sábado, 24 de abril de 2021

No califico para el bono

 "No califico para el bono": las duras críticas al sistema de ayudas sociales en Chile para hacer frente a los efectos de la pandemia

  • Fernanda Paúl
  • BBC News Mundo
Gente en Chile

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Miles de chilenos han sido descalificados para recibir el Bono Clase Media que pretende ayudar a las familias que han sufrido una reducción de sus ingresos producto de la crisis por la pandemia.

"Yo no califico para nada. Soy invisible; es muy fuerte".

Paz Ruiz, de 75 años, ha intentado recibir alguna de las ayudas sociales proporcionadas por el gobierno de Chile para hacer frente a la crisis económica provocada por la covid-19. Sin embargo, no ha tenido suerte.

La última vez intentó recibir el "Bono Clase Media" para pensionados, que busca beneficiar a familias que han sufrido la reducción de sus ingresos producto de la pandemia.

Pero, una vez más, no cuenta con los requisitos solicitados.

"Mis únicos ingresos son el montepío de mi marido, 260.000 pesos, y una jubilación de Naciones Unidas (donde era secretaria) de unos US$60 mensuales. Entonces yo nunca puedo pedir un préstamo o postular a nada porque no tengo cómo respaldar esta cantidad de plata; es muy poquita. No califico para nada", dice.

A pesar de que Paz Ruiz vive gracias a la ayuda que le entregan sus hijos, afirma que está cansada de no recibir un mayor respaldo del Estado.

"A lo mejor yo tengo casa, auto y quizás ellos saben esa información y por eso me rechazan", asegura.

"Yo entiendo que Chile no es un país rico pero sí tiene plata para algunas cosas. Lo de la vacuna ha sido muy bueno, solo necesitabas mostrar tu carnet de identidad y te atendían fantástico. Estaba realmente orgullosa, me sentía emocionada de ser chilena. Pero ¿por qué diablos esto no es así?", agrega.

"¿Por qué tantas trabas?"

El caso de Paz Ruiz no es aislado. En los últimos días, miles de chilenos han reclamado por haber sido descalificados para recibir el Bono Clase Media, que solo 24 horas después de lanzarse el sábado 17 de abril, había recibido casi 200.000 apelaciones por solicitudes rechazadas.

El tema, de hecho, se volvió tendencia en redes sociales. "¿Por qué es tan difícil obtener ayuda del gobierno?" "¿Por qué tantas trabas?" "Por 40 (pesos) no califico para el bono, tengo mucha plata para ser pobre pero 40 pesos menos que la clase media", decían algunos de los mensajes de usuarios en Twitter.

La política fue diseñada para llegar a 2 millones de personas y en solo cuatro días ya se habían aprobado 1,7 millones solicitudes.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera.

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AGENCIA MAKRO

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El presidente de Chile, Sebastián Piñera, decidió impugnar ante el Tribunal Constitucional un tercer retiro de los fondos de pensiones que se está tramitando en el Parlamento.

En medio de estos duros cuestionamientos, un tercer retiro anticipado del 10% de los ahorros que los chilenos tienen en sus fondos de pensiones (AFP) avanza en el Parlamento de este país sudamericano. La iniciativa será votada este jueves en el Senado y, a pesar de ser rechazada por el gobierno liderado por el presidente Sebastián Piñera, cuenta incluso con el apoyo de senadores oficialistas.

En un intento por frenar esta moción, la administración de Piñera decidió impugnarla ante al Tribunal Constitucional, afirmando que "atenta contra la calidad de vida de los chilenos en su vejez".

En forma paralela, el gobierno decidió fortalecer y ampliar la ayuda económica a través de un Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de 100.000 pesos (US$143) por tres meses para quienes estén dentro del 80% más vulnerable del registro social de hogares (unas 13 millones de personas aproximadamente), sin otros requisitos.

Pero nada de esto parece amainar las críticas.

