la ciencia y la tecnología; y se generaron las bases del despegue capitalista y la Revolución Industrial, con el enorme y penoso costo de dos genocidios

El arribo de Cristóbal Colón a América fue un emprendimiento que hizo posible uno de los hechos más destacados de la historia de la humanidad. Desde su desembarco en playas caribeñas, en menos de un siglo se pudo alcanzar el conocimiento de la dimensión del planeta y se vincularon culturas desconocidas entre sí. La ventaja para los europeos fue conocer la pólvora, la brújula, el papel y la imprenta, entre otras adquisiciones.

El acto de pisar tierra americana produjo una espectacular cadena de acontecimientos que transformó y dinamizó la sociedad humana. El descubrimiento de oro y plata en el “nuevo continente” desató un verdadero aluvión colonizador. Centenares de expediciones y millares de hombres fueron tras los pasos de los pioneros para intentar el logro de fabulosas fortunas.

En los primeros 150 años de acción conquistadora, 17 mil toneladas de plata y unas 200 toneladas de oro arribaron a España y potenciaron el incipiente desarrollo comercial y manufacturero europeo, que abrieron las compuertas de la Revolución Industrial y el desarrollo capitalista.

La navegación superó todos los límites y se aventuró hacia todos los rincones del planeta. El conocimiento del mundo comenzó a ser posible y el comercio empezó a diseñar el mercado internacional. El desarrollo económico terminaría por sepultar a la sociedad feudal y al absolutismo monárquico.

La ambición no encontró barreras infranqueables. En pocos años la inmensidad americana dejó de ser inexpugnable y españoles, portugueses, británicos, holandeses y franceses se disputaron el gigantesco botín.

Un siglo después de la llegada de la Santa MaríaLa Niña y La Pinta a las Antillas, de los más de 70 millones de nativos americanos preexistentes, sólo quedaban tres millones y medio de almas. Primero, fueron derrotados por la desproporción de recursos, la sorpresa y la confusión. Luego, fueron privados de su cultura y creencias, sometidos al trabajo esclavo y a las enfermedades importadas por los europeos, que encontraron a sus organismos sin los necesarios anticuerpos para resistir a virus y bacterias invasores.

La casi extinción de la población nativa generó otro genocidio. Para sustituir  a los americanos, se propició la cacería de seres humanos, se arrancaron millones de africanos de su tierra ancestral y se comerció con ellos para utilizarlos como mano de obra esclava en socavones y plantaciones.

Medio milenio después, fue en vano el intento de ocultamiento del exterminio indígena y salió a la luz otra versión de la historia, atrás quedaron definiciones como el “Descubrimiento de América”, que pretendía ignorar la existencia de millones de seres humanos que habían descubierto el continente miles de años antes. También quedó rápidamente vetusta la intención de mostrar como amistoso el “Encuentro de dos mundos”, cuando en realidad se trató del violento aplastamiento de los nativos por parte de los forasteros.

No obstante, no se puede dejar de reconocer que la llegada europea a las costas americanas produjo un avance notable de la humanidad, pero el progreso no puede ocultar la magnitud de la tragedia consumada.

La sociedad capitalista se concibió a partir del genocidio, la esclavitud y el saqueo impulsado por las potencias europeas de la época. El alumbramiento del nuevo sistema económico se amasó con la sangre de millones de seres humanos.

El encontronazo del 12 de octubre de 1492

Las hipócritas denominaciones con las que fue conmemorado cada aniversario de la llegada de Colón a tierras americanas, pusieron de manifiesto el intento de disimular, encubrir y minimizar los crímenes cometidos. Celebrar el “Descubrimiento de América” significaba omitir, nada menos, que existían unos setenta millones de seres humanos que ya habían descubierto al continente y prosperaban en él.

La improvisada denominación de “Encuentro de dos culturas” o “de dos mundos”, fue sólo un intento de falsificar la historia, dado que ese encuentro no tuvo nada de protocolar o pacífico, como cínicamente pretendieron insinuar sus ideólogos y difusores. La evidencia del genocidio desatado, el saqueo de sus incalculables riquezas y el sometimiento de los sobrevivientes presentaron un cuadro muy distinto al pretendido, exponiendo un verdadero “encontronazo” donde el desequilibrio tecnológico impuso sus trágicas desproporciones.

La expedición de Colón fue una destacada empresa que hizo posible uno de los acontecimientos más importantes de la historia humana: tomar conciencia de la magnitud del planeta y poder comunicar sus diversos puntos geográficos. Así, se pudieron relacionar mundos antes desconocidos entre sí, algunos en estadios muy primitivos de desarrollo otros más avanzados, como los europeos, que ya conocían la brújula, la pólvora, el papel y la imprenta.

Se transformaron las economías cerradas del Medioevo para constituir un mercado mundial. “Los descubrimientos de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada de exterminio, la esclavización de las poblaciones indígenas, forzadas a trabajar en el interior de las minas, el comienzo de la conquista y del saqueo de las indias, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros, son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista (...) Las riquezas apresadas fuera de Europa por el pillaje, la esclavización y la masacre refluían hacia la metrópolis donde se transformaban en capital” (1).

El oro y la plata americanos contribuyeron a forjar los primeros grandes capitales europeos, que dinamizaron la economía y detonaron el fin del feudalismo y, posteriormente,  la Revolución Industrial.

