sábado, 17 de septiembre de 2016



Alejandro Guillier: ¿Salvador de la Nueva Mayoría o comienzo de una nueva era?

Víctor Herrero |Lunes 29 de agosto 2016 6:33 hrs.
“El lugar más violento del infierno está reservado para aquellos que permanecen neutrales en tiempos de grandes conflictos morales”, afirmó a inicios de los años 60 Martin Luther King. Es lo que Carlos Mesa entendió en Bolivia en 2006. Antes de que Evo Morales llegara al poder, Mesa convocó a una Asamblea Constitucional en ese país. Por cierto, Mesa es periodista… igual que Alejandro Guillier.
Los representantes políticos de la derecha y de los sectores más conservadores y reaccionarios de la vieja Concertación vienen anunciando el fin de la Nueva Mayoría casi desde el comienzo mismo del segundo gobierno de Bachelet.
Envalentonados por reformas realizadas a medias que no dejan contento a nadie, por el desplome de la popularidad de La Moneda y por los escándalos de corrupción que salpican a muchos por igual, el cálculo de los sectores derechistas del país -que incluye a los “príncipes” y los “guatones” de la Democracia Cristiana, pero también a ex intelectuales de la Concertación que provienen del PPD, o líderes socialistas enfocados exclusivamente en capturar puestos del Estado- es que el flanco derechista de la elite transversal que ha gobernado a Chile prácticamente desde marzo de 1990 volverá a recuperar el poder en gloria y majestad en 2018.
Pero, como reza el dicho, en política un año puede ser un siglo. Y resulta que la irrupción en las encuestas del senador Alejandro Guillier parece darle un segundo aire a la Nueva Mayoría. Claro, no se trata de algo planificado por los partidos de esa alianza, pero el ex periodista y conductor de Chilevisión y TVN parece erguirse como una potencial carta de salvación para el conglomerado oficialista. Puede ser el as bajo la manga que el jugador de póker ni siquiera sabía que tenía entre sus mangas. Así, Guillier podría convertirse, casi por accidente histórico, en Presidente.
Después de todo, el caso de Michelle Bachelet no fue tan distinto. En su momento, Bachelet –y su imagen arriba de un tanque como ministra de Defensa del presidente Ricardo Lagos- vino a representar los deseos y las proyecciones de muchos chilenos. Hoy, Guillier parece encarnar algo parecido: no está salpicado por los escándalos de corrupción política-empresarial; es un hombre pausado y progresista que hace ver sus puntos de vista, pero no los vocifera a los cuatro vientos. Parece ser, en fin, un potencial candidato que viene a poner algo de cordura e inhalaciones y exhalaciones de yoga al agitado ambiente político local.
Es curioso que la posible carta triunfadora de la Nueva Mayoría provenga de un político que no milita en partido alguno, aunque claramente sus intereses parecen corresponder a una sensibilidad de centro-izquierda. Apoyado por el Partido Radical y electo con la primera mayoría como senador por Antofagasta en 2013, el flanco más débil de este ex rostro y comunicador de la televisión chilena es, paradójicamente, la comunicación pública.
Poco es lo que se sabe de sus ideas específicas, porque pocas veces aparece en el circo medial que se disputan nuestros legisladores. Es más, el senador nacido en La Serena pero criado y educado en Antofagasta hizo noticia en abril de este año al otorgar su voto a una norma que sancionaba con duras penas a periodistas que se hicieran parte de filtraciones en investigaciones judiciales. “Me pasaron un gol”, dijo arrepentido en esa oportunidad. También se arrepintió de ser parte de una ofensiva comunicacional que la Asociación de Isapres lanzó en 2006 para promocionar el buen actuar del sistema de salud privado y cuyo principal rostro fue el propio Guillier.
A falta de una comunicación pública nítida, hay que bucear en sus intervenciones en el Senado para hacerse una idea de este potencial salvador de la Nueva Mayoría, que podría cumplir una función similar a la de su colega de profesión Mauricio Funes, que en 2009 llevó al salvadoreño Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) a la presidencia de ese país.