Si bien la extensión del IFE—que tiene un costo de US$5.500 millones— fue celebrada por algunos sectores en Chile, también se afirmó que estaba llegando "demasiado tarde" y que no frenará el malestar ni el retiro de los ahorros previsionales.

¿Qué está pasando con las ayudas sociales en Chile, el país con el PIB per cápita más alto de Sudamérica, que la gente prefiere apoyar el retiro de sus propios ahorros? ¿Por qué en muchas personas existe la percepción de que la ayuda del Estado no les está llegando?

Requisitos e informalidad

"No es una percepción. Es la realidad. La ayuda no ha llegado", le dice a BBC Mundo la académica de la Universidad Adolfo Ibáñez, Andrea Repetto.

"De los US$12.000 millones que tenían guardados para la emergencia, se gastaron US$4.500millones el año pasado. Han gastado muy poco en las familias y recién un año después lo van a hacer (a través del IFE). Pero la gente ahora tiene un montón de dudas, no cree nada", agrega.

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Desde el gobierno, sin embargo, señalan que se han implementado "más de 50 medidas económicas y sociales", comprometiendo un esfuerzo fiscal del 12,2% del PIB.

"Estamos conscientes de la necesidad de muchas personas afectadas por la pandemia", dice el subsecretario de Hacienda, Alejandro Weber, en una declaración escrita para BBC Mundo.

"Quienes no cumplieron con el requisito de la caída de ingreso o que no pudieron acceder al bono clase media por estar fuera del rango de ingresos considerado, tienen disponibles otros instrumentos como el IFE, y otros instrumentos del Estado", agrega.

Weber, además, asegura que "usando la línea de pobreza nacional, sin el esfuerzo del Estado, la tasa de pobreza habría subido del 8,1% estimado para 2019 al 18,8%". "Por cierto, si bien el efecto de la pandemia se nota de todos modos (la pobreza estimada subió a 10,6%) el efecto de las políticas que se implementaron es innegable en aliviar el peor impacto de la crisis", dice.

Pero para muchos chilenos el gran problema de la entrega de bonos es que están "llenos de requisitos" que hacen su acceso tremendamente difícil, sobretodo para los más vulnerables.

"Hay mucha gente que no ve televisión, que no escucha la radio, que no está en internet. Cuando tú le pides a las personas que postulen, los más vulnerables se quedan afuera. Porque no saben cómo hacerlo, porque no tienen los contactos, se enredan… les cuesta llenar los formularios, los papeles", dice la economista Andrea Repetto.

Para postular al Bono Clase Media, por ejemplo, la mayoría de los candidatos debe cumplir una serie de requisitos: haber tenido un ingreso promedio mensual en 2019 que se encuentre entre 298.833 y 2.000.000 de pesos (US$428 y US$2.864) y haber experimentado una disminución de al menos un 20% del ingreso promedio durante el segundo semestre de 2020 versus el mismo período en 2019.

Sin embargo, muchas personas no tienen cómo demostrar sus ingresos (ni sus pérdidas) pues están fuera del empleo formal.

"Hay mucha más informalidad de la que asume el gobierno. Está lleno de casos de gente con ingresos mixtos, como quienes reciben propinas, y que tienen mucha dificultad para mostrarlos", afirma Repetto.

Migrantes latinos en Chile

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Según la académica Andrea Repetto, en Chile "existe mucha más informalidad de la que asume el gobierno". Muchos migrantes, por ejemplo, no pueden demostrar sus ingresos.

"El gobierno ha estado todo el tiempo tratando de darle, entre comillas, al que lo necesita. Han estado tratando de apuntarle a las personas para no darle al que no lo necesita. Y en una emergencia como esta, yo creo que es mucho más doloroso dejar a alguien afuera que dárselo a alguien que el gobierno considera que puede arreglárselas solo. Y en eso se han equivocado", agrega.

Según el subsecretario Weber, el gobierno ha intentado fortalecer la red social, llegando a más de 15 millones de personas. "Estamos llegando a más personas, con muchos más recursos y en un menor tiempo, lo que ha ido de la mano con una reducción de los requisitos", dice.

