domingo, 4 de abril de 2021

Semana Santa: cómo fue la muerte de Jesús


 Semana Santa: cómo fue la muerte de Jesús, según la ciencia

  • Edison Veiga
  • Bled (Eslovenia), especial para BBC News Brasil
Vitrales de una Iglesia británica.
Pie de foto,

Omitiendo la religiosidad derivada de su figura, Jesucristo fue un condenado político.

Dejando a un lado la religión, pocos dudan que un hombre llamado Jesús vivió hace 2.000 años, en parte de lo que hoy se conoce como Israel.

También que era un judío disidente que acabó liderando un grupo de seguidores y que sus acciones terminaron molestando al Imperio romano.

Por eso, en la víspera de la Pascua -o Domingo de Resurrección- finalmente fue condenado, torturado y asesinado por crucifixión, una práctica común de la pena capital en ese momento.

Tras su muerte, sus seguidores se encargaron de difundir sus enseñanzas. La historia terminó y comenzó el mito, la religión, la teología.

Esta transición se produjo principalmente gracias a un prolífico escritor de la época, pionero de la Iglesia cristiana y autor de muchos textos que ahora se encuentran en la Biblia: Paulo de Tarsus (c. 5-67).

En la década de los 50 del primer siglo de nuestra era, unos 20 años después de la muerte de Jesús, De Tarsus escribió siete cartas cuyos textos han sobrevivido todos estos años.

"En estas cartas notamos que hay un cambio de enfoque. Paulo ya no trabaja con el Jesús histórico, trabaja con el Jesús de la fe", explica el historiador André Leonardo Chevitarese, autor de, entre otros, Jesús de Nazaré: Uma História História, y profesor del programa de posgrado en Historia Comparada del Instituto de Historia de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).

Dicho esto, la primera conclusión es que, sin tener en cuenta la religiosidad derivada de su figura, Jesús fue un condenado político.

"El Jesús histórico ha conocido una muerte política. La religión y la política están muy unidas, sobre todo cuando se trata de un liderazgo popular", añade Chevitarese.

"No hay forma de separar las andanzas [de Jesús] como algo solo político o simplemente religioso. Las fronteras no están claramente definidas. Y eso termina siendo clave para entender el movimiento de Jesús con aquel Jesús [aún vivo] y el movimiento de Jesús sin Jesús [después de su muerte, con la predicación de los primeros seguidores]".

Pasión y muerte

La muerte en la cruz, cuyo simbolismo acabó por confundirse con la propia religiosidad cristiana, no era un acontecimiento raro en esa época.

"La crucifixión era la pena de muerte utilizada por los romanos desde el 217 a.C. para los esclavos y todos aquellos que no eran ciudadanos del Imperio", explica el politólogo, historiador especializado en Medio Oriente y escritor italiano Gerardo Ferrara, de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma.

"Era una tortura tan cruel y humillante que no estaba reservada para un ciudadano romano. Era precedida por el flagelo, infligido con diversos instrumentos, según la procedencia y el origen social de los condenados".

"La crucifixión no fue una invención romana, pero estaba muy extendida en el Imperio romano. Formaba parte de una rutina dentro de los territorios que ahora llamamos Israel", señala Chevitarese.

"Aproximadamente 40 años después de la muerte de Jesús, cuando Jerusalén fue tomada, miles de judíos fueron crucificados".

Jesús en la cruz, por Rubens

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La crucifixión no fue una invención romana, pero su práctica se difundió ampliamente en el Imperio romano, según el investigador André Leonardo Chevitarese.

Los Evangelios narran las últimas horas de Jesús, detallando su sufrimiento.

Según las Sagradas Escrituras, fue trasladado de un lugar a otro durante estas horas de juicio, con algunas vacilaciones por parte de las autoridades.

Chevitarese dice que históricamente esto no puede ser cierto. Y esto es porque, de acuerdo con los relatos, Jesús fue asesinado la víspera de la Pascua judía.

"La fiesta de Pascua es una fiesta política, porque es cuando se celebra el paso de la esclavitud a la libertad, la salida del pueblo hebreo de Egipto a la 'tierra donde fluye la leche y la miel'", recuerda el historiador.

"Así que imagina: una ciudad rebosante de judíos, ¿cómo la autoridad romana pudo haber puesto a un judío a cargar una cruz alrededor de la ciudad, en medio de tantos judíos? Sería una invitación a la rebelión. Con una persona como Jesús nadie podría haber perdido tiempo. Fue capturado y crucificado inmediatamente", señala.