Así se fue gestando la sociedad capitalista que, como contrapartida, significó un importante avance en la historia de la humanidad. El capitalismo desplegó sus máximas posibilidades de desarrollo en los países más avanzados de la época, donde se produjeron los saltos más dinámicos en la primitiva acumulación de capital, basados esencialmente en el pillaje, la ampliación de las fronteras y la repartición del mundo. Simultáneamente, se generó un desarrollo incesante de las ciencias, el conocimiento, las técnicas productivas, las posibilidades de consumo y de supervivencia humana.

El capitalismo logró cumplir un rol progresivo, sólo interrumpido por las crisis cíclicas que desquiciaban periódicamente la producción y su economía, dejando en evidencia las limitaciones del sistema.

A pesar de este notable aporte a la evolución humana, el capitalismo desde sus primeros pasos denotó sus características salvajes, corruptas e inhumanas que continuaron manifestándose en plenitud hasta la actualidad.

Europa, 1492

La llegada europea a América motorizó una serie de elementos que hasta ese entonces se manifestaban en forma embrionaria y que provocaron un verdadero vendaval en la sociedad que comenzaba a desperezarse de la economía medieval.

A fines del siglo XV, en el continente europeo surgían y se desarrollaban las producciones artesanales que comenzaron a impulsar la vida comercial y a dinamizar la economía. Las monarquías iniciaron un proceso de unificación de condados, principados y regiones autónomas insumiendo mayores gastos a sus aparatos estatales. Simultáneamente,  comenzaron a eliminarse barreras aduaneras que posibilitaron la instauración de mercados regionales y luego nacionales.

El primer paso de las transacciones fue el trueque. Ante los desiguales requerimientos, surgió la necesidad de establecer compensaciones en valores internacionalmente aceptados, utilizando oro, plata y piedras preciosas, abriendo así las compuertas al uso de monedas.

“El descubrimiento de América se debió a la sed de oro que anteriormente había lanzado a los portugueses hacia tierras al África, porque la industria europea, enormemente desarrollada en los siglos XIV y XV, y el comercio correspondiente reclamaban más medios de cambio de los que podía abastecer Alemania la gran productora de plata entre 1450 y 1550...” (2)

El viaje de Colón hizo posible el desarrollo de las grandes compañías navieras. Su consecuencia inmediata fue un impresionante desarrollo del intercambio regional y tasas de ganancia inusitadas, que alimentaron un formidable proceso de acumulación primitiva de capital, basados esencialmente en el pillaje, el comercio y la apropiación de los conocimientos de los pueblos sometidos y de sus territorios.

El saqueo de América

Las demandas europeas motorizaron la búsqueda de nuevas fuentes de ingreso para las monarquías. El propio diario de viaje de Colón tiene numerosas referencias a la obsesiva necesidad de encontrar oro. Apenas tres días después del arribo, el genovés escribió: “Esta isla es grandísima y tengo determinado de la rodear, porque, según puedo entender, en ella o acerca de ella hay mina de oro (…) di la vela con el viento sur para pujar a rodear toda la isla, y trabajar hasta que halle Samaot, que es la isla o ciudad adonde es el oro, que así lo dicen todos estos…”.

Los hallazgos y la apropiación de piezas ornamentales y rituales de los nativos constituyeron la primera fase del saqueo. En las islas de Cuba, La Española y Puerto Rico en sólo dos o tres años se despojó a los nativos de todo el oro producido en casi un milenio (3).

Agotada rápidamente esa fase del pillaje, se pasó a la búsqueda desenfrenada de los yacimientos, derribando todo obstáculo que se erigiera en su camino.

“En menos de una década, los españoles exploraron casi todas las islas del Caribe, especialmente Cuba, Jamaica, Puerto Rico y La Española. En 1513, Balboa avistó el Pacífico. Durante la década de 1520-30, se inició la conquista de México y Centroamérica. Y en la próxima, la de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile” (4). Simultáneamente, se avanzó hacia los mares australes, impelidos de encontrar una ruta segura hacia el Extremo Oriente y que permitiera el transporte de los valiosos minerales extraídos del subsuelo americano.

Los primeros relatos exaltaron las facilidades existentes para apropiarse de las riquezas: “...por las faldas de esta cordillera se han hallado grandes mineros de plata y oro... y en todo el reino del Perú; y si hubiera quien lo sacase, hay oro y plata que sacar para siempre jamás; porque en las sierras y en los llanos y en los ríos, y en todas partes que caven y busquen, hallarán plata y oro” (5).

Las dificultades para la extracción comenzaron a resolverse a partir de los conocimientos de los propios nativos. “La causa esencial de esta rápida recolección de metales preciosos fue el grado de adelanto minero – metalúrgico que habían alcanzado los indígenas de América Latina. El desarrollo de las fuerzas productivas autóctonas permitió a los españoles organizar en pocos años un eficiente sistema de explotación. De no haber contado con aborígenes expertos en el trabajo minero resultaría inexplicable el hecho de que los conquistadores, sin técnicos ni personal especializado, hubieran podido descubrir y explotar los yacimientos mineros, obteniendo en pocas décadas tan extraordinaria cantidad de metales preciosos. En fin, los indios americanos proporcionaron los datos para ubicar las minas, oficiaron de técnicos, especialistas y peones, y aportaron un cierto desarrollo de las fuerzas productivas que facilitó a los españoles la tarea de la colonización” (4).

