Región del Bío Bío
Duberildo Jaque Araneda cumplió un siglo el pasado miércoles 7 de abril. Sí, 100 años. Una vida que atraviesa no una época, sino varias. Una historia que comparte con esa expresión y presencia cuidada e impecable, tan propia de las personas de antaño.
“Me va a disculpar si me demoro un poco, ya no tengo las dimensiones intelectuales de antaño”, arranca con modestia este abogado, profesor de Derecho Administrativo. Un actor relevante de la historia de Chile, que supo, entre otras cosas, ser parlamentario por tres períodos consecutivos.
“Nací en Carahue, en la provincia de Cautín. Hice mis estudios primarios en la Escuela de Nueva Imperial y luego los secundarios en el Liceo de Temuco”. En ese Chile que se asomaba recién al primer cuarto del Siglo XX. En esa época donde “cuando pasaba un avión se suspendían las clases y uno veía a las 2 personas que iban arriba y se las saludaba con entusiasmo”, recuerda.
– ¿Cómo era esa Araucanía de los años 20?
Bueno, era muy distinta. No habían los problemas de hoy, porque, en realidad, el pueblo indígena no daba la lucha que da hoy. Pero también había un espíritu de unidad de carácter regional, una visión para luchar por el progreso de la zona, por el progreso de esas localidades.
– ¿A qué se dedicaba su famila?
Mi padre era agricultor en el sector Santa Celia. Mi madre llevaba la casa. Éramos 5 hermanos, yo era el mayor. Pude terminar mis estudios en Temuco como el mejor alumno del curso y también practiqué mucho deporte. Fútbol y básquetbol. Cada verano, cuando terminaban las clases en Temuco me iba a trabajar con mi padre al aserradero y al trigo. Pero, lamentablemente, mi padre perdió la vida en un accidente en el campo y las cosas cambiaron y se hicieron más difíciles.
Mi madre tomó la decisión de partir a Santiago con sus 5 hijos. Había que salir adelante y me matriculé en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, pero necesitaba trabajar. Justo un compañero de curso me avisó que quedaba vacante un cargo en el Ministerio del Interior.
– ¿En qué Gobierno?
Fue en el Gobierno de Arturo Alessandri Palma. Estudiaba en la Escuela de Derecho y terminando las clases me iba caminando hasta La Moneda. De 8 a 12:30 horas en la Universidad y de 15 a 21, 22 horas en la noche en el Ministerio del Interior. Así, todos los días.
– Época de los Gobiernos Radicales…
Claro, fue una época de grandes realizaciones, especialmente con Pedro Aguirre Cerda. Para mí, uno de los más grandes presidentes en la historia de Chile. De una inteligencia y sencillez increíbles. Tuve el honor de conocerlo y trabajar en su Gobierno. Era funcionario del Ministerio del Interior y pude ir, mientras estudiaba en la Universidad, ascendiendo hasta llegar a subrogante en la Jefatura de Gobierno Interior.
– Ya en el Gobierno de Juan Antonio Ríos….
Sí, pero pese a lo bien que estaba en el Ministerio, yo quería ejercer como abogado. Pero me quedé. Fueron momentos muy importantes para la historia de Chile y con los Gobiernos Radicales pudimos impulsar el desarrollo del país.
– Y usted ya militaba en el Partido Radical casi desde que llegó a Santiago…
Sí, y conocí a grandes radicales, como el propio Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos o Luis Bossay.
– No me menciona a Gabriel González Videla….
Con toda sinceridad, nunca fui simpatizante de González Videla. Fue quien impulsó la Ley de Defensa de la Democracia en 1948, la Ley Maldita. Fue una ley que jamás debió haberse dictado.
Tras más de una década en La Moneda emigró a Concepción. La llegada de la década del 50 lo encontró como jefe subrogante de Gobierno Interior. “Tenía a mi cargo las Intendencias y Gobernaciones”, recuerda. Pude haberme quedado en Santiago, pero siempre quise volver a provincia. Ojalá a Temuco, pero se presentó la oportunidad de postular a Concepción. Como secretario abogado. Y el subsecretario, a quien conocía muy bien, me nombró a mí. Llegué como secretario abogado de la Intendencia y luego hasta fui intendente suplente.
– ¿Qué recuerda de ese Concepción del 50′?
Era una ciudad muy progresista, ya en ese tiempo. Se había instalado la Siderúrgica de Huachipato, que le dio un gran impulso. Para mí fue muy grato llegar a Concepción.
En Concepción ejerció también la docencia. “Me ofrecieron hacer Educación Cívica y Economía Política en el Liceo de Niñas. Y también se produjo un cupo, una vacancia para la cátedra de Derecho Administrativo en la Universidad de Concepción. Y fui profesor durante muchos años. Me gustaba mucho y le tengo un cariño tremendo a la Universidad de Concepción”.
– Esa Universidad de Concepción de Enrique Molina Garmendia…
Sí, y lo conocí bien. Fuimos bien amigos, porque como yo era secretario abogado de la Intendencia y profesor en la Universidad, nos vinculamos mucho. Pero después vino el Gobierno de Ibáñez.