Para Chevitarese, los informes que existen que dan cuenta de los hechos entre la detención de Jesús, en la madrugada del jueves al viernes, y su crucifixión, horas después, no son históricos; son teología.

Unos días antes, en lo que terminó siendo el Domingo de Ramos, Jesús había entrado a Jerusalén. Fue una rara aparición suya en una gran ciudad, lo que lo habría convertido en un blanco fácil para las autoridades.

Los cuatro pilares

Pero, ¿por qué incomodaba? Porque dirigió un grupo que acababa de proclamar un nuevo reino, el Reino de los Cielos o el reino de su padre.

Y su discurso fue el de un reino diametralmente opuesto al Imperio romano, según cuatro pilares básicos. "Se convierte en mesías por esa idea", defiende Chevitarese.

El primer pilar del reino defendido por Jesús fue la justicia. No solo la justicia, sino la justicia divina.

"Se refirió a Dios como su padre, su padre celestial. Esta justicia equilibrada, por supuesto, se oponía a otro reino, el que ya estaba instalado y que dominaba Judea: el de los romanos", compara el historiador.

"Él está diciendo: aquí en mi reino hay justicia; el de César es el reino de la injusticia".

El segundo punto es que Jesús proclamó un reino de paz, también en oposición al Estado bélico de gobierno impuesto por los romanos, un imperio que avanzaba sobre otros pueblos.

El tercer pilar es la comensalidad: comida, bebida, abundancia en la mesa de los pobres, de los campesinos.

"El grupo que acompañó a Jesús escuchó su predicación y de alguna manera encontró interesante lo que estaba diciendo", dice Chevitarese.

Finalmente, Jesús habló de un reino de igualdad, con la participación de todos. "El ministerio de Jesús es tanto de hombres como de mujeres", señala el historiador.

"Lo importante es que [en estos discursos] la política, la religión, la economía, la sociedad, todo esto era parte de un programa mesiánico. No estaba claro dónde comenzaba la política y terminaba la religión, ni dónde terminaba la religión y comenzaban los problemas sociales. Todo estaba interconectado", prosigue.

"Jesús muere a causa de un reino, el reino de Dios. Este es el movimiento de Jesús con Jesús. La próxima generación, el movimiento de Jesús sin Jesús, resignifica su muerte como una muerte sacrificial, que adquiere una dimensión estrictamente religiosa".

Las autoridades romanas que servían en la región ya estaban mapeando los movimientos de Jesús. Y encontraron la oportunidad perfecta cuando decidió entrar en Jerusalén.

"Lo vieron crear confusión en el templo, en vísperas de la Pascua, con la ciudad llena de judíos provenientes de las regiones más diversas y pensaron: rápido, a ese hombre hay que arrestarlo, crucificarlo", dice el historiador.

Jesús cargando la cruz, de Tiziano

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El discurso de Cristo era el de un reino diametralmente opuesto al del Imperio romano.

"Todos los evangelistas acuerdan situar la muerte de Jesús en un viernes, dentro de la festividad de Pascua", comenta Ferrara.

El autor del libro Vita di Gesù Cristo, el sacerdote y arqueólogo bíblico italiano Giuseppe Ricciotti, reunió información histórica y concluyó que lo más probable es que la ejecución se hubiera producido el equivalente al 7 de abril del año 30.

Muerte en la cruz

Había tres formas de ejecutar a un convicto en la antigua Roma. Según el historiador, un objetivo los unía: no permitir la conservación de huellas de la memoria, es decir, imposibilitar la sepultura de restos mortales.

Generalmente, los condenados eran llevados a los circos romanos por delitos como asesinato, parricidio, delitos contra el Estado y violaciones.

En la arena, estos criminales enfrentaban barbaridades hasta la muerte: sus restos eran devorados por los insectos. Una segunda forma de ejecución era el fuego, que tampoco dejaba muchos residuos.

La crucifixión era el castigo para los esclavos que atentaban contra la vida de sus amos y los que participaban en rebeliones. Además de todos aquellos que no eran ciudadanos romanos, como Jesús.

"Aún en vida, en la cruz, las rapaces ya empezaban a comerse a los condenados. Tres o cuatro días después, la carne de este individuo, pudriéndose, caía de la cruz y los perros y otros animales terminaban de hacer el trabajo", contextualiza Chevitarese.