Entre 1503 y 1660 salieron desde tierras americanas hacia España, según constancias documentadas en Sevilla y Madrid, alrededor de 200 toneladas de oro y 17 mil toneladas de plata. Considerando una relación de once a uno entre esos dos metales, se llega a las dos mil toneladas de oro, esta acumulación de envíos valuados a precios actuales rondarían los 28 mil millones de dólares (6).
“Según las estadísticas más autorizadas, la producción de oro y plata indianos, entre 1503 y 1560 ha sido estimada por Soetbeer en 173 millones de ducados; por Lexis en 150 millones y por Haring en 101 millones” (4).

Otras estimaciones mensuran en unas 90 mil toneladas de plata las extraídas de las entrañas americanas en el lapso comprendido entre 1500 y 1800 y su valuación se elevaría a unos 120 mil millones de dólares actuales (3).

También existen evaluaciones puntuales que permiten dimensionar el fenomenal aporte realizado por los americanos a los europeos: “Con base a los datos que proporciona Alexander von Humboldt, se ha estimado en unos cinco mil millones de dólares actuales la magnitud del excedente económico evadido de México entre 1760 y 1809, apenas medio siglo, a través de las exportaciones de plata y oro” (7).



Oro y plata extraídos de América por España (8)
(En kilogramos)
Período
Plata
Oro
1531-1540
    86.193
14.466
1541-1550
  177.573
24.957
1551-1560
  303.121
42.620
1561-1570
   942.858
11.530
1571-1580
1.118.591
  9.429
1581-1590
2.103.027
12.101
1591-1600
2.707.626
19.451
1601-1610
2.213.631
11.764
1611-1620
2.192.255
  8.855
1621-1630
2.145.339
  3.889
1631-1640
1.396.759
  1.240
1641-1650
1.056.430
  1.549
1651-1660
    443.256
    469
  TOTAL:
16.886.815
181.333

El furor desatado en la península fue tan grande que comenzaron a gestarse asociaciones y suscripciones para solventar expediciones con el fin de cumplir el sueño de regresar con las bodegas repletas. “Salvo contadas excepciones como fue el caso de Colón o Magallanes, las aventuras no eran costeadas por el Estado, sino por los conquistadores mismos, o por los mercaderes y banqueros que los financiaban” (7).

Para contar con una aproximación del formidable impacto que generó esta irrupción de riquezas en el territorio europeo, basta con tomar como referencia que la totalidad del oro existente para esa época en el “viejo mundo” fue estimado en unos mil millones de dólares y la plata en unos mil quinientos millones de dólares actuales.

Las cifras del saqueo, con seguridad, deberían elevarse notablemente si se considerasen la cantidad de navíos hundidos, que son cuantiosos en las aguas del mar Caribe, en las costas chilenas y en la confluencia austral de los océanos Pacífico y Atlántico, por donde circulaba la mayoría de los cargamentos.

La recuperación del cargamento de las bodegas, hace unos años atrás, de “El Preciado”, frente a costas uruguayas, fue valuado en cifras que oscilaban entre 600 y 3.000 millones de dólares. Sólo en las proximidades del río de la Plata existen otras ocho embarcaciones hundidas con sus bodegas repletas de oro y plata.

Por otro lado, habría que considerar la carga secuestrada por piratas y corsarios que fueron a parar a otras potencias europeas. Como es el caso del “pillaje obtenido por (Francis) Drake” que “puede ser considerado con justicia como la fuente y el origen de la inversión externa británica. Con él, Isabel pagó la totalidad de su deuda externa e invirtió una parte del remanente en la Compañía de Indias Orientales, cuyos beneficios representaron, durante los siglos XVII y XVIII, la principal base de las ligazones externas de Inglaterra... Jamás hubo una oportunidad tan prolongada y tan rica para el hombre de negocios, el especulador y el aprovechador. En esos años de oro, nació el capitalismo moderno” (9).



El despegue capitalista

“La plata y el oro de América penetraron como un ácido corrosivo, al decir de Engels, por todos los poros de la sociedad feudal moribunda en Europa, y al servicio del naciente mercantilismo capitalista los empresarios mineros convirtieron a los indígenas y a los esclavos negros en un numerosísimo “proletariado externo” de la economía europea” (7).

La reactivación comercial desembocó en la Revolución Industrial y en la liquidación acelerada de la sociedad medieval. Se generó así una división internacional del trabajo que adoptó características de triangulación: América aportó oro, plata, materias primas y la mano de obra aborigen; África suministró la mano de obra esclava que sustituyó a los nativos americanos exterminados y Europa se llevó la parte del león, ya que produjo y comercializó los productos manufacturados a la vez que capitalizó las transacciones de los demás vértices de la triangulación.

“El transporte de esclavos elevó a Bristol, sede de los astilleros, al rango de segunda ciudad de Inglaterra, y convirtió a Liverpool en el mayor puerto del mundo. Partían los navíos con sus bodegas cargadas de armas, telas, ginebra, ron, chucherías y vidrios de colores, que serían el medio de pago para la mercadería humana de África, que a su vez pagaría el azúcar, el algodón, el café y el cacao de las plantaciones coloniales de América. Los ingleses imponían su reinado sobre los mares. A fines del siglo XVIII, África y el Caribe daban trabajo a ciento ochenta mil obreros textiles en Manchester; de Sheffield provenían los cuchillos, y de Birmingham, 150 mil mosquetes por año” (7).

