viernes, 20 de septiembre de 2019

GRETA Y LA HUELGA MUNDIAL POR EL CLIMA

OPINIÓN

20 de Septiembre 2019: Greta y la Huelga Mundial por el Clima


por Jaime Hurtubia
La crisis climática no va a eliminar a la humanidad del planeta. Seguramente muchos sobrevivirán y resistirán a los cada días más fuertes y continuos desastres que se sucederán como avalancha. De lo que se trata es que nuestra generación de adultos, jefes de estado, políticos, empresarios, científicos, ciudadanos, es la última que tiene la oportunidad de hacer algo para evitarlo. Después de nosotros será demasiado tarde. Se perderá el control, ocurrirán cambios irreversibles y será mucho más difícil y costoso volver a algún tipo de normalidad. Si los Estados no respetan a la letra el Acuerdo de París y las recomendaciones del IPCC, con seguridad condenarán a la generación de Greta y a las futuras, a nuestros nietos y bisniestos, a vivir en un mundo infame de continuos desastres y eventos climáticos extremos. Ese es el punto.
Cuando en Chile aún estemos en plena Fiestas Patrias, este Viernes 20 de Septiembre una joven sueca de 16 años, desde Nueva York, estará velando porque la acción climática sea considerada una prioridad mundial. Greta Thunberg siguiendo su costumbre iniciada hace dos años con sus huelgas de “Viernes por el Futuro”, ahora lo hará movilizando a cientos de miles de jóvenes y adultos en todo el mundo y estará presionando a Jefes de Estado reunidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre sus responsabilidades y acciones respecto a la crisis climática.
Ella está tocando el nervio sensible de los centros de poder, haciendo sentir que el peso de una ciudadanía movilizada es clave. Personas como ella son fundamentales para despertar a los políticos apáticos, acelerar acciones y frenar el sobrecalentamiento global. En la reunión anual de líderes políticos y empresarios multimillonarios en Davos declaró: "No quiero que tengan esperanzas. Quiero que se asusten. Quiero que sientan el miedo que siento todos los días. Y luego quiero que actúen".
Siguiendo a Greta, los jóvenes han realizado protestas que comenzaron en agosto del año pasado, cuando ella en solitario protestó frente al parlamento sueco. Ahora, cada semana, cientos de miles de jóvenes, en más de 100 países, salen de sus aulas cada viernes. Se trata de protestas que manifiestan descontento hacia los políticos que han sido incapaces de enfrentar el sobrecalentamiento y la crisis climática. Este movimiento no pertenece a ningún partido político y se ha multiplicado rápidamente. Es un movimiento que acusa de inactividad e incompetencia a las generaciones anteriores: “Os habéis quedado sin excusas”.
Si los gobiernos no abordan la crisis climática a tiempo, sin duda será una manifiesta violación a los derechos humanos de las generaciones futuras. La más grande de nuestra historia. Han sido los jóvenes quienes han sacrificado días de aprendizaje para exigir que los políticos, empresarios, abuelos y padres hagan lo correcto. En particular, están reclamando a los gobiernos que cumplan con lo comprometido en el Acuerdo de París, que entrará en pleno vigor en 2020. Compromisos fundamentales para que la temperatura promedio global del planeta se estabilice entre los 1,5 y los 2ºC.
¿Cuál es la situación en Septiembre 2019? Por la falta de sanciones que obliguen a los países a cumplirlo, las emisiones siguen aumentado. Es decir, los recortes de emisiones a los que los países se comprometieron en el Acuerdo no son suficientes tanto porque son muy flexibles como porque la mayoría de los Gobiernos no los están respetando. Así como están las cosas y de continuar así, vamos directo a un aumento de la temperatura promedio global a 3 grados y más aún.
Obviamente, la realidad nos muestra que aún se necesitan muchos más esfuerzos y que no tenemos tiempo. Los jóvenes nacidos en este siglo poseen una conciencia ambiental y un coraje inexistentes en las generaciones anteriores. Con una formación ambiental básica pero con mucha intuición y determinación sienten los peligros a los que expone la actual crisis climática a ellos y a las futuras generaciones.