Focalización y desconfianza

La focalización de las ayudas a ciertos grupos de personas es otro de los problemas, dicen expertos.

Javier Sajuria, doctor en ciencias políticas del University College London (UCL), afirma a BBC Mundo que en Chile prima un "argumento de eficiencia" a la hora de entregar las asistencias gubernamentales.

"Es cierto que los recursos son limitados, pero esa lógica ignora las otras consecuencias que tiene la focalización, que en el caso chileno aumenta la desigualdad", dice.

El también académico de la Universidad Queen Mary de Londres agrega que la focalización "parte desde la desconfianza".

Personas hacen fila para cobrar pensiones

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Cuando se aprobó el primer retiro del 10% de las pensiones, cientos de personas hicieron fila para cobrar su plata. Ahora, según encuestas, más de un 70% de los chilenos apoya un tercer retiro.

"Si tú necesitas ayuda, me lo tienes que demostrar. Agarrar tus boletas y muéstrame que has perdido plata. Al final, el mensaje está claro: para los pobres hay burocracia y trámites", dice.

Por otra parte, muchas de las ayudas sociales tienen cortes abruptos en cuanto a quiénes pueden calificar. Esta fue una de las críticas que más se repitió entorno al Bono Clase Media: que si una persona tenía un ingreso promedio mensual un par de pesos menor a los 298.833 pesos (US$428) exigidos, quedaba fuera.

"Tenías 1.000 pesos demás y te quedaste completamente afuera. Tu ingreso cayó en un 19% y no en un 20%, y también te quedaste afuera, sin nada. Y la política social se hace así en Chile. Lo mismo sucede con la gratuidad en la educación: o te pagan la universidad por 5 años o no te pagan nada", explica Repetto.

Sensación de injusticia

El problema es mucho más amplio que el último bono para la clase media y no nace con la pandemia ni con el gobierno actual.

De acuerdo con Andrea Repetto y Javier Sajuria, esto tiene que ver con un sistema de hacer política social en Chile que está arraigado hace años y es lo que, en parte, provocó el malestar que terminó con el estallido social en octubre de 2019.

"Es una problemática bien general de cómo hacemos política social en Chile y que genera toda esta sensación de injusticia, que es muy brutal y es de lo que la gente se está quejando hoy día. Es el desamparo y la desconfianza con el gobierno", dice Repetto.

"La política social requiere de mucha reparación y se puso en evidencia ahora con la crisis. De todo el gasto fiscal que se hace en Chile, un poquito más del 3% son transferencias monetarias a las familias o personas en exclusión social, es una cantidad muy pequeñita", agrega.

Por su parte, Sajuria afirma que este "sesgo ideológico" detrás de las ayudas sociales genera una "sensación de indignidad".

"La gente se siente indigna al intentar demostrar que es pobre. La base del estallido social estuvo ahí, en la dignidad y en la desigualdad. Y la desigualdad que más le dolía a la gente era la de trato. Que el Estado los trata mal, que desconfía de ellos, y esto es el mejor reflejo", dice.

Protestas en Chile 2019

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La desigualdad, el abuso y la indignidad fueron parte de los reclamos detrás del estallido social de octubre de 2019 en Chile.

La solución a la crisis económica desatada por la pandemia no ha sido fácil para la mayoría de los países en el mundo.

Pero probablemente la inédita medida chilena de retirar los fondos de pensiones es una de las más cuestionadas por lo expertos a pesar de tener un amplio apoyo de la ciudadanía.

"Terminaste con una solución individual para un problema que es de todos. Esto había que resolverlo con solidaridad, y para eso es la acción fiscal. Aquí lo estamos haciendo a través de los recursos propios, de los trabajadores", afirma Repetto.

Con todo, Paz Ruiz asegura que no pretende volver a postular a un beneficio del Estado. Ya perdió las esperanzas.

"Estoy cansada de andar mendigando, es una postura no grata", afirma.