España y Portugal, que fueron los primeros en intentar la unidad nacional, indujeron a la revolución comercial; pero cada vez más su enriquecimiento fue agravando su dependencia con las naciones más industrializadas. Los ibéricos cumplieron un rol contradictorio, por un lado, fueron los agentes que fortalecieron a la incipiente burguesía europea, que se enriqueció aceleradamente y comenzó a enfrentar al absolutismo feudal hasta derrocarlo. Pero, internamente, tanto España como Portugal carecieron de una burguesía industrial, razón por la cual el flujo masivo de riquezas consolidó a la monarquía limitando la proyección de la fugaz prosperidad. Los principales acaparadores del oro y plata americanos fueron sólo un puerto de paso de esas riquezas, utilizado para las crecientes demandas del aparato estatal y de las nutridas y parásitas castas de nobles y frailes, su destino final fue capitalizar y expandir a la burguesía manufacturera francesa, flamenca e inglesa.

“La condición de acreedores del Tesoro, no sólo de Carlos V sino también de Felipe II, que vendía con anticipación los cargamentos de oro de las Indias para sostener aventuras militares y religiosas, permitió a los banqueros y comerciantes extranjeros controlar los metales preciosos y convertirse en los rectores de la economía española. Era uno de los tantos tributos que el pueblo español pagaba por la incapacidad de sus clases dominantes para lograr la unidad nacional, el desarrollo de la industria y la creación del mercado interno” (4).

Los colonizadores americanos tuvieron un objetivo claramente capitalista. La organización de la extracción, tráfico y producción fue para generar ganancias prodigiosas y, sobre todo, para proveer y desarrollar el mercado mundial.

 “Si no inauguraron en el “Nuevo Mundo” un sistema de producción capitalista fue por la inexistencia de un ejército de trabajadores libres. Esta carencia obligó a los colonizadores a utilizar opciones no capitalistas como semiesclavitud y esclavitud. Sintetizando: producción y colonización por objetivos capitalistas, relaciones esclavas o semiesclavas de producción y denominaciones propias del feudalismo fueron los pilares sobre los que se asentó la Conquista de América” (10).

Primer genocidio

“Había de todo entre los indígenas de América: astrónomos y caníbales, ingenieros y salvajes de la Edad de Piedra. Pero ninguna de las culturas nativas conocía el hierro ni el arado, ni el vidrio ni la pólvora, ni empleaba la rueda. La civilización que se abatió sobre estas tierras desde el otro lado del mar vivía la explosión creadora del Renacimiento (…) El desnivel de desarrollo de ambos mundos explica en gran medida la relativa facilidad con que sucumbieron las civilizaciones nativas” (7).

El primer impacto fue el asombro y el miedo ante los cañones de bronce, arcabuces, mosquetes, pistolones y la fuerza mágica del blanco subido a un caballo, que dieron a los recién llegados una aureola mística ante los cándidos ojos de los nativos .

“Los unos nos traían agua; otros otras cosas de comer (…) otros se echaban a la mar nadando y venían, y entendíamos que nos preguntaban si éramos venidos del cielo. Y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos hombres y mujeres: venid a ver los hombres que vinieron del cielo; traedles de comer y de beber. Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno con algo, dando gracias a Dios, echándose al suelo, y levantaban las manos al cielo…” (11).

Esta confusión inicial fue aprovechada rápidamente por los astutos españoles, que dominaron fácilmente a las sociedades más adelantadas de América: los sedentarios aztecas, incas y mayas. Estas sociedades habían llegado a formas sociales similares a las de los egipcios, asirios y caldeos, con la existencia de un estado e incipientes formas de explotación tanto de los sectores plebeyos como de los pueblos vecinos, que eran violentamente sometidos. Esto explica que las sociedades americanas más desarrolladas y poderosas, por sus contradicciones internas, fueron las que con más facilidad fueron sojuzgadas.

En cambio, las tribus que adoptaban formas sociales comunistas primitivas, fueron las que más dificultades y resistencia interpusieron al invasor. Las sociedades nómades dieron valientes batallas para enfrentar el sometimiento; pero la diferencia abismal de desarrollo económico y tecnológico, expresado en el potencial bélico, hacía inexorable el resultado final.

“Los indios de América sumaban no menos de setenta millones y quizás más, cuando los extranjeros aparecieron en el horizonte. Un siglo y medio después se habían reducido en total a sólo tres millones y medio...” (12)

El genocidio comenzó a implementarse en la guerra de conquista. Luego, en la explotación inhumana de los socavones. Allí, los indígenas sufrían el desarraigo, al ser obligados a dejar sus tierras y familias; se les imponía un ritmo de trabajo al que no estaban acostumbrados; los socavones les devoraban los pulmones y los dejaba rápidamente discapacitados. Algunos adelantaban el inexorable final con el suicidio, otros mataban a sus hijos para liberarlos del yugo inevitable y la capacidad reproductiva se deterioraba paralelamente al desinterés por la vida.