A principios de la década de 2000, el médico forense estadounidense Frederick Thomas Zugibe (1928-2013), profesor de la Universidad de Columbia y expatólogo jefe del Instituto Médico Legal, realizó una serie de experimentos con voluntarios para controlar los efectos que tendría una crucifixión en el cuerpo del ser humano.

Los resultados fueron publicados en el libro The Crucifixion of Jesus: A Forensic Inquiry (La crucifixión de Jesús: una investigación forense, en español).

Para sus estudios, se utilizaron cruces de madera de 2,34 metros de altura y 2 metros horizontalmente. Los individuos, todos adultos jóvenes en sus 30 años, fueron suspendidos en ellas y sus reacciones fueron monitoreadas electrónicamente, con electrocardiogramas, midiendo el pulso y la presión arterial.

Atados, los voluntarios no podían apoyar la espalda contra la cruz y reportaron fuertes calambres provocados por la incomodidad de la postura, además de un constante hormigueo en las pantorrillas y muslos.

En la época de Jesús se utilizaron diferentes formas de cruces en las ejecuciones. Las principales tenían forma de T y forma de daga. No hay consenso entre los investigadores sobre cuál habría sido utilizada para Jesús. Ferrara cree que la segunda.

Cristo en la cruz entre los dos ladrones (1619-20) - Rubens.

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Los detalles del castigo están confirmados por documentos históricos.

Para el doctor Zugibe, Jesús llevó, de camino al lugar de ejecución, solo la parte horizontal. Escribió que la estaca vertical solía guardarse en el lugar de las crucifixiones, fuera de la ciudad.

Y se basó en que la parte horizontal pesaba unos 22 kilos. La suma de ambas partes era de entre 80 y 90 kilos, con lo que hubiera sido imposible hacer una caminata larga, que según sus estudios habría sido de 8 kilómetros en el caso de Jesús.

"Los detalles del castigo están confirmados por las costumbres romanas y por documentos históricos: los condenados eran atados o clavados al andamio con los brazos extendidos y levantados sobre el mástil vertical ya fijado", explica Ferrara.

"Los pies fueron atados o clavados, por otro lado, al poste vertical, sobre el cual sobresalía una especie de asiento de apoyo a la altura de las nalgas. La muerte fue lenta, muy lenta, y acompañada de un sufrimiento terrible. La víctima, levantada del suelo a no más de medio metro, estaba completamente desnuda y podía quedar colgada durante horas, si no días, sacudida por espasmos de dolor, náuseas y la imposibilidad de respirar adecuadamente, ya que la sangre no podía ni siquiera fluir a las extremidades que estaban tensas. hasta el punto del agotamiento".

Lo que es un entendimiento casi unánime entre los investigadores es que los clavos fueron clavados en las muñecas, no en las palmas; debido a la complexión ósea, las manos "se rasgarían" con el peso del cuerpo.

"La estructura de las manos y la ausencia de huesos importantes impedirían el soporte de un peso tan pesado y la carne de las manos se desgarraría", enfatiza Ferrara.

El doctor Zugibe concluyó que los clavos tenían 12,5 centímetros de largo y argumentó que Jesús había sido clavado en las manos, pero no en el centro de la palma, sino justo debajo del pulgar.

Ya suspendido en la cruz, los pies de Jesús también estaban fijados con clavos, según el médico, uno al lado del otro, y no superpuestos como el imaginario consagrado. Estas perforaciones, por llegar a nervios importantes, habrían provocado un dolor insoportable y continuo.

"¿Cuánto tiempo tarda un individuo en morir así? Muere de calambres, que atrofian sus músculos y le hacen morir por falta de aire, con muchos dolores, dolores tremendos en todo el cuerpo", narra Chevitarese.

Ferrara, a su vez, sostiene que Jesús murió de un infarto de miocardio, como consecuencia del esfuerzo agotador.

A través de sus experimentos, Zugibe analizó las tres hipótesis más aceptadas sobre la muerte de Jesús: asfixia, infarto y shock hemorrágico. Su conclusión es que Jesús tuvo un paro cardíaco por hipovolemia, es decir, la considerable disminución del volumen sanguíneo después de todas las torturas y las horas clavado en la cruz. Por lo tanto, habría muerto de un shock hemorrágico.

