EL SEGUNDO TIEMPO DE LOS ESTUDIANTES
Aunque aún no han logrado una cohesión como la que alcanzaron los pingüinos en 2006, la revuelta de este jueves bien podría ser el calentamiento de motores para un nuevo movimiento tectónico en el sector. A la tibieza de las reformas, que dejaron a los educandos con gusto a poco, se suma el traspaso de alumnos de la Chile al Dicom, la falta de confianza en la Comisión Nacional de Acreditación y el espinudo tema del lucro, todo un coctail que puede volver a explotarles en la cara a las autoridades.
Claudia Urquieta Chavarría
Mientras el jueves la nueva ministra de Educación, Mónica Jiménez, celebraba un desayuno con el Consejo de Rectores, miles de estudiantes secundarios y universitarios se movilizaban a nivel nacional demandando nuevamente radicales cambios en el sistema educacional. Leña para el fuego hay de sobra: el traspaso de más de 300 alumnos de la Universidad de Chile a Dicom, la no acreditación de la UTEM, la falta de confianza en la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), la inexistencia de una tarifa única escolar, la próxima aprobación de la polémica Ley General de Educación (LGE) acordada entre el oficialismo y la oposición en reemplazo de la vilipendiada Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), condimentan con creces el descontento juvenil. Más aún si se le añade el escándalo en las subvenciones que le valió la salida a la ex ministra del área Yasna Provoste, y que entre otros puntos reveló un millonario fraude al fisco por parte de algunos particulares. Y aunque la convocatoria no estuvo ni de cerca a la altura de la revolución “pingüina” de 2006, bien podría marcar el inicio de un “segundo tiempo” de los estudiantes, que no están para nada conformes sobre todo con el “maquillaje” al sistema que consideran es la LGE. Por ello, exigen que ésta pierda el carácter de urgencia que le asignó el Ejecutivo y que se retire del Parlamento, para redefinirla. Además, rechazan firmemente el lucro con dineros públicos mediante los establecimientos subvencionados, ya que consideran que es un simple “negociado” de los sostenedores. El trasfondo del asunto es, una vez más, la falta de participación que aseguran se produjo en la gestación de la reforma. Porque si bien el movimiento partió como caballito inglés, a la hora de las decisiones no tuvieron ni arte ni parte. Sólo basta recordar que para la firma del acuerdo que concretó la LGE, ninguno de los emblemáticos dirigentes que removió el piso estuvo presente en La Moneda. Y que aunque participaron en el Consejo Asesor de Educación, puntos fundamentales de su propuesta no fueron recogidos en la nueva ley, tales como el lucro o la “desmunicipalización” de los centros de estudio. Para Gonzalo Hidalgo, representante de la asamblea sur oriente, la reunificación pingüina va a concretarse “porque la LGE no es más que un acuerdo de la oposición y el Gobierno para mantener esta panacea económica de la administración de nuestros colegios y no representa la realidad de los estudiantes”. Los dirigentes universitarios también confían en que el movimiento agarre fuerza. Así lo adelanta el presidente de la UTEM, Claudio Muñoz, que asegura que “la movilización se está manejando en base a ese sentido: hay distintas fuerzas que luchan para que eso ocurra porque no se ha producido en estos dos años una discusión clara con el Gobierno, por lo que es necesario empezar a organizarnos nuevamente”.
¿Ni de cerca un pingüinazo?
No todos perciben la nueva movida estudiantil con la garra que tuvo cuando recién estaba asumida la Presidenta Michelle Bachelet. Para Harald Bayer, coordinador académico del Centro de Estudios Públicos (CEP), la diferencia radical es que en ese entonces no existía un “proyecto concensuado por fuerzas políticas. Si uno mira el contexto general las iniciativas son consistentes y resuelven gran parte de las demandas”. Advierte que el tema del lucro se ha convertido en una especie de “bandera de lucha, pero creo que las críticas son carentes de fundamento y perderán fuerza a medida que se analice más la LGE, ya que se elevan los requerimientos para ser proveedor y es bastante exigente”. Tampoco le tiene mucha fe al reimpulso del movimiento el presidente de la Comisión de Educación de la Cámara Baja, Gabriel Silver (DC). “De verdad creo que es un buen acuerdo, aunque muchos queríamos ir más allá. Pero a los estudiantes no los veo para nada con la misma fuerza y unidad masiva del 2006. Más bien tenemos un movimiento radicalizado en sus posturas”. Contrariamente, el presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, estima que “estamos ad portas de un segundo tiempo del movimiento de los pingüinos, porque el Gobierno ha llevado las cosas a ese nivel: se mandó un proyecto de ley que no recogió el anhelo de cambio de la sociedad, ni las propuestas del consejo asesor. Prácticamente están dejando las cosas como estaban”. Además, asegura que en esta etapa contarán con el apoyo de profesores, apoderados, académicos y “mucha gente que ya está cansada de que las cosas se abran paso sin considerar la opinión de la mayoría” Pero la última palabra no está dicha. Tal como adelantan los propios estudiantes “recién se están reorganizando”. De hecho, este sábado habrá una reunión de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) en Antofagasta donde calendarizarán las próximas actividades, a las que los secundarios piensan unirse y por supuesto, organizar de acuerdo a su propia agenda.
(Fuente: El Mostrador, 25 de Abril 2008)