– Que llegó a barrer…
Barrieron con todo. Pidieron la salida de todos los radicales. Pero a mi me confirmaron y fue un honor enorme que, pese a no ser afín a Ibáñez, me mantuvieran como secretario abogado en la Intendencia. E incluso, pese a que no era mi ánimo ingresar a lo netamente político, al partido se le ocurrió postularme como candidato a diputado. Fue tanta la insistencia de mucha gente de la zona que, pese a decir que no, decidí aceptar. Me costó tomar la decisión y salí elegido con la primera mayoría en la lista Radical, en 1961. Ejercí el cargo durante tres períodos.
Diputado por la provincia de Concepción desde 1961 hasta 1973, Duberildo Jaque jugó un rol relevante en una época difícil, marcada por el terremoto de 1960, los crecientes conflicto sociales y un escenario político complejo.
“Saqué leyes importantes, como la construcción del Estadio, la Ley Jaque en el tricentenario de Lota. Lo digo con modestia, pero con mucho orgullo, hice muchas cosas por Concepción. Sabía de donde sacar recursos y conseguirlos debido a mi largo paso por el Ministerio del Interior”, explica. Y continúa: “Quisiera decirle con humildad y con orgullo que jugué un rol muy importante para construir el estadio de Concepción. Fui el corazón y el alma de eso. Quizás debería llevar mi nombre” (ríe).
“Fui también el autor de la llamada Ley de Lota cuando cumplió 300 años esa comuna. Fue una ley especial que me costó mucho sacar adelante en el parlamento. Fue fundamental para impulsar construcciones públicas en la comuna”.
En 1960 el terremoto no sólo destruyó lo poco que había quedado en pie tras la catástrofe del 39, sino también supuso un desafío enorme en materia de orden público y reconstrucción. Duberildo Jaque recuerda:
“Estaba subrogando en la Intendencia. Y fuimos a muchos lugares de la provincia para evaluar todos los daños y mantener el orden también. Y fue importante que la ayuda se distribuyera correctamente y que no ocurriera lo que pasó en 1939 cuando hubo aprovechamiento en la ayuda. Designé una Comisión con personal del Ejército que recibiera la ayuda que llegara en ese momento y que se distribuyera correctamente y sin desvíos. Fue un papel importante, que también fue relevante para ser electo también después como diputado.
La UP y los años 70
– ¿Cómo fueron esos años?
Me acuerdo con mucho afecto de Allende. Habían propuesto como generalísimo en la zona al senador Humberto Aguirre Doolan, pero no lo aceptaban los socialistas. Yo era diputado y el comité que se confirmó, finalmente escogió un radical y se pensó en mi por unanimidad. Para mí fue una enorme satisfacción, porque lo que planteaba Allende se identificaba con mi ideario político.
– ¿Cómo fue su relación con Allende?
Le voy a contar una anécdota. Cuando me manifesté partidario de Allende, un amigo de Chiguayante, me facilitó un automóvil y un chofer para tener a disposición del candidato. Una vez, Allende, muy agradecido, me dijo que quería conocer a este amigo que le facilitaba auto y chofer. Finalmente, cuando fue proclamado en Chiguayante, a medianoche, fuimos a la casa de este amigo, Emilio Miguel y compartimos hasta las 3 de la mañana.
Después del Golpe y tras dejar de ser parlamentario, emigró a Santiago y ejerció como abogado. Regresó finalmente a Concepción.
Tendría aún un rol relevante en dictadura. Fue uno de los firmantes e impulsores del llamado Manifiesto Democrático, junto a figuras centrales de la oposición como Patricio Aylwin, Enrique Silva Cimma, Luis Bossay, entre otros. “Tuve la suerte de ser muy amigo de Enrique Silva Cimma, también de Alberto Baltra de quien guardo tremendos recuerdos”.
– ¿Cómo se llega a los 100 años con esta claridad intelectual y física?
Porque siempre hice deportes. Básquetbol y fútbol.
Hincha de la Universidad de Chile, es de los pocos que aún pueden contar en vida todos los títulos de la U. Incluso con recuerdos de aquél equipo del “Pulpo” Simián y el plantel de 1940 que conquistó la primera estrella. De ahí hasta ahora “pasando por el Ballet Azul”.
“He tenido una vida interesante. Nací en el campo, prácticamente en un banco de aserradero. Salía yo del liceo de Temuco y me iba a trabajar al campo, ayudando a mi Padre en los cultivos de trigo, con los locomóvil. Las vacaciones las dedicaba íntegramente a trabajar en el campo. Ha sido una vida intensísima, pero con grandes satisfacciones”.
Duberildo Jaque Araneda, el hombre de los 100 años y las mil historias se casó con Josefina Rodas, fallecida en 2009, con quien tuvo 3 hijos. Y aún hoy, con más de un siglo a cuestas, es capaz de caminar 15 kilómetros hasta Hualqui a través de los cerros junto a su familia. “He tenido una vida muy agitada, pero honorífica”, termina.
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