lunes, 30 de junio de 2008

2008: AÑO DE SALVADOR ALLENDE


2008: AÑO DE SALVADOR ALLENDE
Por Isabel Allende Bussi Diputada de la República / La Nación

El año 2008 es el año de Salvador Allende. Se ha conmemorado y se seguirá conmemorando en casi todos los rincones del mundo, como un hombre que es símbolo del siglo XX, un hombre que trascendió las fronteras nacionales y su época, por representar los valores de democracia, justicia social y libertad tan consecuentemente, toda su vida.
Bromista, vital, cálido simpático, seductor, generoso, amigo de sus amigos, cercano a la gente, con capacidad de compartir y compenetrarse, incansable en sus campañas, con una gran curiosidad por conocer y viajar. Con una increíble capacidad para sobreponerse a las derrotas. Tenía un sentido del honor por la palabra empeñada y creía fuertemente en el poder de la palabra misma.
Respetaba profundamente el pensamiento de los otros. Hijo de un padre masón y de una madre católica, ambos de carácter fuerte, aprendió de ellos la tolerancia y el respeto que merecen todas las ideas, un valor que defendería a lo largo de sus días. Aún cuando él no era creyente, recuerdo cuando lo veía preocuparse por que su madre no llegara tarde a la misa de la iglesia Santa Teresita en Algarrobo los domingos, la dejaba en la iglesia, se iba al pueblo a comprar los diarios y leyéndolos, esperaba a que saliera de la misa, para regresar con ella a casa.
También lo influyó la imagen de su abuelo, Ramón Allende Padín, médico, dedicado a socorrer a los barrios populares de Valparaíso, oficial responsable de la campaña sanitaria en la Guerra del Pacífico, masón, promotor de la educación y los cementerios laicos, quien fuera recordado con una importante calle en Valparaíso, hasta que la dictadura le cambió el nombre.
Como joven, desarrolló tempranamente inquietudes sociales y demostró un pensamiento independiente de las ortodoxias, apegado a la realidad nacional. Como universitario, participó activamente en movimientos sociales, fue presidente del centro de alumnos de Medicina y vicepresidente de la FECh. En dos oportunidades fue detenido y una vez relegado por oponerse a la dictadura del general Ibáñez y sólo se le permitió concurrir al entierro de su padre, donde en sus palabras de despedida, se comprometió a dedicar su vida al servicio público, siempre al lado de su pueblo a quien tanto quiso.
Salvador Allende conoció a Chile profundamente, como casi ningún chileno. Recorrió cada rincón del territorio en sus cuatro campañas presidenciales y sus cuatro campañas parlamentarias en tren, caballo, auto, avioneta, lancha o a pie, para poder dialogar con las personas de localidades remotas y aisladas, pues solía decir que era "más importante ganar conciencias que votos". Fue notoria su cercanía con la gente. En sus propias palabras se sentía rodeado de "calor humano, lealtad, fortaleza, esperanza, felicidad, y fe".
Salvador Allende fue un líder nacional, su figura unió a diversos sectores que deseaban la construcción de un Chile mejor, muchos de los cuales no militaban en ningún partido, pero se sentían "allendistas", por sentir que sus aspiraciones eran representadas fidedignamente por "el compañero Allende". Así por ejemplo, tenemos las palabras de una mujer durante una de sus campañas, que dice: "Caminé 8 kilómetros, no he comido nada desde esta mañana y estoy cansada y entumecida de frío, pero aquí estoy con mi marido y mis cuatro hijos ganaremos ¡se lo aseguro, señor! Nos han ofrecido dinero, ropa pero Allende es nuestro candidato, el candidato de los pobres y no nos venderemos ¡Tenemos que ganar, señor! Dígale al señor Allende que puede confiar en nosotros como nosotros confiamos en él!"
Uno de los legados más importantes de su vida, del cual tenemos tanto que aprender, es sobre la tolerancia y la unidad. Sin sectarismos, fue un tenaz constructor de la unidad de amplios sectores de izquierda y progresistas que anhelaban transformaciones a favor de una sociedad más justa y solidaria.
Lejos de sus convicciones estaba el empleo de los métodos violentos de lucha o las rupturas históricas que pretenden hacer tabla rasa el pasado. Al contrario, creía que los cambios tenían la solidez necesaria cuando habían sido internalizados por la conciencia colectiva, incorporando además, la memoria histórica y las tradiciones. "Rechazamos en lo más profundo de nuestras conciencias -decía el Presidente Allende- las luchas fratricidas el respeto a los demás, la tolerancia hacia el otro, es uno de los bienes culturales más significativos con que contamos".
Su figura ha trascendido el momento histórico que le correspondió vivir y los confines de su patria para adquirir una dimensión universal por los ideales de justicia que defendió, por los principios que orientaron su vida y por la consecuencia que lo caracterizó.

(Fuente: La Nación, 30 de Junio 2008)

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