En una intervención en el Senado en abril de 2014 Guillier afirmó que las AFP eran inconstitucionales. En julio de ese año se mostró partidario de una Asamblea Constituyente. “La discusión es cómo recuperar la soberanía popular, lo que es muy difícil en la actual institucionalidad y no sirve la vía jurídica. Hay que buscar por la vía política, y eso pasa por generar en Chile un clima de asamblea y de estado constituyente. Es decir, una sociedad que se declara a sí misma en proceso de construcción y legitimación de un nuevo ordenamiento”, afirmó.
En julio del año pasado, en una entrevista dada a este medio, el senador abogó por proseguir y profundizar la agenda de reformas del gobierno, pese a la enorme resistencia de los poderes fácticos de la derecha, de la ex Concertación y de los medios de comunicación tradicionales. “La situación económica puede explicar la gradualidad de ciertas reformas que requieren recursos económicos, pero hay reformas como la descentralización o el avance hacia una nueva Constitución que no tienen que ver con la agenda económica, tiene que ver con una decisión política de hacer los cambios. Muchos dicen que eso genera un cuadro un tanto inestable, poco propicio a los negocios, pero eso va a ocurrir en cualquier momento porque, en general, al gran empresariado chileno no le gustan los cambios, y siempre que se generan cambios en Chile viene de inmediato la amenaza de la desestabilización, de que los inversionistas se van a ir de Chile y frenan la pelota, la trancan”.
En abril de este año, Guillier se mostró muy crítico del control preventivo de identidad que finalmente se aprobó en el marco de la llamada agenda corta anti-delincuencia. “Cuando los policías tengan algún antecedente que les permita inferir que una determinada persona tiene una orden de detención pendiente, la verdad es que salvo que tengan telepatía no veo cómo eso podría ocurrir”, afirmó en su intervención en el Senado. “¿Dónde van a encontrar esos indicios? Les puedo apostar que eso se va a asociar con determinados barrios, condiciones sociales, edades”.
En definitiva, Alejandro Guillier podría ser una alternativa interesante para los sectores progresistas que sueñan con la continuidad de la Nueva Mayoría o aun aquellos que creen en una supuesta renovación de la política. El propio senador tiró el fin de semana pasado un gran salvavidas a la coalición oficialista. Dijo estar dispuesto a ser candidato, siempre y cuando se realicen primarias y exista un programa de gobierno común. Es decir, Guillier se proyecta como continuador del actual conglomerado gobernador. Pero, de paso, eleva la apuesta en contra de Ricardo Lagos, el candidato ungido por el PPD, El Mercurio y, hasta hace pocos meses, del CEP. Ciertamente, Lagos jamás pondría en peligro su legado para los libros de historia. Que en estos se diga que perdió una primaria contra un periodista de provincia y político novato en 2017 sería probablemente una deshonra para él.
Al mismo tiempo, al exigir un programa de gobierno, Guillier proyecta dos cosas que muestran que de a poco está dejando de lado su inexperiencia política. La primera, es que tiene conciencia de que no cuenta con la fuerza política suficiente para “imponerse” a los partidos tradicionales, pese a su actual popularidad. La segunda es que obliga a esos mismos partidos, de alguna manera, a compartir el riesgo político de una eventual candidatura presidencial en 2017.
Estas primeras movidas del senador-periodista de Antofagasta podrían augurar un futuro político interesante, uno que allane el camino hacia un semi-presidencialismo en el que la figura del todopoderoso presidente o presidenta sea acotado, como debería ser en una democracia sana. Si Guillier mantiene la cordura y llegara a ganar la presidencia, debería abogar por convertirse en un mandatario que oriente las grandes líneas y que descanse en un o una premier que efectivamente maneje el gobierno. Y, claro, eso pasa por una nueva Constitución política que debería ser una de sus promesas realizadas. Como dijo el activista afroamericano estadounidense Martin Luther King a comienzos de los años 60: “El lugar más violento del infierno está reservado para aquellos que permanecen neutrales en tiempos de grandes conflictos morales”.
Es lo que Carlos Mesa entendió en Bolivia en 2006. Antes de que Evo Morales llegara al poder, Mesa convocó a una Asamblea Constitucional en ese país. Por cierto, Mesa era periodista… igual que Alejandro Guillier.

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