"[La muerte en la cruz] es una muerte de absurda violencia física. El tiempo dependía de las condiciones físicas en las que se encontraba el crucificado. Si la tortura anterior había sido muy intensa, esto de alguna manera podría haberlo hecho morir más rápido", dice Chevitarese.

Ferrara, por su parte, cree que "la agonía de Jesús no duró más de unas pocas horas, quizás menos de dos, probablemente debido a la enorme pérdida de sangre por la flagelación [anterior]".

Torturas

La flagelación de Cristo, de Caravaggio

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"La muerte en la cruz es una muerte de absurda violencia física".

Si el condenado a muerte en cruz era visto por los romanos como una "escoria", un no ciudadano considerado criminal y procedente de los estratos sociales más bajos, se supone que los verdugos no salvaban a estos individuos de todo tipo de agresiones.

Para ello, el instrumento utilizado era un látigo específico llamado azorrague.

En el caso de Jesús, Ferrara cree que se utilizó uno con bolas de metal con puntas de hueso, capaz de desgarrar la piel y desgarrar trozos de carne.

"Precisamente porque es un 'criminal' de clase social baja y de origen no noble, en este caso un judío de una pequeña provincia oriental del Imperio", justifica.

Según una investigación realizada por el doctor Zugibe, el modelo de látigo que se utilizó para azotar a Jesús se realizó con tres tiras.

Convictos como este solían recibir 39 golpes con el instrumento; en la práctica, por lo tanto, era como si fueran 117 latigazos, ya que estas puntas hechas de hueso de cordero funcionaban como punzantes.

Esto, según las explicaciones del médico, daría lugar a temblores e incluso desmayos, y un cuadro de hemorragias intensas, daño en el hígado y el bazo y acumulación de sangre y líquidos en los pulmones.

De camino al lugar de la crucifixión, no había límites para la tortura. Eran golpeados, ridiculizados, víctimas de una intensa violencia. Los relatos bíblicos afirman que, por sarcasmo, se le habría clavado una corona de espinas en la cabeza de Jesús.

Zugibe quería saber qué planta se utilizó para la corona. Después de entrevistar a botánicos y estudiosos de biomas de Medio Oriente, se le ocurrieron dos posibles especies que podrían proporcionar espinas lo suficientemente grandes. Obtuvo las semillas y cultivó los arbustos él mismo, y luego los analizó.

Terminó concluyendo que se utilizó el hoy conocido como Espino-de-Cristo-Sirio. Según el forense, las heridas provocadas por esta espina en la cabeza podrían, más que provocar un sangrado intenso en la cara y el cuero cabelludo, llegar a los nervios de la cabeza, provocando un dolor insoportable.

Sepultura

Chevitarese sostiene que la crucifixión de Jesús, contrariamente a lo que narra la Biblia, ocurrió lejos de los testigos presenciales, precisamente porque todo se habría hecho con rapidez y para no provocar una revuelta de la población.

Y que, a diferencia del relato religioso, no hubo entierro de Jesús, ni restos conservados.

"Los crucificados no eran enterrados. Se quedaban en la cruz y, aún con vida, las aves de rapiña ya sabían que no podían moverse. Y se comían sus ojos, la nariz y la mejilla, atestada de aves rapaces comiéndose el cuerpo aún vivo", explica.

"[El cuerpo] pasaba unos días allí, cuatro, cinco días, colgado. La carne comenzaba a pudrirse. Se caía. Se desmoronaba. Los perros y otros animales aprovechaban los restos humanos para hacer su festín", dice.

Para él, lo que prueba esta tesis es que miles de esclavos fueron crucificados en la época y no hay registros de cementerios ni de huesos descubiertos allí.

"Históricamente, los crucificados no eran enterrados", asegura. "Teológicamente, está claro que Jesús necesitaba ser enterrado, para luego resucitar".

Fuente: BBC NEWS/Mundo, 2 de Abril 2021

jueves, 1 de abril de 2021

COVID-19: Patologías sanitarias y políticas


 Por Felipe Cabello Cárdenas

La catástrofe epidemiológica en curso en Chile tampoco puede ser explicada solamente por la presencia del virus en el país, ya que –como hemos dicho– otros países han controlado su aparentemente inexorable y deplorable diseminación. Como ha sido señalado por estudiosos de las infecciones epidémicas, la evolución tan negativa de esta en Chile es un indicador claro de serias fallas en el desarrollo de las políticas sanitarias para prevenirla, de problemas sociales para una adecuada implementación de políticas preventivas y de la parálisis de un sistema político sordo y blindado a las necesidades elementales de la población.