Cómo no va a ser así, si cada semana escuchan las noticias de desastres climáticos como el ciclón que arrasó hace una semana a Bermudas, las olas de calor en Europa que rompieron récords, los incendios forestales en Siberia, Portugal, la Amazonía, la acidificación de los mares, la gota fría que arrasó hace tres días pueblos en la comunidad Valenciana, nuestra megasequía, y así muchos más que se suceden con mayor frecuencia y con más intensidad que nunca antes.  Es lógico que los jóvenes sientan temor ante este tipo de desastres que tienden a ser cada vez más recurrentes y que los afectará con seguridad el resto de sus vidas.
En Chile, las marchas apenas comienzan. Pero sin duda, la de este Viernes por ser mundial servirá de impulso de aquí a la COP25 para despertar algunas conciencias. Y es que, con el pasar de las semanas, nos estamos jugando demasiado, se juega nuestro futuro. Si los políticos no hacen nada, está muy bien que los jóvenes les obliguen a escuchar. El costo de la pasividad es enorme. No fueron capaces de hacer cambios profundos en un modelo económico cuyas principales víctimas fueron ellos mismos.
En Europa cientos de miles vienen abandonando cada viernes sus clases organizando eventos proclima con mensajes contundentes: “Los jóvenes estamos demostrando que estamos enojados por la falta de liderazgo gubernamental”; “los que están en el poder no solo nos traicionan y nos quitan nuestro futuro, sino que también son responsables de la crisis climática que se está desarrollando de forma horrenda en todo el mundo”; “los menos responsables de contribuir al cambio climático ya están sufriendo los peores efectos”, y “es nuestro deber no solo actuar para aquellos nuestro futuro, sino el de todos. Eso es lo que significa la justicia climática “.
Y es que los jóvenes lo tienen muy claro. La crisis climática no va a eliminar a la humanidad del planeta. Seguramente muchos sobrevivirán a la emergencia climática y resistirán a los cada días más fuertes y continuos desastres que se sucederán como avalancha. De lo que se trata y ellos lo tienen muy claro, es que nuestra generación de adultos, jefes de estado, políticos, empresarios, científicos, ciudadanos, es la última que tiene la oportunidad de hacer algo para evitarlo. Después de nosotros será demasiado tarde. Se perderá el control, ocurrirán cambios irreversibles y será mucho más difícil y costoso volver a algún tipo de normalidad. Si los Estados no respetan a la letra el Acuerdo de París y las recomendaciones del IPCC, con seguridad condenarán a la generación de Greta y a las futuras, a nuestros nietos y bisniestos, a vivir en un mundo infame de continuos desastres y eventos climáticos extremos. Ese es el punto.
Es de esperar que en los próximos meses aumente la solidaridad de la juventud para dar comienzo a una nueva era de acción climática, ahora que todo el mundo habla sobre el clima. Al fin y al cabo, los jóvenes son los futuros ciudadanos que tendrán que lidiar con la crisis climática por el resto de sus vidas. Están defendiendo su futuro y por lo tanto tienen que protestar: “La generación de nuestros padres no ha hecho suficiente para combatir el cambio climático y tenemos que aprender de sus errores. Hay que actuar ya”. “Yo creo en la ciencia, no en los políticos”.
Es obvio que la acción climática tiene que ser acompañada por un paulatino y creciente cambio en la ciudadanía con nuevos estilos de vida; nuevos patrones de producción y consumo; y conservación de la biodiversidad. Los Jefes de Estado en la Cumbre Climática del próximo 23 de Septiembre en la Sede de la ONU en Nueva York, junto a los grandes empresarios y corporaciones multinacionales y nacionales, tendrán que hacer lo suyo. Un cambio radical, urgente, drástico en sus tecnologías para abandonar el uso y la quema de combustibles fósiles.
Las nuevas tecnologías están disponibles para neutralizar las emisiones y detener la acumulación de CO2 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera de aquí al 2030. Habrá vencedores y perdedores, una disrupción tecnológica tremenda, grandes cambios en la forma de hacer las cosas, por tanto, no será una transición pacífica. Desde hace 50 años los gobiernos y las industrias del petróleo, gas y carbón han evadido su responsabilidad, en los ámbitos nacional e internacional, con tal de obtener mayores ganancias en el menor tiempo posible. Lo que era moral y ambientalmente obligatorio hacer, lo ignoraron. Más aún, usaron su poder para que fuera una meta políticamente imposible de alcanzar. Ese mundo se acabó. Es la hora del cambio.

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