Fuente: BBC NEWS/Mundo, 22 de Abril 2021

lunes, 19 de abril de 2021

Tiempos Mejores

 TIEMPOS MEJORES, LA CARICATURA DRAMÁTICA DE LA REALIDAD

Por Germán Silva Cuadra


Incapaz de ordenar a los suyos, el Presidente intentó bloquear el retiro del tercer 10% trayendo a un duro para dirigir la operación política de emergencia. Melero no solo fracasó a la semana de asumir el cargo, sino que además ha permitido que dos de sus candidatos presidenciales tomen la batuta en una salida alternativa –un retiro desde el Seguro de Cesantía–, dejando aún más disminuida la figura presidencial. La mala noticia para el Gobierno es que, de seguro, se aprobarán los dos proyectos y quedará la percepción de que la gente se tuvo que “rascar con sus propias uñas”, porque el Estado no fue capaz de apoyarla en un momento crítico. Y, claro, de recurrir al TC –por ahora solo una amenaza que se posterga a diario–, el escenario para lo que le queda de mandato a Piñera se pondrá muy cuesta arriba.

Ni el más pesimista de la derecha podría haber pensado, durante la campaña de 2017, que la promesa que se reflejaba en el eslogan “Tiempos mejores” podría, cuatro años después, convertirse en una caricatura tan dramática de la realidad. Lo cierto es que las altas expectativas que generó Sebastián Piñera –por algo sacó casi el 54% de la votación en segunda vuelta– se comenzaron a diluir muy temprano una vez que asumió. Obsesionado con la idea de convertirse en “el mejor Presidente de la historia” y en figura mundial, concentró sus primeros meses en la expulsión de migrantes y en Venezuela, incluyendo el bochornoso viaje a Cúcuta. Pero, a partir del 18/0, el panorama no solo se puso negro, sino que ha demostrado también que la habilidad política del Mandatario va marcha atrás.

Luego de un pequeño paréntesis de verano –en que el Presidente vio la oportunidad de repuntar su alicaída percepción pública, utilizando para ello la llegada de las vacunas–, las cosas se le han complicado más de la cuenta. En solo unas semanas, La Moneda se “farreó” el proceso de vacunación, generando dudas y críticas respecto al manejo de la pandemia. No cabe duda que se confiaron en exceso en que la inoculación masiva marcaría una clara diferencia con otros países, relajando las medidas a tal forma que, rápidamente, volvimos a tener un rebrote brutal. 

Hasta último momento, el Mandatario intentó mantener la fecha de las elecciones –era una forma de no asumir el error–, sin embargo, el retraso le significó que la débil oposición se rearticulara y pusiera condiciones duras para aceptar el cambio. Doble derrota porque fueron, finalmente, sus contrincantes quienes aparecieron “subiendo” los aportes del Estado para las personas que lo están pasando muy mal. Luego Piñera se refirió a la política interna de Bolivia –tal vez pensó que haber creado Prosur lo avalaba– y recibió una dura respuesta de ese país. A continuación, vino el caso Enjoy –en que el Presidente tiene acciones a través de un fideicomiso que parece no ser tan “ciego”–, dónde una Comisión Investigadora de la Cámara concluyó que esa cadena de juegos habría tenido ciertos privilegios en una licitación y en la prórroga del pago de boletas de garantía. La Contraloría inició ahora una investigación y un grupo de diputados acaba de presentar una acción judicial contra el Primer Mandatario. Los conflictos de intereses son y seguirán siendo siempre un dolor de cabeza para Piñera.

Unos días después, Forbes publicaba una noticia que ha generado la reacción incluso del secretario general de la ONU, quien pidió que los Estados apliquen un “impuesto solidario” a los multimillonarios que han lucrado en plena pandemia. Por supuesto, entre los superricos chilenos, la familia Piñera aumentó sus ganancias en 300 millones de dólares. Una ironía cuando se discute en el país si la gente debe comerse los pocos ahorros que le quedaban para la vejez. 