Probablemente si se hiciera una encuesta y se le preguntara a un grupo de peatones en la calle y a otro de profesionales de la salud cuál es la causa de la epidemia por COVID-19 en Chile, la mayoría de ellos respondería inmediatamente y sin dudar: el virus SARS-CoV-2 (COVID-19).

Y esta respuesta, que pareciera ser totalmente correcta, es solo parcialmente adecuada, ya que desde el comienzo de la pandemia el virus ha estado presente en muchos países y en varios de ellos su diseminación, y por lo tanto su capacidad para producir enfermedad y muertes, ha sido controlada con bastante éxito. Esto indicaría que –como ha sucedido en la historia de las epidemias– la presencia del agente específico es una causa necesaria de ellas, pero en ningún caso es su causa absoluta y sistemática, ya que existen otras causas coadyuvantes que propenden a la diseminación viral, al desarrollo de la enfermedad y a su mortalidad.

El hecho de que un grupo importante de individuos infectados por COVID-19 permanezca asintomático y que de aquellos sintomáticos solamente una fracción evolucione con enfermedad severa que puede ser mortal, ilustra también el concepto de que el virus tampoco es la causa absoluta de la enfermedad. Reducir la causalidad de la epidemia solamente al virus, ayuda además a escamotear la responsabilidad de factores externos a él en su evolución, como sucede con las desacertadas políticas sanitarias y económicas que ayudan a su diseminación.

La catástrofe epidemiológica en curso en Chile tampoco puede ser explicada solamente por la presencia del virus en el país, ya que, como hemos dicho, otros países han controlado su aparentemente inexorable y deplorable diseminación. Como ha sido señalado por estudiosos de las infecciones epidémicas, la evolución tan negativa de esta en Chile es un indicador claro de serias fallas en el desarrollo de las políticas sanitarias para prevenirla, de problemas sociales para una adecuada implementación de políticas preventivas y de la parálisis de un sistema político sordo y blindado a las necesidades elementales de la población.

La limitación más severa y gravosa de las políticas sanitarias chilenas en la prevención de COVID-19, ha sido el minimizar que, como en todas las epidemias, lo más relevante en su control es identificar las fuentes de infección primarias, ya que ellas crean brotes de infecciones secundarias, que amplifican la diseminación del virus en la población. Como resultado de esto, la actividad preventiva debe dirigirse primordialmente a neutralizar precozmente a las fuentes infecciosas, primarias y secundarias, para evitar la desinhibida trasmisión viral en la población, como la que se experimenta en estos días.

Esto se logra a través del diagnóstico, clínico y de laboratorio de los casos, de la identificación de los contactos y del aislamiento de los infectados (TTA), mientras dure su periodo infeccioso. Con estos procedimientos, incluso, puede identificarse a los potenciales contactos infecciosos sin síntomas. El ignorar por quince meses este concepto fundamental de la epidemiología universal, que tiene casi 200 años de probada eficacia, constituye sin lugar a dudas una injustificable y monstruosa aberración teórica y práctica, que le ha costado al país cientos de miles de infecciones y decenas de miles de muertes prevenibles.

Si a este patológico oscurantismo epidemiológico, responsable del alto número de infecciones y de muertes en el país, agregamos la implementación de inexplicables medidas que facilitan la diseminación del virus, tales como las cuarentenas incompletas (dinámicas y parciales), los permisos de vacaciones y de trabajo sin control, el reinicio de clases presenciales, el levantamiento de cordones sanitarios, la apertura de aeropuertos y fronteras y el funcionamiento a gran capacidad del transporte público y de sitios cerrados con gran concurrencia, encontramos las otras causas de la incontrolada hecatombe demográfica en curso.

La falencia en implementar urgentemente un sistema efectivo de TTA contra el virus, aparece como más injustificadamente deletérea, a la luz de información epidemiológica que indica que, por lo que se sabe hasta ahora, a pesar de las vacunas, el virus se puede entronizar de manera permanente en el país, produciendo epidemias recurrentes a futuro, cuya prevención indudablemente necesitara nuevamente de un sistema de TTA rápido y efectivo. La ausencia de políticas económicas para financiar un sistema de TTA realmente funcional, es el resultado de una patología del sistema político y de su funcionamiento democrático, que falla dramáticamente en proteger la salud y la vida de sus representados.