Las rebeldías de los americanos fueron apaciguadas con un cóctel de violencia y persuasión. La Iglesia los sometía por la vía religiosa para luego obligarlos a trabajar en producciones agrícolas, forzándolos a abandonar sus hábitos culturales y su vida ancestral dedicada a la caza, la pesca y la recolección; generando efectos similares a los de los socavones.

Puerto Rico fue un ejemplo de ello, a la llegada de los españoles, la población indígena era de unas setenta mil almas; treinta años después, en 1530 –cuando se hizo el primer censo- la población nativa se limitaba a 473 personas libres encomendadas y 675 indios esclavos.

“Muchos indígenas de la Dominicana se anticipaban al destino impuesto por sus nuevos opresores blancos: mataban a sus hijos y se suicidaban en masa. El cronista oficial Fernández de Oviedo interpretaba así, a mediados del siglo XVI, el holocausto de los antillanos: “Muchos dellos, por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se ahorcaron con sus manos propias” (7).

Otro importante porcentaje de nativos fue víctima de las enfermedades introducidas por los europeos, los organismos indígenas no estaban preparados para resistir a los virus y bacterias importados. Así, la viruela, gripe, sífilis, tifus, lepra, entre otras, produjeron estragos. “Los indios morían como moscas; sus organismos no oponían defensas ante las enfermedades nuevas. Y los que sobrevivían quedaban debilitados e inútiles. El antropólogo brasileño Darcy Ribeiro estima que más de la mitad de la población aborigen de América (...) murió contaminada luego del primer contacto con los hombres blancos” (7).

América ofrecía enormes posibilidades de enriquecimiento y toda una jauría humana desembarcó en sus costas para cumplir con esos sueños de pronta prosperidad a cualquier precio. En ese contexto, el inmenso territorio conquistado ofrecía posibilidades ilimitadas: “...la sistematización económica del inmenso espacio conquistado por los españoles puede ser resumida así: distribución de tierras en cantidad casi ilimitada a los conquistadores y atribución a los mismos de un gran número de indios adscriptos al trabajo forzado en esas tierras. Terminado el momento violento de la conquista no se puede decir que la colonización se haya desarrollado sobre principios diferentes” (13).


Otro genocidio lucrativo

El debate generado a partir del Quinto Centenario dejó a las claras la orgía de sangre desatada por el supuestamente protocolar  “Encuentro de Dos Culturas”. El exterminio de la población nativa, junto a las necesidades de reposición de mano de obra para ocuparla en las flamantes explotaciones, dio lugar a una nueva rama económica del naciente capitalismo: el tráfico de esclavos.

Ingleses, holandeses y franceses se destacaron en este flamante negocio. Los cazaban como a animales en el África, luego los cargaban en los barcos para atravesar el Atlántico. Su primer destino fueron las Antillas, luego prácticamente toda América.

Sólo entre 1680 y 1688, la Real Compañía Africana embarcó 70 mil negros, de los cuales sólo llegaron a las costas americanas unos 46 mil. En Haití, ingresaba un promedio de treinta mil esclavos por año. En 1789, la población de la mitad francesa de la isla Española era de cuarenta mil blancos y 450 mil negros.


                      IMPORTACIÓN DE ESCLAVOS DEL ÁFRICA POR REGIONES
                                    1451-1870 (Estimado en miles de personas)   (14)

Región                     1451-1600       1601-1700    1701-1810  1811-1870                   TOTAL
Norteamérica inglesa         -                      -                      348                   51                 399
Hispanoamérica                  75                   292,5              578,6              606             1.552,1
Caribe inglés                                   -                      263,7              1.401,3          -                   1.665
Caribe francés                     -                      155,8              1.348,4          96               1.600,2
Caribe holandés                 -                        40                   460              -                      500
Caribe danés                       -                          4                     24               -                        28
Brasil                                     50                   560                 1.891,4          1.145,4      3.646,8
Europa                                  48,8                  25,1                          -           -                        50
Santo Tomé                         76,1                  23,9                          -           -                      100
Islas del Atlántico                25                     -                                -           -                        25
TOTAL                                 274,9              1.341,1          6.051,7          1.898,4     9.556,1
Porcentaje anual                     1,8                   13,4               55                    31,6      22,8  


La reconstrucción de los datos disponibles permite determinar que, en no menos de un siglo, se importaron unos diez millones de nativos africanos. Para algunos, esa estimación se duplica.

Se trata de 17 millones de seres humanos, cifra que debe ser por lo menos duplicada por las matanzas que seguían a la persecución y captura, las muertes en los traslados a los puertos (la inenarrable crueldad de separar a las madres de sus hijos) y en las travesías marítimas, debido a las enfermedades, ya que era más barato reemplazar un esclavo que curarlo. Si bien la esclavitud tiene orígenes lejanos, en los inicios del Siglo XIX alcanzó su máxima intensidad. La exploración del interior de África por los europeos comenzó en el Siglo XIX (anteriormente, los esclavistas se limitaban a capturar esclavos mediante alianzas con pueblos aborígenes). Gracias a la violencia, las potencias dominaron el continente” (14).