En La Araucanía, una de las tres promesas claves en la campaña “Tiempos mejores”, más que haber devuelto la paz, se ha convertido en un infierno –literalmente– y una pesadilla para La Moneda. La incapacidad del Estado es total. De nada han servido los tres planes Araucanía presentados por el Gobierno, los cuatro ministros del Interior y, menos, los coordinadores de la zona. De seguro, esta vez la derecha no arrasará en votos como cuando en 2017 juraban que acabarían con la violencia.

En materia de delincuencia, la frase “se les acabó la fiesta a los delincuentes”, que, aunque es del primer periodo del Presidente, se ha convertido en una triste caricatura. Las estadísticas y la percepción pública reflejan un aumento cuantitativo y cualitativo del narcotráfico y las bandas que hacen encerronas a plena luz del día en autopistas concesionadas a vista y paciencia de sofisticados sistemas de cámaras, pero sin intervención de nadie. Si algo ha empeorado de manera significativa este último año es el miedo y la sensación de impunidad total de los delincuentes.

Y, claro, el plato de fondo es la confusión política de La Moneda para enfrentar los efectos económicos de esta brutal segunda ola. Sin duda, el paquete de US$ 6.000 millones –incluye IFE fortalecido y nuevo Bono Clase Media– no solo no convenció a oficialistas y opositores por igual, sino que es claramente insuficiente para el nivel de precariedad en que está quedando mucha gente, y en particular la clase media. El Gobierno ha insistido en un relato que privilegia la estadística global, pero carece de empatía. 

Incapaz de ordenar a los suyos, el Presidente intentó bloquear el retiro del tercer 10% trayendo a un duro para dirigir la operación política de emergencia. Melero no solo fracasó a la semana de asumir el cargo, sino que además ha permitido que dos de sus candidatos presidenciales tomen la batuta en una salida alternativa –un retiro desde el Seguro de Cesantía–, dejando aún más disminuida la figura presidencial. La mala noticia para el Gobierno es que, de seguro, se aprobarán los dos proyectos y quedará la percepción de que la gente se tuvo que “rascar con sus propias uñas”, porque el Estado no fue capaz de apoyarla en un momento crítico. Y, claro, de recurrir al TC –por ahora solo una amenaza que se posterga a diario–, el escenario para lo que le queda de mandato a Piñera se pondrá muy cuesta arriba.

Es muy probable que esta semana el proyecto del tercer retiro se apruebe en el Senado –ya contaría con los votos de al menos cuatro senadores de derecha– y, por tanto, el Presidente no podrá estirar más el plazo para presentar el requerimiento ante el Tribunal Constitucional. Sin duda, la apuesta de triunfo administrativo –gracias al voto de la exjefa del segundo piso– se podría convertir en una derrota política de consecuencias insospechadas. Un quiebre en el oficialismo ronda en el ambiente y esta podría ser la gota que se necesita. Pero el principal riesgo es que sea el propio Piñera quien traiga de vuelta el 18/0 recargado, provocando la reacción de una ciudadanía agotada y con necesidades inmediatas. 

Fuente: El Mostrador, 19 de Abril 2021


sábado, 17 de abril de 2021

No es el momento de proyectos ni candidaturas identitarias


 Por Eduardo Vergara B.

No es momento de proyectos personales ni de candidaturas solitarias, sino de construir mayoría social para dar respuesta a los dolores y heridas de la gente. Las mayorías sociales no se construyen en acotados periodos electorales, sino más bien son resultado de procesos político-sociales de fondo. Hoy las candidaturas deben ser reflejo y resultado del mensaje que Chile ya dio a gritos durante el estallido social y con llanto durante la pandemia. No es necesario inventar una nueva identidad para sustentar la llegada al poder. Nuestra identidad ya está definida. Hoy se sustenta en la épica de búsqueda del bien común y de cumplir con la responsabilidad ineludible de impedir que el país siga administrado por una reducida élite, que termina por proteger los intereses de unos pocos a costa del empobrecimiento y vulnerabilidad de la mayoría. Hoy es el momento de lo urgente.