La ausencia de ayudas económicas imprescindibles a individuos y familias para solventar cuarentenas estrictas, necesarias para limitar la diseminación viral en la comunidad, es también una manifestación más del raquitismo democrático del sistema político. Tampoco ayudan a solucionar este descalabro, dichos frecuentes de la autoridad sanitaria tales como que “tal como no es mérito del Gobierno cuando los casos disminuyan, tampoco es culpa del Gobierno que los casos aumenten”, pronunciamientos que intentan esquivar alevemente responsabilidades en este aciago proceso y la posibilidad cierta de controlarlo, usando la ciencia epidemiológica.

Estos dichos de la autoridad parecieran retrotraernos a tiempos precientíficos, en los cuales se creía que las epidemias eran el resultado de la conjunción de astros o de encantaciones mágicas de malévolos personajes. Los intentos de la autoridad sanitaria para minimizar la gravedad de la situación, maniobrando repetidamente con las cifras de nuevas infecciones y de muertes, tampoco ayudan al enfrentamiento científico del problema y retardan, además, malignamente su solución. La opinión lega y científica mundial está de acuerdo en que uno de los países que peor ha conducido su epidemia es Brasil, que contabiliza aproximadamente 311 mil decesos producidos por ella. Como Brasil tiene una población de 212 millones de habitantes, estos 311 mil fallecidos dan una cifra de mortalidad por cien mil habitantes de aproximadamente 146.00. La mortalidad en Chile con más de 30 mil decesos y con una población de 19,1 millones de habitantes es de aproximadamente 157.00 por cien mil habitantes, superior a la de Brasil.

Científicos, políticos, periodistas y comentadores internacionales y de Brasil, han comenzado a expresar en los últimos días que la calamidad brasileña comparte características con un genocidio, ya que afecta selectivamente a las poblaciones vulnerables del país.

¿Podríamos, con estas crudas cifras de enfermedad y de muerte decir que el proceso epidemiológico chileno en curso también participa de características de genocidio, ya que este también afecta primordialmente a poblaciones más vulnerables? ¿Ayudaría esta infausta designación en estimular a la autoridades políticas y sanitarias del país y a la población, a activar todas las voluntades y los recursos, para enfrentar y detener con ciencia y técnica el progreso de esta tragedia de salud pública?

Fuente: El Mostrador, 1 de Abril 2021

viernes, 26 de marzo de 2021

Chile: Claves del preocupante aumento de contagios de COVID-19

 

Chile: Seis claves que explican el preocupante aumento de contagios

El caso chileno ilustra el riesgo de poner toda la esperanza en una vacuna y todos los esfuerzos en la velocidad de la inoculación. Aquí las claves para entender la gravedad de la crisis que vive el país sudamericano.

    Coronavirus - Chile - Intensivstation

Con una impresionante campaña de vacunación, en la que más de cinco millones de personas ya han recibido una dosis, la gran pregunta es en qué está fallando Chile, donde han fallecido casi 30 mil personas y los casos de contagio suman casi un millón.

Expertas en epidemiología y salud pública consultadas por DW explican algunas de las causas del alto nivel de contagios y la preocupante tendencia al alza, que amenaza con el colapso de los hospitales.

1. Deficiente comunicación de riesgo
"No hay ninguna campaña que fortalezca la prevención, el uso correcto de una buena mascarilla y ventilación de espacios cerrados”, dice la Dra. Muriel Ramírez, especialista en salud pública y epidemiología, y académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte.

El mensaje de prevención pierde fuerza a causa de señales erróneas: es habitual que el presidente se saque la mascarilla para hablar en público y un obispo llegó a decir que estaba bien desobedecer las leyes cuando estas eran injustas, en referencia a las restricciones para hacer misa.

"La comunicación de riesgo ha estado en manos de actores que no son epidemiólogos ni salubristas”, indica la Dra. Sandra Cortés, salubrista y académica de la Facultad de medicina de la Universidad Católica. La población obtiene habitualmente información más completa y que permite ponderar la situación y el riesgo gracias al trabajo de médicos, matemáticos y expertos en datos.


2. Decisiones no basadas en la evidencia
Ante cuestionamientos por la apertura de casinos, malls, el permiso de vacaciones o permitir oficios religiosos, ministros del área política y económica se han hecho famosos por justificar las medidas con argumentos como "no hay un paper científico” que diga lo contrario, denotando estar mal informados.