Si se toma en cuenta que gran cantidad de africanos morían antes de pisar tierra americana; víctimas de las cacerías, en el traslado hacia los barcos, en las tortuosas travesías hacinados en las bodegas o en el desembarco; la cifra de seres arrancados violentamente de África puede elevarse a cuarenta o cincuenta millones desde que comenzó este sucio comercio hasta mediados del siglo diecinueve, provocando el arrasamiento de regiones enteras. Aldeas, etnias y culturas fueron aplastados por la irrupción de los esclavistas.

El censo de 1790 de Estados Unidos indicó que los esclavos sumaban 697 mil individuos. En 1861, esa cifra se elevó a más de cuatro millones.

Un miembro de la Cámara de Diputados de España, decía en 1870: “Un esclavo que por reglamento debía trabajar 16 horas en la zafra y ocho o nueve durante el resto del año. Un esclavo que recibe no más de una camisa, un calzoncillo, un pañuelo y un gorro. Un esclavo que se alimenta con seis u ocho plátanos, con ocho onzas de carne de bacalao o con cuatro de harina o de arroz. Un esclavo que llega con los dolores que ha sufrido desde que lo embarcaron en la costa de África, que llegó a la costa desde su lugar natal durmiendo en suelos húmedos, que es llevado a Cuba en un barco de 200 toneladas entre más de quinientos negros, con gérmenes de todo tipo de enfermedades, traspasan los mares con un 25 por ciento de bajas, es arrojado al mar como insignificante lastre si el buque zozobra...” (7).

En esas condiciones el promedio de vida del esclavo no podía ser muy elevado. El esclavismo como toda forma de explotación creó su ideología justificadora, sosteniendo que los negros eran de naturaleza distinta, subhumanos, de una raza inferior, que se asemejaban a los monos, entre otras barbaridades contrarias a la ciencia.



El papel de la Iglesia

La Conquista de América se ejecutó a través de la apabullante superioridad tecnológica y militar europea. Pero esta brutal dominación se complementó con la sutil participación de la Iglesia. Esta institución siempre cumplió un papel funcional a los que ostentaron el poder. Su actuación durante la conquista no fue muy distinta del rol cumplido en épocas más recientes, cuando cooperó con regímenes siniestros como los representados por Hitler, Mussolini, Franco o Videla.

Los religiosos buscaron congraciarse con los nativos al ofrecerles algunas formas de protección ante el salvajismo colonizador, para luego someterlos por la vía de la imposición cultural e ideológica.

El solo hecho de haber impuesto una creencia distinta, demuestra el profundo desprecio de los sacerdotes hacia las costumbres ancestrales indígenas. El objetivo de inculcar, catolicismo mediante, la resignación y la docilidad ante el nivel de explotación infrahumano al que eran sometidos, permitió la incorporación de una cuantiosa mano de obra barata y útil para los proyectos de los forasteros. Las mitas y encomiendas sirvieron para organizar la explotación agropecuaria y minera, gran parte de ellas en beneficios de la propia Iglesia.

El rol perverso jugado por esta institución fue tan notorio que, ante el debate desatado que lo dejó en evidencia, sólo pudieron erigir la figura del sacerdote Bartolomé de las Casas, con la intención de neutralizar su complicidad con la barbarie cometida. Pero el propio de las Casas fue un encomendero que empleó a los nativos. Luego, cuestionó el sistema y se proclamó a favor de la introducción de africanos para reemplazar a los diezmados aborígenes antillanos.

Ante la contundencia de los argumentos, la Iglesia comenzó a ensayar disculpas y pedidos de perdón. Los obispos guatemaltecos así lo hicieron con el pueblo maya y rindieron homenaje a las creencias religiosas nativas “que veían en la naturaleza una manifestación de Dios” (16)

Muchos herederos de los que sufrieron en carne propia las atrocidades de los invasores europeos y el cínico papel de la Iglesia, aprovecharon la oportunidad del viaje de Juan Pablo II a Lima, en 1984, para entregarle una carta firmada por el Movimiento Indio Kollasuyo, el Partido Indio y el Movimiento Túpac Katari, de Bolivia y Perú, que en uno de sus párrafos decía lo siguiente: “Hemos decidido aprovechar la visita del Papa para devolverle su Biblia, pues en cinco siglos no nos ha dado ni paz, ni amor ni justicia... Por favor, llévese su Biblia y désela a nuestros opresores, cuyos corazones y cerebros necesitan más de sus preceptos morales... Recibimos la Biblia, que fue el arma ideológica del asalto colonialista. La espada española que de día atacaba y mataba cuerpos indios, de noche se volvía cruz que atacaba el alma india...” (17).

Las rebeliones

A pesar de la enorme desproporción de fuerzas, los sometidos por los conquistadores se rebelaron en innumerables oportunidades. Una de las insurrecciones más destacadas fue la del 4 de noviembre de 1780, liderada por José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru).

Sometidos por la escandalosa esclavitud de la mita, miles de indios trabajaban y morían en los obrajes y las minas. Durante años, antes de tomar la decisión de rebelarse, Túpac había buscado el apoyo de los obispos de Cuzco y La Paz para frenar los abusos que se cometían con los nativos. Pero nada había conseguido.

