CRISIS RADICAL
-¿Cuál ha sido su relación con la política en estos años?
-Estuve al margen, pero no marginado. Soy una persona interesada en el futuro de mi país. Siempre he tenido vínculos muy fuertes con los radicales. Durante mi proceso hubo elecciones internas en las que salió elegido José Antonio Gómez como presidente del partido y yo saqué la segunda mayoría nacional. Con eso los radicales le dijeron a este país y a la justicia que me creían. No era cualquier gallo el que había sido condenado, sino un dirigente de muchos años. Era al presidente de la esperanza.
-¿Cómo evalúa la gestión de José Antonio Gómez?
-Ha sido deficiente. Este es un partido que en pleno siglo XXI no tiene un departamento de opinión pública, ni de prensa. Para qué vamos a hablar de si se usa el correo electrónico de manera masiva. Este partido no tiene opinión.
-Suena a abandono.
-Esa es la palabra. Al desaparecer un proyecto colectivo empiezan a aparecer los proyectos individuales, y eso resiente cualquier organización política. Estamos en el peor de los escenarios. Le dije a Gómez que nos encontramos en un estado de indiferencia y ya ni siquiera existe oposición. Fíjese que hay más radicales fuera que dentro del partido. Lo que ocurre conmigo en el PRSD es que sienten que se puede caminar hacia un proyecto colectivo, haciendo un último esfuerzo.
-¿Cuándo fue la última vez que lloró?
-He llorado por mi hijo que, además de un retraso mental, nació con pie bot. Esta circunstancia hace más doloroso el proceso del Seba, pues hay que corregir el pie y enyesarlo. Su sufrimiento me afecta mucho. Eso es lo que me ha hecho llorar. Respecto a mi historia con la justicia no lloré, porque me podía derrumbar. Sabía que lo único que me tendría con fuerza era luchar. Además, a nadie le importa la justicia. Cuando salió el fallo llegaron los que nunca habían venido, y revisando mi correo leí cartas de mucha gente que ni me conocía, felicitándome. De repente sentí una profunda pena, porque me habían hecho perder cinco años de mi vida. Yo no logro entender tanta maldad
-Estuve al margen, pero no marginado. Soy una persona interesada en el futuro de mi país. Siempre he tenido vínculos muy fuertes con los radicales. Durante mi proceso hubo elecciones internas en las que salió elegido José Antonio Gómez como presidente del partido y yo saqué la segunda mayoría nacional. Con eso los radicales le dijeron a este país y a la justicia que me creían. No era cualquier gallo el que había sido condenado, sino un dirigente de muchos años. Era al presidente de la esperanza.
-¿Cómo evalúa la gestión de José Antonio Gómez?
-Ha sido deficiente. Este es un partido que en pleno siglo XXI no tiene un departamento de opinión pública, ni de prensa. Para qué vamos a hablar de si se usa el correo electrónico de manera masiva. Este partido no tiene opinión.
-Suena a abandono.
-Esa es la palabra. Al desaparecer un proyecto colectivo empiezan a aparecer los proyectos individuales, y eso resiente cualquier organización política. Estamos en el peor de los escenarios. Le dije a Gómez que nos encontramos en un estado de indiferencia y ya ni siquiera existe oposición. Fíjese que hay más radicales fuera que dentro del partido. Lo que ocurre conmigo en el PRSD es que sienten que se puede caminar hacia un proyecto colectivo, haciendo un último esfuerzo.
-¿Cuándo fue la última vez que lloró?
-He llorado por mi hijo que, además de un retraso mental, nació con pie bot. Esta circunstancia hace más doloroso el proceso del Seba, pues hay que corregir el pie y enyesarlo. Su sufrimiento me afecta mucho. Eso es lo que me ha hecho llorar. Respecto a mi historia con la justicia no lloré, porque me podía derrumbar. Sabía que lo único que me tendría con fuerza era luchar. Además, a nadie le importa la justicia. Cuando salió el fallo llegaron los que nunca habían venido, y revisando mi correo leí cartas de mucha gente que ni me conocía, felicitándome. De repente sentí una profunda pena, porque me habían hecho perder cinco años de mi vida. Yo no logro entender tanta maldad
(Extracto de entrevista a Patricio Tombolini, La Nación, 29 de Julio 2007)
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