Son semanas y días cruciales para el futuro del país. Si bien los acontecimientos políticos que han impedido acciones conjuntas en la oposición pueden parecer un simple problema de orden político y electoral, no lo son. Lo que está en juego es la posibilidad de otorgarle una alternativa a la ciudadanía que sea respetada, creíble, pero por sobre todo con el tonelaje suficiente para gobernar en medio de la tormenta. La oposición, o al menos gran parte de ella, tiene el imperativo ético y la responsabilidad política de que sus acciones sean definidas sobre la base de un bien superior.

El bien superior que está en juego es la capacidad de generar una alternativa de gobernabilidad a un país que se encuentra empobrecido y vulnerable, no necesariamente por la pandemia, sino fundamentalmente por la mala gestión del Gobierno. Las discusiones del retiro del 10% resumen el fracaso del Estado en proteger a las personas. Es una constatación dolorosa como también aterradora. Cada centímetro que el Estado se ha contraído, es un centímetro que ha quedado a merced del narco y el crimen. No se trata solo de la inseguridad de perderlo todo, sino también del miedo a tener que depender de círculos criminales para poder subsistir.

No es accidental que los populismos hayan encontrado terreno fértil. La incapacidad política de enfrentar los desafíos y las desigualdades fue ocultada bajo la alfombra y maquillada gracias al endeudamiento, las tarjetas de casas comerciales y la venta de sueños de movilidad social. Millones están hoy al borde de caer en la pobreza, porque el modelo para muchos resultó no ser más que una delgada cáscara de huevo que dio una falsa sensación de protección.

Si las respuestas y ofertas simples a problemas complejos hacen hoy sentido a una fracción importante de la población, es justamente porque se hastiaron de esperar por décadas que la misma élite política y económica dejara de obstruir los cambios para poder ejercer su derecho a vivir vidas justas, dignas y seguras.

El momento histórico que enfrentará la próxima Presidencia, no estará únicamente marcado por la necesidad de que la reactivación económica sea justa y no termine por profundizar más las desigualdades, sino que, además, por el proceso que permitirá la instalación de una nueva Constitución y que este se haga en un ambiente de paz y normalidad. Estamos ya hartos de la violencia delictual, social, política, de género y económica.

No es momento de proyectos personales ni de candidaturas solitarias, sino de construir mayoría social para dar respuesta a los dolores y heridas de la gente. Las mayorías sociales no se construyen en acotados periodos electorales, sino más bien son resultado de procesos político-sociales de fondo. Hoy las candidaturas deben ser reflejo y resultado del mensaje que Chile ya dio a gritos durante el estallido social y con llanto durante la pandemia. No es necesario inventar una nueva identidad para sustentar la llegada al poder.

Desde Chile 21 el 2020 implementamos un programa de "Mínimos Comunes", invitando a todas las presidentas y presidentes de partido. La conclusión fue que, cuando la discusión es programática respecto de un proyecto futuro, son muchos más los elementos de consenso que de disenso, generándose acuerdos transversales en temas claves para el desarrollo de un nuevo modelo de desarrollo en Chile.

Estos consensos demuestran que el camino de la unidad existe y que hay cimientos para que enfrentemos los fantasmas de las diferencias en miras al bien superior. Si bien la coordinación de todas las candidaturas decidió incluir el trabajo que realizamos, lo que falta ahora es la coherencia para que la búsqueda de estos mínimos programáticos no siga siendo usada como una excusa para la exclusión, sino como un mecanismo para sustentar el camino hacia una mayoría social.

Nuestra identidad ya está definida. Hoy se sustenta en la épica de búsqueda del bien común y de cumplir con la responsabilidad ineludible de impedir que el país siga administrado por una reducida élite, que termina por proteger los intereses de unos pocos a costa del empobrecimiento y vulnerabilidad de la mayoría. Hoy es el momento de lo urgente.

Fuente: El Mostrador, 17 de Abril 2021

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