Desechados esos caminos, Túpac comenzó entonces a organizar secretamente el levantamiento que abarcaría todo el Altiplano y parte del noroeste argentino. El día del alzamiento comenzó con la detención del corregidor Antonio de Arriaga, quien fue ejecutado en la plaza de Tungusuca. Allí, se convocaron miles de nativos y mestizos que conformaron un ejército de desesperados, apenas armados de palos y cuchillos. Ante la multitud, Túpac afirmó su intención de “cortar el mal gobierno de tanto ladrón zángano” y liberar, por igual, a indios y criollos. Comenzaron a avanzar, destruyendo a su paso los obrajes, pero el movimiento fue frenado y el líder detenido y torturado. Durante el tormento no reveló el nombre de ninguno de sus colaboradores, hasta que fue condenado al descuartizamiento (18).

Las rebeliones y masacres prácticamente abarcaron todo el continente americano. Tanto los indios del lejano oeste como los pampas y tehuelches reaccionaron con los malones y otras formas de resistencia al avance incontenible de los colonos blancos. Los araucanos derrotaron reiteradamente a los ejércitos españoles y mantuvieron durante siglos bajo su dominio inexpugnable el territorio al sur del Bío Bío. Diaguitas y quilmes, entre cientos de etnias, expresaron también su valiente rebeldía.

Los esclavos traídos de África también protagonizaron rebeliones. En 1522, los esclavos de Diego Colón –hijo de Cristóbal- llevaron a cabo la primera sublevación que se tenga memoria, fueron sosegados y terminaron ahorcados en los senderos del ingenio.

En Brasil, los numerosos negros que huían de las explotaciones hacia la selva, comenzaron a agruparse en la espesura boscosa. Los cimarrones se fueron concentrando y organizando hasta llegar a constituir el territorio libre de Palmares, en pleno Amazonas. La superficie que controlaban llegó a alcanzar un tercio del dominio portugués de la época. Durante todo el siglo XVII resistieron el acoso de expediciones holandesas y portuguesas que intentaron aniquilar a ese mal ejemplo.

Palmares contaba con abundancia de alimentos, porque la producción estaba al servicio de las necesidades, existían policultivos que contrastaban con las explotaciones de los colonizadores, donde predominaba el cultivo de la caña de azúcar, que se producía para abastecer al mercado europeo.

En 1791, estalló una exitosa rebelión negra en Haití que logró abolir la esclavitud y provocó la huida masiva de los blancos. Trece años después, constituyeron la primera república negra de América, cuya constitución consideraba negros a todos los ciudadanos independientemente del color de su piel.

La resistencia de los oprimidos y la comprobación por parte de los poderosos que la mano de obra esclava no era suficientemente productiva, que las nuevas técnicas necesitaban de una mayor capacitación y que podría ser mucho más lucrativa la incorporación como consumidores de esos millones de trabajadores forzados, produjo el fin de esa lacra.

La “Campaña del Desierto” de la burguesía criolla

Una vez que se consolidaron en el poder, luego de superado el radicalizado y tumultuoso período de la emancipación latinoamericana, las nacientes oligarquías y burguesías se orientaron con voracidad a ocupar el espacio territorial expulsando a sangre y fuego a los legítimos dueños de las tierras.

El promotor de la campaña contra los indios pampeanos así exponía ante el Congreso su plan: “En la superficie de quince mil leguas que se trata de conquistar, comprendida entre los límites del río Negro, los Andes y la actual línea de fronteras, la población indígena que la ocupa, puede estimarse en veinte mil almas, en cuyo número alcanzan a contarse de 1800 a 2000 hombres de lanza... Su número es bien insignificante con relación al poder y a los medios de que dispone la Nación. Tenemos seis mil soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios que no tienen otra defensa que la dispersión, no otras armas que la lanza primitiva” (19).

El exterminio de los indios pampeanos fue aprobado por la oligarquía bonaerense. Como consecuencia de ese despojo sangriento, 1843 personas se repartieron 41.787.023 hectáreas de la mejor tierra argentina, entre 1876 y 1903. “Sesenta y siete propietarios pasaron a ser dueños de 6.062.000 hectáreas”. Hacia la segunda década del siglo XX, “concluido ya el proceso de formación de la propiedad rural, solamente cincuenta familias eran propietarias de más de 4 millones de hectáreas de la provincia de Buenos Aires” (20).

El presidente Miguel Juárez Celman, en 1888, justificó con argumentos racistas los “obsequios” efectuados luego del brutal desalojo indígena: “Dicen que dilapido la tierra pública, que la doy al dominio de capitales extranjeros: sirvo al país en la medida de mis capacidades. (Carlos) Pellegrini mismo acaba de escribirme que la venta de 24 mil leguas sería instalar una nueva Irlanda en la Argentina. ¿Pero no es mejor que estas tierras las explote el enérgico sajón y no que sigan bajo la incuria del tehuelche?” (21).

La barbarie de los uniformados llegó a sensibilizar hasta a los mismos voceros de la oligarquía. El diario La Nación del 16 de noviembre de 1878, con el título de “Setenta indios fusilados!” , cuestionó que los hechos ocurridos en Villa Mercedes (San Luis) no respetaban “ni las leyes de la humanidad ni las leyes que rigen el acto de la guerra”, dado que existía la opción alternativa y disponible para el comandante, según el diario, de “mandarlos bien seguros a Buenos Aires, como se ha hecho con otros” (20).

