CON REPRESIÓN ES POCO LO QUE SE PUEDE AVANZAR
Aboga por imposición de tareas ciudadanas más que cárcel para los delincuentes juveniles.
De Pedro Valiente de la Barra, el fundador de la familia que vino de Comunidad Autónoma de La Rioja, España, heredó Eduardo de la Barra Vega su vocación de servicio público. Y como su antepasado, benemérito del reino, espera estar en la historia de Concepción. O como alcalde, en la administración del ex Presidente Aylwin, concejal, representante de los abogados de libre ejercicio ante la Corporación de Asistencia Judicial, dirigente del PR o seremi de Justicia.Tiene trabajo por delante. Y el primero, una visita protocolar a los presidentes de la Cortes de Apelaciones de Concepción y Chillán. Luego, una completa revisión de los servicios dependientes: Gendarmería, Sename, Servicio Médico Legal y Registro Civil e Identificación. Como abogado (UdeC) sabe de las sensibilidades de la seguridad ciudadana; de la hoy cada vez más frecuente incursión de menores en ilícitos; de las urgencias por implementar la Ley de responsabilidad penal juvenil, de los escasos recursos para construir centros de readaptación y del rechazo que, a su vez provoca en el vecindario convivir con esta cárceles.Y él es un convencido que la simple represión no soluciona el problema de la delincuencia juvenil. “Hay que reinsertarlos y no penalizarlos”, dice, seguro de que los tribunales determinarán lo que corresponde, en cada caso para que las víctimas no tengan sensación de impunidad.“La penalidad no va a ser siempre privación de libertad, porque hay alternativas para el cumplimiento de penas”. Son tareas ciudadanas, que ha visto hacer en otros países, como pintado de escuelas o arreglos de parques y que, piensa pueden ser “mucho más educadoras que la simple privación de libertad”. Y de los centros rehabilitadores urbanos, como en su momento rechazó Chiguayante, admite que un lugar de detención en medio de cualquier barrio es complejo. Las excepciones, en la zona, serían el Cereco de Coronel, y Punta de Parra. “Hay que buscar fórmulas intermedias; escuchar a los afectados, atender sus puntos de vista y no imponer soluciones.” - Y no le parece que escuchar tanto y a tantos, al final poco se avanza en las soluciones ? -Hay que compatibilizar; no se trata de quedarnos indefinidamente en el plano de las consultas.Pero escuchar es parte de lo que llamamos la eficiencia en el ejercicio de la función pública.
Manías y reflexiones
Temprano, a las 7.30 horas, Eduardo de la Barra se instala a leer los periódicos. Y lápiz en mano, raya, subraya, anota y escribe sus reflexiones.De su manía, sólo se salvan los libros que devora tanto como las revistas. Es que este abogado (67, padre y abuelo) valora la palabra escrita. Es lector reflexivo, dice. Y aunque de niño le interesó saber del mundo, el país y la comunidad, la tecnología lo abruma. Todavía pelea con el celular y el computador. Margarita, su mujer, le ayuda a contestar los correos. Es político activo, pero también un hombre de vida familiar, de hacer compras, regar el jardín, compartir con sus nietos.“La mejor formación para un niño es un grupo familiar homogéneo que refugie y oriente. Ahí está la base, muchas veces, de la formación de los jóvenes, de su fortaleza moral para enfrentar la vida”. Observa a Concepción, donde nació y creció (Lautaro 610), mucho más diversificada, plural, pero su explosivo crecimiento ha llevado a la despersonalización.“Una de las fórmulas de combatirla es, justamente, el reforzamiento del ámbito familiar”.
(El Sur, 7 de Abril 2007)
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