Como respuesta, los expertos no han tardado en tapizar las redes sociales con evidencia sobre la importancia de medidas como evitar aglomeraciones, ventilar o usar mascarilla correctamente. "Las decisiones las toman entes políticos. Se ha hecho muy difícil este diálogo en que la evidencia nos dice una cosa, pero las autoridades tienen una respuesta retardada”, afirma la Dra. Cortés.

En esa línea, la Dra. Izkia Siches, presidenta del Colegio Médico (COLMED) ha cobrado liderazgo al llamar la atención sobre la crítica situación de los hospitales y el personal de salud.


3. Cuestionado plan de cuarentenas dinámicas
A pesar del aumento de contagios, el gobierno ha mantenido "el esquema de cuarentenas parciales no efectivas, por comunas. No es un lockdown completo, siguen actividades de trabajo en espacios cerrados y funcionan los malls”, observa la Dra. Ramírez.

Las restricciones del plan de confinamiento inicial según contagios se han ido relajando, permitiendo cada vez más movimientos y reuniones, y fomentando la confusión y el menor cumplimiento. Y aunque se mantuvo el toque de queda nocturno, como si el virus fuera más mortal de noche, las fiestas clandestinas continúan y la fiscalización ha sido menos efectiva. Ahora, ante el reciente aumento de casos, el ministerio de Salud puso más zonas en cuarentena.

4. Enfoque asistencial y TTA en deuda
El gobierno ha privilegiado acciones importantes, como aumentar camas y ventiladores y comprar vacunas, pero ha descuidado el enfoque de salud pública, lamentan especialistas. La estrategia del TTA (testeo, trazabilidad y aislamiento) ha sido deficiente, indica la Dra. Cortés. "Para cortar la cadena de transmisión necesitamos hacer un muy buen testeo orientado en quienes podrían ser sospechosos de tener la enfermedad, pesquisar todos sus contactos, hacer examen PCR y aislar, y eso ha fallado”.

"Tardíamente se activó la trazabilidad de los contactos, que está a cargo de la atención primaria, los mismos equipos que ahora están vacunando y han dejado de hacer la trazabilidad”, señala la Dra. Ramírez. "La atención primaria hace un tremendo esfuerzo para vacunar, pero desatendiendo el testeo, la trazabilidad y el seguimiento”, corrobora la Dra. Cortés. En promedio, se identifican solo dos contactos estrechos por contagiado y las residencias sanitarias tienen baja ocupación.

Test de coronavirus.

Fundamental para controlar la pandemia es el TTA: testeo, trazabilidad y aislamiento.

5. Falta de soporte social
En un país con una alta informalidad en el trabajo, la mayoría de la población no tiene la posibilidad de hacer una cuarentena efectiva. La Dra. Cortés indica que es fundamental que el Estado cuente con estrategias de apoyo integrales, en una sociedad marcada por la desigualdad y donde la gran mayoría de la población no cuenta con las condiciones para mantener el aislamiento en el hogar y si deja de trabajar, no come.

La experta alerta sobre cómo el COVID ha golpeado especialmente a los sectores más vulnerables, que ya presentaban altas tasas de enfermedades crónicas, como obesidad e hipertensión, lo que se ha traducido en una mayor presión también para la red asistencial. El presidente Sebastián Piñera anunció un nuevo fondo COVID por seis mil millones de dólares, con ayudas sociales para combatir la crisis y apoyar a los más golpeados por la pandemia.

6. Nuevas variantes y exceso de confianza en la vacuna
El aumento de casos también puede explicarse por un relajo en las medidas de cuidado a la par de un exceso de confianza en la exitosa vacunación. Los expertos aclaran que toma tiempo, al menos unas dos semanas después de la segunda dosis, obtener la mayor inmunidad.

Además, la vacunación en medio de un alto nivel de contagio podría ser menos efectiva o incluso alentar la aparición de mutaciones del virus. Pero también está por verse la eficacia que tenga la vacuna y su capacidad ante el ingreso de las peligrosas nuevas variantes extranjeras. 

La vacunación es un gran logro, pero igualmente es necesario mantener medidas de aislamiento, higiene y ventilación, además de apoyo social y económico para que las personas puedan cumplir las cuarentenas. Por sí sola, será incapaz de controlar la pandemia.

Fuente: Deutsche Welle, 26 de Marzo 2021

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