Pero, no sólo hubo numerosas ejecuciones sumarias, también, como en todo genocidio, hubo campos de concentración al mejor estilo del nazismo. El relato de John Daniel Evans sobre un encuentro entre galeses y nativos, permitió detectar la existencia “de un reformatorio en Valcheta (Río Negro) en el cual el gobierno después de 1885 había concentrado a “la mayoría de los indios de la Patagonia”, quienes “estaban cercados por alambre tejido de gran altura”. Evans cuenta que reconoce entre los recluidos a un amigo de la infancia a quien no puede rescatar por carecer del dinero que se le pide para ello y que finalmente muere al poco tiempo en aquel campo de concentración” (22).   

La isla Martín García fue otro campo de concentración de nativos, donde los forzaban a trabajar picando piedras. También existen constancias de la existencia de otros similares en Carmen de Patagones, Junín de los Andes, Chinchinales y los cuarteles de Retiro.

El general Roca fue el “héroe” de la denominada “Campaña del Desierto”, un eufemismo que encubría que el territorio conquistado estaba poblado por “veinte mil almas”. El alma mater del genocidio pampeano, no sólo fue homenajeado por los beneficiarios locales y compensado con parte del botín, también recibió agradecimientos externos. “En Londres se hizo un homenaje gigantesco al general Roca. La Crónica dirá: “Jamás los altos banqueros y comerciantes de Londres, en número tan grande y selecto han ofrecido a un hombre público extranjero iguales demostraciones de simpatía ni tributado a un país tan altos elogios como los que han hecho a la República Argentina” (20).

Esta conducta de la burguesía criolla fue, con algunas diferencias de matices, la que se repitió en cada país americano. “Según Michel Foucault, el genocidio –o mejor dicho, el programa genocida, independientemente de sus resultados concretos- forma parte intrínseca de la constitución de las naciones modernas” (23).

Las películas del lejano oeste invierten cínicamente los roles de quienes fueron los protagonistas del salvajismo. Un líder piel roja, a fines del siglo pasado, reflejó con estas palabras su angustia: “estoy cansado de luchar. Nuestros jefes han muerto... Todos los ancianos han muerto. Hace frío y no tenemos frazadas. Los pequeñuelos mueren de frío. Algunas de mis gentes han escapado a las montañas y no tienen abrigo ni alimento... Quiero tener tiempo de buscar a mis hijos y ver cuántos de ellos han quedado. Acaso los encuentre entre los muertos. Oíd, mis jefes, mi corazón está triste y enfermo. Estoy cansado” (24).


El aniquilamiento continúa, la rebelión también.

Negros e nativos participaron en la primera línea de combate en la guerra de independencia y fueron utilizados en las luchas y guerras fratricidas posteriores. Tanto Argentina como Paraguay contaban con una gran población negra hoy casi inexistente, fruto de ese exterminio sufrido al que aportaron también numerosas epidemias.

Rigoberta Menchú, originaria guatemalteca Premio Nobel de la Paz, afirmó tiempo atrás que: “En los últimos veinte años, he recorrido todos los países con pueblos indígenas. Y por doquier encontré la misma realidad: nadie quiere darnos voz... Hace poco estuve en Canadá: indígenas de esas tierras, fueron despojados de todo por las empresas multinacionales que talan los bosques. Actualmente, hay ocho de estas firmas en plena actividad. Allí pudimos ver lo que está haciendo nada más que una de esas compañías: en un año talaron bosques por una extensión que supera el millón doscientos mil metros cuadrados por lo que serán necesarios doscientos o trescientos años para que esa tierra recupere su ritmo natural” (25).

No es muy distinto el panorama de los pueblos originarios en toda América, los sobrevivientes del genocidio continúan sufriendo crímenes, despojos, atropellos y represión cuando intentan manifestarse en defensa de sus derechos.

Durante los primeros años de la gesta emancipadora latinoamericana, los oprimidos vieron que sus reclamos se vinculaban con las causas nacionales. El general Simón Bolívar abolió la esclavitud, Juan José Castelli liberó a los indígenas del Alto Perú de las encomiendas, San Martín habló de “nuestros paisanos los indios” y José Gervasio Artigas redistribuyó tierras entre los pobres.

La opresión que siguen sufriendo los nativos, negros, mulatos y mestizos no es muy distinta a la que sufren obreros, jornaleros, campesinos y millones de marginados. El sistema capitalista, con su versión globalizada, continúa acumulando víctimas.

La lucha por la liberación del sojuzgamiento dependerá de que las crecientes víctimas puedan resistir y doblegar al sistema de dominación imperante. Los gobernantes funcionales a ese status quo son los responsables del empobrecimiento generalizado, del hundimiento de las economías y de la descomunal entrega del capital social. Ellos son los causantes de que 180 millones de niños, mujeres y hombres latinoamericanos padezcan hambre, miserias, marginación y desesperanza.

Este nuevo aniversario de la llegada europea a tierras americanas, encontrará a la mayoría de los gobernantes de nuestros países nuevamente promoviendo perimidas celebraciones, no es casual, ellos son los que abren las puertas a la colonización, entregan las riquezas, someten al pueblo trabajador a cada vez mayores sufrimientos y eliminan todo rasgo social progresista.

Ayer como hoy la sangre, el sudor y las lágrimas que se derraman son de los oprimidos y sólo en ellos está la posibilidad de redención.

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