No es fácil tomar la decisión de ser candidato, a un cargo de elección popular, debido a muchos factores de diversa índole. Entre otras cosas, porque actualmente nadie te cree que lo deseas hacer por un espíritu de servicio público y te sometes por lo tanto al escrutinio público e incluso escarnio brutal e incomprensión de muchos vecinos.
Y hay razones fundadas, para no creer en nadie, ya que es público y notorio como algunas autoridades se apartan de su rol de bien común, y se han dedicado a otro fines como el enriquecimiento ilícito, del cual se habla todos los días en la prensa escrita y medios audiovisuales, esto trae como consecuencia el descrédito total de la política.
Para muchos, la verdad es que ha sido un buen negocio, ya que cuando llegaron al poder eran simples ciudadanos de a pie y sin bienes, pero más adelante han aparecido con muchos bienes materiales, como departamentos, casas, autos de lujo, y otros, que un simple cálculo de ingresos y egresos normales para cualquier persona, la caja no cuadra y por lo tanto aparece la suspicacia y la incredulidad.
Por lo mismo, se ha debido legislar al respecto y actualmente todos los candidatos a elección popular de cualquier cargo, debe declarar su patrimonio personal, bienes, cuentas, acciones y otros, lo que me parece excelente, ya que con esto se evita al parecer, que nadie realice actividades fuera de la ley y por lo mismo se haga rico, debido al ejercicio de su cargo, tráfico de influencias e individualismo sin escrúpulos.
Así, como les decía anteriormente, resulta bastante complejo dedicarse a esta actividad, que es una mezcla de sueños, ideales, desafíos, incomprensiones, enemigos gratuitos ( no rivales como debería ser ), los que tienen el poder, temen perderlo y no escatiman en utilizar su influencia para que no le quiten aquello de que se creen dueños y se olvidan de lo esencial de la democracia: la alternancia en el poder.
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